Los políticos pueden ser sembradores de esperanza - Alfa y Omega

Los políticos pueden ser sembradores de esperanza

El vigésimo segundo Viaje apostólico internacional de Benedicto XVI, el segundo a tierras africanas, se ha convertido en una reivindicación del auténtico papel de la política, que puede y debe dar esperanza: un mensaje de actualidad también en España

Jesús Colina. Roma
Benedicto XVI reza ante la tumba del cardenal Gantin

«Desde esta tribuna, hago un llamamiento a todos los líderes políticos y económicos de los países africanos y del resto del mundo. No privéis a vuestros pueblos de la esperanza», exhortó el Pontífice este sábado en uno de los momentos más significativos de su viaje a Benín.

La tribuna se la ofrecía el palacio presidencial de Cotonú, durante el encuentro con los miembros del Gobierno, los representantes de las instituciones de la República, el cuerpo diplomático y los representantes de las principales religiones. En la sala, llena por unas 2.500 personas, no sólo se encontraba el presidente de Benín, Thomas Yayi Boni, sino que, subrayando la importancia del huésped, congregó además a los antiguos presidentes Émile Zinsou, Mathieu Kérékou y Nicéphore Soglo.

Puede parecer paradójico que un Papa reivindique para los políticos la capacidad de dar esperanza. Su propuesta se comprende muy bien cuando se constatan los efectos que provoca en un país la corrupción, la injusticia, el egoísmo político…

«Esta sabiduría –subrayó el Papa– os hará entender que, siendo los promotores del futuro de vuestros pueblos, es necesario que seáis verdaderos servidores de la esperanza. No es fácil vivir en la condición de servidor, de mantenerse íntegro entre las corrientes de opinión y los intereses poderosos. El poder, de cualquier tipo que sea, ciega fácilmente, sobre todo cuando están en juego intereses privados, familiares, étnicos o religiosos. Sólo Dios purifica los corazones y las intenciones».

«No amputéis el porvenir mutilando su presente –siguió diciendo el obispo de Roma, en el discurso oficial más significativo de su Visita a este país africano, para entregar el documento conclusivo del Sínodo de los Obispos de este continente, que se había celebrado en el Vaticano, en octubre de 2009, dedicado a la reconciliación, la justicia y la paz–. Tened un enfoque ético valiente en vuestras responsabilidades y, si sois creyentes, rogad a Dios que os conceda sabiduría».

Pinceladas de un misionero en Benín

Benín acogió a Benedicto XVI como sabe hacerlo África, con calor, simpatía y sencillez, sentido religioso y mucho encanto. El Presidente de la República terminó todos sus discursos pidiendo la bendición de Dios sobre el Papa, de la misma manera que el Papa terminaba los suyos implorando la bendición de Dios sobre África. Dios es una referencia común para personas de religión diferente y les inspira sentimientos de bendición semejantes.

Los niños, el tesoro más valioso

Valoro mucho el discurso que una niña, Aïcha, pronunció delante del Santo Padre. La escuchó embelesado, mientras ella le daba las gracias por haber venido a fortalecer la fe de los niños, dignos herederos del don precioso que Dios les dio por medio de los misioneros y misioneras de la Sociedad de Misiones Africanas. Recordó la situación dolorosa de los niños soldados, brujos, explotados, y le dio las gracias por la fe y por todo lo que la Iglesia hace en su favor en los terrenos de la educación y de la salud, y le dijo todo el cariño que los niños de Benín, de África y del mundo le tienen. El Papa le respondió con una pequeña catequesis entrañable, recordó su propia infancia y explicó a los niños maneras concretas de rezar.

Benín, Estado de Derecho

En el avión, el Papa explicó que iba a Benín para llevar un mensaje que se dirige a toda África, porque Benín es un país que vive en paz, interior y exterior, hay un Estado de Derecho que funciona y una convivencia pacífica entre las religiones cristianas, la musulmana y las religiones tradicionales africanas; sin olvidar que era una oportunidad para rezar ante la tumba de un gran amigo, el cardenal Bernardin Gantin, gran icono del África católica, del África humana y civilizada.

Padre y pedagogo

Este Viaje nos deja diez discursos o intervenciones del Papa que me entusiasman como misionero en Benín, porque se dirigió a la Iglesia y a la sociedad con una palabra que renueva nuestra mirada sobre todas las realidades de África y de la Iglesia africana, la pobreza y la miseria, las injusticias y los conflictos.

¿Qué puede decir y hacer la Iglesia cuando sus hijos están viviendo situaciones al límite de lo soportable? Algunos pensarán que poco o nada, pero el Papa vino a decirnos que el compromiso de África con el Señor Jesús pasa por la reconciliación entre comunidades y por la promoción de la paz y la justicia. El Papa quiere que estas orientaciones misioneras configuren el corazón y las actividades de los creyentes. Cuando habla de la reconciliación, dice que es un concepto y una realidad pre-política, de suma importancia para la política misma. Es la manera de indicar a la Iglesia en África el camino y el lugar de su misión: allí en dónde ella va a entregarse para que la vida pueda surgir y crecer. La reconciliación va más allá del perdón de los pecados; es también la restauración de las relaciones entre las personas, conciliando las diferencias y eliminando los obstáculos en las relaciones, gracias a la experiencia del amor de Dios.

José Ramón Carballada
Sociedad de Misiones Africanas

El Santo Padre se hizo portavoz de los millones de benineses que seguían sus palabras por televisión, o que se habían echado a las calles para saludarle. Este país de menos de diez millones de habitantes, en el que los católicos no superan el 27 % (el Papa venía, entre otras cosas, para celebrar los 150 años de la evangelización), y en el que el 17,3 % practica el vudú, ha girado, durante tres días, en torno a su acogida.

El momento culminante tuvo lugar con la Misa conclusiva, el pasado domingo, en la que 30 mil personas abarrotaron el Estadio de la Amistad, de Cotonú, mientras que 50 mil personas se vieron obligadas a seguir la Eucaristía a través de grandes pantallas.

«La persona humana aspira a la libertad –dijo el Papa a los políticos–, quiere vivir dignamente; desea buenas escuelas y alimentación para los niños, hospitales dignos para cuidar a los enfermos; quiere ser respetada y reivindica un Gobierno límpido que no confunda el interés privado con el interés general; y, sobre todo, desea la paz y la justicia».

«En estos momentos hay demasiados escándalos e injusticias, demasiada corrupción y codicia, demasiado desprecio y mentira, excesiva violencia que lleva a la miseria y a la muerte –denunció–. Estos males afligen ciertamente vuestro continente, pero también al resto del mundo. Toda nación quiere entender las decisiones políticas y económicas que se toman en su nombre. Se da cuenta de la manipulación, y la revancha es a veces violenta. Desea participar en el buen gobierno».

Benedicto XVI siguió reconociendo que «ningún régimen político humano es perfecto, y ninguna decisión económica es neutral. Pero siempre deben servir al bien común. Por tanto, estamos ante una reivindicación legítima, que afecta a todos los países, de una mayor dignidad y, sobre todo, de más humanidad. El hombre quiere que su humanidad sea respetada y promovida. Los responsables políticos y económicos de los países se encuentran ante decisiones determinantes y opciones que no pueden eludir».

Y añadió: «La Iglesia no ofrece soluciones técnicas ni impone fórmulas políticas. Repite: No tengáis miedo. La Humanidad no está sola ante los desafíos del mundo. Dios está presente».

Benedicto XVI a su llegada al palacio presidencial de Cotonú

Éste fue el mensaje que el Papa lanzó a la Humanidad, desde África, «un mensaje de esperanza, una esperanza que genera energía, que estimula la inteligencia y da a la voluntad todo su dinamismo».

«La Iglesia acompaña al Estado en su misión –continuó el Santo Padre–; quiere ser como el alma de ese cuerpo, indicando incansablemente lo esencial: Dios y el hombre. Quiere cumplir abiertamente y sin temor esa tarea inmensa de quien educa y cuida y, sobre todo, de quien ora incesantemente, que muestra dónde está Dios y dónde está el verdadero hombre. Desesperar es individualismo; la esperanza es comunión. ¿No es este un camino espléndido que se nos propone?» Y concluyó, exhortando a los políticos: «Sed también vosotros sembradores de esperanza».

Poco después, el Papa abandonaba el palacio presidencial para dirigirse a Ouidah, en cuyo seminario está enterrado su gran amigo beninés, el cardenal Bernardin Gantin. El espectáculo fue inesperado: una enorme muchedumbre le saludó durante los 40 kilómetros que separan a esa localidad de Cotonú; un entusiasmo contagioso para este Pontífice que calificó a África de continente de la esperanza para el mundo y la Iglesia.

Cuando, el domingo, se despidió de Benín en el aeropuerto Cardenal Bernardin Gantin, preguntó: «¿Por qué un país africano no podría indicar al resto del mundo el camino a tomar para vivir una fraternidad auténtica en la justicia, fundada en la grandeza de la familia y del trabajo?».

El momento más entrañable en Benín

El momento más esperado de la Visita de Benedicto XVI a Benín tuvo lugar, el pasado sábado, al ser recibido por un grupo de niños abandonados, enfermos, muchos de ellos con sida, en el Hogar Paz y alegría, de las Hermanas Misioneras de la Caridad, las de la Madre Teresa de Calcuta, junto a la parroquia de Santa Rita, en Cotonú. Una pequeña, en un francés muy solemne y cantarín, recordó al Papa que en todo su pontificado todavía no había vivido un momento como ése en ninguno de sus 21 Viajes precedentes. Cuando ochocientas voces cantaron el Ave María, el Santo Padre se conmovió, literalmente.

El Santo Padre les dirigió palabras de cariño y les enseñó a rezar. «¿Qué es la oración?», les preguntó, para después responder: «Es un grito de amor dirigido a Dios nuestro Padre, deseando imitar a Jesús, nuestro Hermano. Queridos niños, Jesús os ama. Pedid también a vuestros padres que recen con vosotros. Algunas veces habrá que insistirles un poco. No dudéis en hacerlo. Dios es muy importante».