¡Bienvenido, terrícola 7.000 millones! - Alfa y Omega

De «Halloween de Terror de los Promotores del Control Natal» califica el Population Research Institute el numerito que organizó, el lunes, la ONU. El ruso Piotr Nikoláev; Danica, una bebé de Manila; y Nargis, hija de campesinos indios, se disputan el honor de poner en jaque el equilibrio ecológico del planeta. No traen un pan bajo el brazo, sino la cerilla que prenderá la chispa de mortíferas hambrunas. A última hora, se suma a la pugna Lucía, niña de Getafe, nacida con el estigma añadido de candidata a parada 5 millones uno de España.

Hemos perdido «la sensibilidad para acoger una nueva vida», advierte el Papa en la Caritas in veritate. ¿Pero a qué viene el teatro de la ONU, señalar para las televisiones a estos niños, cuando, a lo sumo, es posible estimar que, por estas fechas, se espera al habitante 7 mil millones? ¿Y a qué viene el tono fúnebre? Si se cumpliera el vaticinio de que, en 2050, alcanzaremos un pico cercano a los 9.500 millones de personas, todas cabrían en la isla de Tenerife, dice The Economist. El problema es otro: el 7 % más rico de la población mundial (nosotros) emite el 50 % del CO2. Si ese estilo de vida se expande, no hay planeta -ni galaxia- que lo resista.

El problema es Occidente, hoy un conjunto de sociedades decadentes. En particular Europa, lleva décadas dilapidando su patrimonio histórico y costeando sus vicios a crédito, un crédito que deja en herencia los hijos que nunca tuvo. Nuestra última esperanza es que nos fíen los chinos. Su joven población ha generado un formidable ahorro que nos permitirá costear unos años más las pensiones. En 2020, China -con la política del hijo único- será más vieja que nosotros, pero cuando sus viejos exijan pensiones, veremos si su Gobierno recupera el dinero… Ahí está lo grave: Europa no se ha conformado con suicidarse; quiere arrastrar al mundo entero. Aspira a que el planeta se convierta en un gran geriátrico. ¡Bienvenido, habitante 7.000 millones!