Se necesitan políticas favorables a la familia - Alfa y Omega

Se necesitan políticas favorables a la familia

La crisis económica, las revueltas árabes, el respeto a la libertad religiosa y la necesidad de fomentar entornos familiares y sociales estables y adecuados para la educación de los jóvenes fueron los temas destacados por el Papa, durante su habitual felicitación de Año Nuevo al Cuerpo Diplomático. Éstos son los párrafos centrales del discurso:

Redacción
Un momento del encuentro de Benedicto XVI, el pasado lunes, con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede.

El momento actual está marcado por un profundo malestar y por diversas crisis: económicas, políticas y sociales, que son su expresión dramática. No puedo dejar de mencionar las graves consecuencias de la crisis económica y financiera mundial. Ésta no sólo ha golpeado a las familias y empresas de los países económicamente más avanzados, en los que ha tenido su origen, creando una situación en la que muchos, sobre todo jóvenes, se han sentido desorientados y frustrados en sus aspiraciones de un futuro sereno, sino que ha marcado también profundamente la vida de los países en vías de desarrollo. No nos debemos desanimar, sino reemprender con decisión nuestro camino, con nuevas formas de compromiso. La crisis puede y debe ser un acicate para reflexionar sobre la existencia humana y la importancia de su dimensión ética, antes que sobre los mecanismos que gobiernan la vida económica: no sólo para intentar encauzar las economías nacionales, sino para dar nuevas reglas que aseguren a todos la posibilidad de vivir dignamente y desarrollar sus capacidades en bien de toda la comunidad.

Mundo árabe: incertidumbre

A continuación, deseo recordar que los efectos de la situación actual de incertidumbre afectan de modo particular a los jóvenes. Su malestar ha sido la causa de los fermentos que en los últimos meses han golpeado, a veces duramente, diversas regiones. Me refiero sobre todo a África del Norte y a Medio Oriente, donde los jóvenes que, al igual que otros, sufren la pobreza y el desempleo y temen la falta de expectativas seguras, han puesto en marcha lo que se ha convertido en un vasto movimiento de reivindicación de reformas y de participación más activa en la vida política y social. En este momento es difícil trazar un balance definitivo. A pesar del optimismo inicial, se abre paso el reconocimiento de las dificultades de este momento de transición y cambio, y me parece evidente que el modo adecuado de continuar el camino emprendido pasa por el reconocimiento de la dignidad inalienable de toda persona. El respeto de la persona debe estar en el centro de las instituciones y las leyes, debe contribuir a acabar con la violencia y prevenir el riesgo de que la debida atención a las demandas de los ciudadanos y la necesaria solidaridad social se transformen en meros instrumentos para conservar o conquistar el poder. Invito a la comunidad internacional a dialogar con los actores de los procesos en marcha, en el respeto de los pueblos y siendo conscientes de que la construcción de sociedades estables y reconciliadas, que se oponen a toda discriminación injusta, en particular de orden religioso, constituye un horizonte que va más allá de las simples elecciones. Siento una gran preocupación por la población de los países que sufren todavía tensiones y violencias, en particular Siria, en la que espero se ponga rápidamente fin al derramamiento de sangre y se inicie un diálogo fructífero entre los actores políticos, favorecido por la presencia de observadores independientes. En Tierra Santa, donde las tensiones entre palestinos e israelitas repercuten en el equilibrio de todo el Medio Oriente, es necesario que los responsables de estos dos pueblos adopten decisiones valerosas y clarividentes en favor de la paz. He sabido con agrado que, gracias a una iniciativa del reino de Jordania, el diálogo se ha retomado. Espero que continúe hasta que se llegue a una paz duradera, que garantice el derecho de los dos pueblos a vivir con seguridad y en Estados soberanos, dentro de unas fronteras definidas y reconocidas internacionalmente. Sigo también la marcha de los acontecimientos en Irak, deplorando los atentados que han causado recientemente la pérdida de numerosas vidas humanas.

La educación, tarea prioritaria

La educación es un tema crucial, ya que de ella depende tanto el sano desarrollo de cada persona como el futuro de la sociedad. Por esta razón, representa una tarea de primer orden en estos tiempos difíciles y delicados. Además de un objetivo claro, que es el que los jóvenes conozcan plenamente la realidad y, por tanto, la verdad, la educación necesita de lugares.

El Papa en la celebración de Epifanía.

El primero es la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer. No se trata de una simple convención social, sino más bien de la célula fundamental de toda la sociedad. Consecuentemente, las políticas que suponen un ataque a la familia amenazan la dignidad humana y el porvenir mismo de la Humanidad. El marco familiar es fundamental en el itinerario educativo y para el desarrollo de los individuos y los Estados; por tanto, se necesitan políticas que valoricen y favorezcan la cohesión social y el diálogo. En la familia, la persona se abre al mundo y a la vida y, como tuve ocasión de recordar en Croacia, «la apertura a la vida es signo de apertura al futuro». En este contexto de apertura a la vida, he recibido con satisfacción la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que prohíbe patentar los procedimientos que utilicen células madre embrionarias humanas, así como la resolución de la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, que condena la selección prenatal del sexo. Mirando sobre todo al mundo occidental, estoy convencido de que las medidas legislativas que tantas veces, no sólo permiten, sino que favorecen el aborto, ya sea por motivos de conveniencia o por razones médicas discutibles, se oponen a la educación de los jóvenes y, por tanto, al futuro de la Humanidad.

Un papel igualmente esencial para el desarrollo de la persona corresponde a las instituciones educativas. Ellas son las primeras instancias que colaboran con la familia, y para desempeñar adecuadamente esta tarea propia, sus objetivos han de coincidir con los de la realidad familiar. Es necesario realizar políticas de formación que hagan accesible a todos la educación escolar y que, además de promover el desarrollo cognitivo de la persona, se haga cargo del crecimiento armonioso de la personalidad, incluyendo su apertura al Transcendente. La Iglesia católica se ha mostrado siempre particularmente activa en el área de las instituciones escolares y académicas, cumpliendo una apreciable labor al lado de las instituciones estatales. Deseo, por tanto, que esta contribución sea reconocida y valorada también por las legislaciones nacionales.

Libertad religiosa

A este respecto, se comprende que una labor educativa eficaz requiera el respeto de la libertad religiosa. Ésta se caracteriza por una dimensión individual, así como por una dimensión colectiva y una dimensión institucional. Se trata del primer derecho del hombre, porque expresa la realidad más fundamental de la persona. Este derecho, con demasiada frecuencia y por distintos motivos, se sigue limitando y violando. Al tratar este tema, no puedo dejar de honrar la memoria del ministro paquistaní Shahbaz Bhatti, cuyo combate infatigable por los derechos de las minorías culminó con su trágica muerte. Desgraciadamente, no se trata de un caso aislado. En muchos países, los cristianos son privados de sus derechos fundamentales y marginados de la vida pública; en otros, sufren ataques violentos contra sus iglesias y sus casas. A veces, son obligados a abandonar los países que han contribuido a edificar. En otras partes del mundo, se constatan políticas orientadas a marginar el papel de la religión en la vida social, como si fuera causa de intolerancia, en lugar de contribuir de modo apreciable a la educación en el respeto de la dignidad humana, la justicia y la paz. Asimismo, el terrorismo con motivaciones religiosas se ha cobrado el pasado año numerosas víctimas, sobre todo en Asia y África, y por esto, como recordé en Asís, los responsables religiosos deben repetir con fuerza y firmeza que «ésta no es la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción». La religión no puede ser utilizada como pretexto para eludir las reglas de la justicia y del derecho en favor del bien, que ella misma persigue. A este respecto, me satisface recordar, como hice en mi país natal, que la visión cristiana del hombre ha sido una verdadera fuerza inspiradora para los padres constitucionales de Alemania, como lo fue también para los padres fundadores de la Europa unida.

Dejad de matar en nombre de la democracia: En la manifestación, el 9 de enero, ante la iglesia de la Santa Cruz, en Damasco.

Quisiera mencionar también algunos signos alentadores en el ámbito de la libertad religiosa. Me refiero a la modificación legislativa gracias a la cual la personalidad jurídica pública de las minorías religiosas ha sido reconocida en Georgia; pienso también en la Sentencia de la Corte Europea de los Derechos Humanos a favor de la presencia del crucifijo en las aulas de las escuelas italianas. Y justamente deseo recordar de modo particular a Italia, en la conclusión del 150 aniversario de su unificación política. Las relaciones entre la Santa Sede y el Estado italiano han atravesado momentos difíciles después de la unificación. Con el transcurso del tiempo, sin embargo, ha prevalecido la concordia y la voluntad recíproca de cooperar, cada uno en su propio ámbito, para favorecer el bien común. Espero que Italia siga apostando por una relación equilibrada entre la Iglesia y el Estado, constituyendo así un ejemplo.

Violencia en África

En el continente africano, que he visitado de nuevo en mi reciente Viaje a Benín, es esencial que la colaboración entre las comunidades cristianas y los Gobiernos permita abrir un camino de justicia, paz y reconciliación, donde los miembros de todas las etnias y religiones sean respetados. Es doloroso constatar que, en distintos países del continente, este objetivo está todavía muy lejano. Me refiero de modo particular al aumento de la violencia en Nigeria, como nos lo han recordado los atentados cometidos contra algunas iglesias en el tiempo de Navidad, a las secuelas de la guerra civil en Costa de Marfil, a la persistente inestabilidad de la Región de los Grandes Lagos y a la urgencia humanitaria en los países del Cuerno del África. Pido una vez más a la Comunidad internacional su ayuda solícita para encontrar una solución a la crisis que, después de tantos años, perdura en Somalia.

Por último, quiero hacer hincapié en que una educación correctamente entendida debe favorecer el respeto a la creación. No se pueden olvidar las graves calamidades naturales que, a lo largo del 2011, han afectado a distintas regiones del Sudeste asiático y los desastres ecológicos como el de la central nuclear de Fukushima en Japón. La salvaguarda del medio ambiente, la sinergia entre la lucha contra la pobreza y el cambio climático constituyen ámbitos importantes para la promoción del desarrollo humano integral.

Relaciones con 179 Estados

El Vaticano es el segundo Estado del mundo en cuanto al número de países con los que mantiene relaciones diplomáticas: 179 Estados en la actualidad, sólo por detrás de Estados Unidos. En su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, Benedicto XVI subrayó, además, la importancia que tiene para la Iglesia la relación con los organismos internacionales y regionales, con los que «la Santa Sede desea entablar un diálogo fructífero». En este sentido, subrayó dos hitos recientes: en primer lugar, el hecho de que la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) haya acogido el nombramiento de un Nuncio apostólico acreditado ante ella. El segundo hito, ocurrido en diciembre, es que la Santa Sede se ha convertido, después de una «larga colaboración», en miembro de pleno derecho de la Organización Internacional para las Migraciones. Normalmente, el Vaticano está acreditado ante estos Organismos internacionales sólo como Observador.