España, tras el diluvio - Alfa y Omega

En plena expansión económica, Cáritas no se cansaba de advertir de que se estaba agrandando peligrosamente en España la brecha social, con cada vez más personas al borde de la exclusión. Mayores, jóvenes mileuristas, inmigrantes, familias de ingresos medios y bajos… nunca estuvieron invitados a la orgía inmobiliaria que sustentó aquel milagro económico español, sino que, más bien, fueron su combustible y sus víctimas. Tampoco se construyó pensando en ellos la segunda mayor red de tren de alta velocidad del mundo, ni los nuevos aeropuertos de los que apenas se privó ninguna provincia, aunque sí les tocó a estas personas financiar aquello, porque sabido es que pagar impuestos es de plebeyos. Fueron las víctimas entonces, y son las grandes víctimas ahora. Los rescates se reservan para los de arriba. Cuestión de responsabilidad, dicen, para que no se desmorone todo el sistema. La pregunta es: los grandes sacrificios que van a requerirse —que se requieren ya—, ¿son para volver, en el mejor de los casos, a un sucedáneo de lo que ha habido hasta ahora? ¿O vamos, por fin, a saber reconocer el esfuerzo y la creatividad, a incentivar la responsabilidad personal, a promover una sociedad civil fuerte…? Tan cierto como que nos ha traído hasta aquí una grave crisis moral, lo es en este momento que cualquier paso para superarla tiene profundas implicaciones morales. ¿Qué tipo de sociedad queremos que emerja tras este diluvio?