Un derecho fundamental - Alfa y Omega

El respeto a la libertad religiosa exige que, en materia religiosa, a nadie se le obligue a obrar contra su conciencia, ni se le impida actuar conforme a ella en privado y en público. La libertad religiosa es un elemento imprescindible de un verdadero Estado de Derecho, el mejor indicador para verificar el respeto de todos los demás derechos humanos.

Hoy se vulnera el derecho a la libertad religiosa hasta el extremo, en no pocos lugares, de que su ejercicio puede llevar a la muerte. Son los creyentes cristianos los que hoy sufren la más violenta persecución en todo el mundo. Violan gravemente la libertad religiosa creyentes que llegan a la aberración de invocar a Dios para justificar su terrorismo y sus crímenes. Pero no podemos dejar de denunciar y condenar a la vez, con firme determinación, otras formas de hostilidad contra la religión, expresión de un laicismo intolerante, que limitan el papel público de los creyentes en la vida civil y política.

Tanto el fundamentalismo religioso como el que puede llamarse fundamentalismo laicista violan gravemente la libertad religiosa, impiden así una pacífica convivencia sociopolítica democrática y abren la puerta a totalitarismos de uno u otro signo.

Exigimos el riguroso respeto a la libertad religiosa, como un derecho ciudadano constitucionalmente reconocido, y rechazamos cualquier intento de restringir su efectivo ejercicio bajo el pretexto de regularlo.

Proclamamos nuestro compromiso en la evangelización a la que nos urge la Iglesia, en la tarea de llevar la Buena Nueva tanto a aquellos a quienes no les ha sido anunciada nunca, como de nuevo y de manera especial -en una nueva evangelización- a quienes la recibieron en sociedades y culturas que se han ido progresivamente alejando de la fe.

La libertad religiosa tiene su campo de ejercicio en todos los ámbitos y momentos de la vida. De manera especial, queremos hacerla eficaz en la consolidación de la familia, fundada en la unión de un hombre y una mujer, en el respeto a la libertad educativa y en defensa del derecho de los padres a decidir el tipo de educación que han de recibir sus hijos.

Del manifiesto del XIII Congreso Católicos y Vida Pública