Es tiempo de preparar el corazón - Alfa y Omega

Una de las últimas cosas que estoy aprendiendo en el Líbano es que la hospitalidad no se improvisa. Se puede ser buena persona y tener muy buena intención que, si no estamos preparados para salir de nosotros mismos, a la hora de la verdad nos podemos descubrir levantando vallas en cualquier esquina. Cuando es mi vida –mi comodidad, mis costumbres, mis seguridades– la que se ve afectada, no basta con buenos deseos. Por eso, a los que en Europa me preguntan qué pueden hacer para ayudar a los refugiados siempre les digo que es tiempo de preparar el corazón.

Porque antes o después los titulares cambian y nos volverán a hablar del paro, de la crisis o del terrorismo. Tarde o temprano serán otras las fotos que nos escandalicen o nos emocionen, que nos remuevan o nos despierten. Y entonces ya no habrá vuelta atrás, nos tocará sentarnos a su lado en el autobús, irán a clase con nuestros hijos o vendrán a comprar a nuestra tienda. Hablarán distinto, vestirán otra ropa, celebrarán otras fiestas y hasta rezarán con otras palabras. ¿Estará mi corazón preparado cuando sea mi vida la que entre en juego? La experiencia en esta tierra me dice que no siempre es fácil, que el miedo es una mecha que prende fácilmente. Pero la experiencia también me dice que siempre hay esperanza si nos abrimos a ella.

Es tiempo de predisponerse, de pedir al Padre que transforme la piedra en carne. Señor, danos un corazón acogedor que sepa responder con generosidad cuando llegue el momento. Señor, cambia nuestra mirada para que sea capaz de atravesar los prejuicios, ilumina nuestro ver para que te descubramos a Ti también en ellos. Y puede que sea entonces cuando nuestras manos se pongan a servirte, cuando nos atrevamos a acariciar la piel curtida por la guerra, cuando levantemos el cerrojo del miedo para dejarte entrar en casa. Queremos servirte, queremos acogerte, queremos encontrarte. Ayúdanos a estar preparados.