Persecución, ¿qué persecución? - Alfa y Omega

Unas cincuenta personas murieron en atentados contra iglesias católicas en el norte de Nigeria el día de Navidad. Se atribuyó la matanza el grupo terrorista Boko Haram, que lanzó un ultimátum para que los cristianos abandonen las regiones de mayoría musulmana. Dado que este grupo no puede imponer la sharia en el conjunto del país —lo muestra la reciente reelección de un presidente cristiano—, al menos intenta conseguirlo en el norte por la vía del terror.

El miércoles 4, se produjeron tres atentados con bomba contra dos aldeas cristianas. Al día siguiente —cuenta la agencia France Press—, hombres armados asaltaron una iglesia, matando a seis personas. En otro lugar al nordeste, Yola, las agencias hablan de 17 muertos en un atentado contra una casa donde había reunidos varios cristianos. El día de Reyes terminó también teñido de sangre. Según cuenta Radio Vaticano, «un grupo armado irrumpió en una casa» donde «se celebraba una Vigilia fúnebre de uno de los cristianos asesinados» en la víspera. El balance de víctimas en el velatorio oscila entre 8 y 10 muertos.

Los cristianos del norte «tienen miedo y se están preparando para abandonar sus territorios ancestrales», informa la agencia vaticana Fides. Los fundamentalistas maximizan su estrategia de terror. Someten a vigilancia «las zonas donde los cristianos se reúnen, señalando las casas y capillas cristianas para luego atacar, de casa en casa, durante la noche», explican a Fides fuentes locales. Cuenta The Wall Street Journal que, desde la reelección del presidente Goodluck Jonathan, los fundamentalistas han desencadenado en el norte de Nigeria una persecución contra sureños y minorías religiosas que ha causado más de 800 muertos. Los obispos, sin embargo, han evitado generalizar, ya que, en ocasiones, la violencia tiene motivaciones políticas o económicas, no religiosas, pero los sucesos de los últimos días no dejan ya lugar a interpretaciones para nadie…

Salvo para el New York Times… Escribe en sus páginas Jean Herskovits: «Los Estados Unidos no deben ser empujados a una guerra contra el terror en Nigeria que nos haga aparecer partidistas, inclinados hacia un Presidente cristiano». El articulista niega incluso que deba identificarse a Boko Haram como el problema de esta nación: ni siquiera «hay pruebas de que un grupo terrorista bien organizado e ideológicamente coherente llamado Boko Haram exista hoy», afirma, con el mismo argumento con el que podría negarse la existencia de Al Qaeda, que funciona a modo de franquicia.

¡The Economist denuncia!

Lección bien distinta extrae el semanario británico The Economist. Cristianos y leones, titula un sorprendente editorial, con subtítulo: «La fe con más seguidores en el mundo acumula perseguidores. Incluso a los no cristianos debería preocuparles» esto. La revista menciona, además de los sucesos de Nigeria, la persecución en otros países islámicos, las condenas a muerte por apostasía o blasfemia en Irán o Pakistán, o los ataques contra iglesias en Indonesia. También se muestra crítico el semanario hacia la discriminación contra cristianos con pleno arraigo histórico en Egipto o Siria, por parte de las mismas personas que se levantan contra dictadores. Además, The Economist no olvida la persecución en países comunistas como China y Vietnam, o la India. Todo eso debería preocupar a Occidente, dice The Economist, con el curioso argumento de que, aunque «la suerte de los cristianos» le resulte indiferente a los occidentales, «los regímenes o sociedades que persiguen a los cristianos tienden a oprimir a otras minorías también». La cabra tira al monte… ¡Y vaya si tira!: en la persecución contra los cristianos «se derrama poca sangre» en comparación con la derramada en las guerras de religión entre cristianos o en las cruzadas contra el Islam.

No es eso lo que dicen las cifras. Massimo Introvigne, representante de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) contra la discriminación de los cristianos, resalta que, de los 70 millones de cristianos que han perdido la vida por su fe, «45 millones —más de la mitad— se concentran en el siglo XX y en lo que va del siglo XXI», ha dicho a Radio Vaticano. Otra cosa es que Occidente hoy no quiera verlo. El filósofo alemán Heiner Bielefeldt, relator especial de la ONU sobre libertad religiosa, decía, en junio, en una entrevista a La Vanguardia, que «el acoso a los cristianos no debe monopolizar la agenda», pese a que alrededor de tres cuartas partes de los actos de violencia religiosa tienen como objetivo a personas de esta confesión. A día de hoy Bielefeldt no sostiene esa opinión. Entrevistado el 5 de enero por el diario alemán Die Tagespost, se muestra impactado por las muestras de odio contra cristianos en Egipto, Oriente Próximo, Pakistán o China. Y afirma, sobre la situación de los cristianos en el mundo árabe: «La primavera ha pasado. De manera metafórica debe hablarse de tormenta de otoño».

Bielefeldt ofrece un raro ejemplo de europeo capaz de superar sus prejuicios secularistas, a la luz del cuadro que dibuja el eurodiputado socialcristiano bávaro Martin Kastler a la agencia eclesial austríaca Kath.net Europa no puede seguir confundiendo neutralidad en asuntos religiosos con indiferencia, denuncia. «La libertad religiosa debe ser criterio para la cooperación al desarrollo» europea, afirma. «Eso lanzaría una señal clara: dictadores, regímenes y Gobiernos autoritarios bajo cuyos ojos se persigue a las personas por su religión deben contar con sanciones». Sus críticas más duras las dirige contra Lady Ashton, Alta Representante de la Política Exterior de la Unión Europea, que «no sólo no tiene ojos para el destino de los cristianos perseguidos, sino que tiene una actitud muy parcial hacia la tradición cristiana de Europa».