Imagen de Dios, sostén de la sociedad - Alfa y Omega

Imagen de Dios, sostén de la sociedad

En Milán, el Papa «ha abordado con realismo la situación de la familia», y ha aportado, «desde el Evangelio, unas ideas y principios importantes». Hace este resumen del Encuentro Mundial de las Familias monseñor Mario Iceta, obispo de Bilbao, que ha viajado a Milán como miembro de la delegación de la Conferencia Episcopal Española. La profundización en todo lo que se ha vivido y escuchado en Milán -añade- puede dar como fruto aplicaciones pastorales que respondan a los problemas que «tenemos en las parroquias», y en las diócesis

María Martínez López
Monseñores (en el centro, de izquierda a derecha) Iceta, Melgar y López de Andújar, obispo de Getafe, en el parque de Bresso, antes de la Eucaristía del domingo.

El Encuentro Mundial de las Familias de Milán ha sido fantástico, porque ha servido para «confirmar en la fe a la familia, en una sociedad en la que vemos que se la ataca por todas partes. Testimonios como los que hemos visto animan, refrescan, confortan y demuestran que hay esperanza». Lo afirma el padre Luis de Prada, director del secretariado de la Subcomisión episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española, que ha acudido al EMF como parte de la delegación de la Conferencia Episcopal. En este grupo se encontraban también el presidente de la Subcomisión, monseñor Juan Antonio Reig Plà; monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos; monseñor José Mazuelos Pérez, obispo de Jerez; monseñor Mario Iceta, obispo de Bilbao; monseñor Gerardo Melgar, obispo de Osma-Soria; y monseñor Carlos Manuel Escribano, obispo de Teruel y Albarracín, además de varios matrimonios, representantes de movimientos familiares. En total, 24 personas.

«Lo mejor, para todos, —continúa el padre De Prada—, fue el encuentro con el Papa, sobre todo la Fiesta de los Testimonios, cuando habló espontáneamente, sin papeles, de su familia, de cómo vivían el domingo y cómo lo disfrutaba, hasta el punto de decir que el Cielo debe de ser algo así. Como el lema del encuentro era La familia: el trabajo y la fiesta, Benedicto XVI insistió mucho en la Misa dominical, porque sin ella no se puede vivir plenamente el Día del Señor, ni toda la semana. También subrayó que la sociedad respete el domingo como lugar de encuentro, no sólo entre los miembros de la familia, sino también con el Señor».

Un impulso para trabajar

Participar en este encuentro ha supuesto para el padre De Prada «un impulso para trabajar para que, realmente, se perciba todo el valor que tiene la familia. Su valor religioso implica muchas cosas. La familia, el matrimonio, son imagen de Dios Trinidad, comunidad de amor y vida. Cuanto más unida está a Dios, evidentemente es más humana, y estas virtudes humanas revestidas de las cristianas lo cambian todo. La familia es el sostén de la sociedad; en función de cómo sea la familia, será la sociedad».

Para monseñor Mario Iceta, obispo de Bilbao, «el Santo Padre ha abordado con realismo la situación de la familia, siendo bien consciente de cuáles son sus luces y sus sombras. Aportó, desde el Evangelio, unas ideas y principios importantes, y además con una proyección práctica para abordar estas cuestiones. El formato de la Fiesta de los Testimonios, en el cual Benedicto XVI no leía, sino que respondía y hablaba de su propia experiencia, fue precioso».

Monseñor Ureña durante la Misa en la I Feria de las Familias de Aragón, el sábado en Zaragoza. Foto: ArchiZaragoza.

Los problemas que tenemos

Para monseñor Iceta también tuvo mucha importancia el Congreso Teológico. «Asistieron unas 7.000 personas, y hubo un ambiente magnífico; los ponentes estaban muy disponibles para hablar con los congresistas. Los temas tratados eran de mucha actualidad. Nos será muy útil y eficaz estudiar esas ponencias cuando sean publicadas, y desarrollar a partir de ellas aplicaciones pastorales». De todos los temas tratados, el obispo se queda con tres: «La conciliación entre trabajo y familia; cómo acompañar a las familias, sobre todo a las nuevas —que muchas veces van desapareciendo de las parroquias—; y cómo atender pastoralmente a las familias en dificultad, por ejemplo las separadas. Son temas para desarrollar después pastoralmente, porque es lo que tenemos en las parroquias. Hemos escuchado, por ejemplo, la experiencia de programas en los que unas familias acompañan a otras, más jóvenes».

Además de viajar a Milán como miembro de la delegación de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Iceta estuvo también con un grupo de familias de su diócesis, que sumaba 54 personas; entre ellas, 17 niños. Bilbao fue una de las diócesis que viajaron a Milán para el Encuentro.

Las familias, con el Papa

«Todas las familias —recuerda el obispo— lo vivieron como un auténtico regalo. Se sentían totalmente identificados con el Papa. Les habló al corazón y ellos lo percibieron: se compenetró perfectamente con sus problemas. Recibieron sus respuestas como un apoyo y una luz para su caminar. Además, querían decirle al Papa que están con él, como pastor, por encima de las dificultades; para que en sus sufrimientos y dificultades se apoye en ellas». Por eso, durante la Misa final, cuando el cardenal Antonelli agradeció la presencia del Papa, «le dimos un aplauso prolongado. Se le veía emocionado y conmovido».

En declaraciones a la Cadena COPE desde Milán, el obispo de Jerez, monseñor José Mazuelos Pérez, destacaba que este encuentro es importante porque la familia es «el tesoro de la Iglesia». Para apoyarla, «hay necesidad de recuperar una Iglesia de comunión, una vida de fe donde se apoyen unos a otros. Es necesaria una pastoral de la familia». Pero la familia también es el centro de la sociedad, y todo lo que se haga por ella -apostar, apoyarla y hasta entregarse por ella- es algo grande. Por eso, recordó cómo el Papa, «en todos los actos, pidió a los políticos que hay que apostar por la familia».

Milán, a orillas del Ebro

La archidiócesis de Zaragoza se ha volcado en el Encuentro Mundial de las Familias desde sus primeras fases. En un primer momento, la Delegación episcopal de Familia y Vida de la diócesis elaboró una serie de presentaciones que resumían las catequesis preparatorias —las puede encontrar en: Las catequesis del EMF de Milán. Y, una vez llegado el momento de celebrar el Encuentro, conscientes de que no todas las familias que lo desearan podrían viajar hasta Milán, convocaron, el sábado 2, la I Feria de las Familias de Aragón. En el encuentro, participaron más de 600 personas, vinculadas a parroquias, asociaciones y movimientos de la diócesis.

El acto, que se prolongó durante todo el día, tuvo como broche de oro la conexión en directo con la Fiesta de los Testimonios presidida por el Papa en Milán. También en Zaragoza las familias pudieron ofrecer sus testimonios, tanto en los talleres que se desarrollaron por la tarde, adaptados a distintas edades; como en un Libro de Testimonios que estaba a disposición de quien quisiera compartir su experiencia de familia. El primero en hacerlo fue monseñor Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza.

Durante la Eucaristía que inauguró la Feria, monseñor Ureña subrayó la importancia del lema del VII EMF, La familia: el trabajo y la fiesta. Monseñor Ureña subrayó la necesidad de que, en las familias, todos los padres tengan un trabajo que les permita criar adecuadamente a sus hijos; y también la importancia que tiene, en la vida familiar, el kairós, tiempo vivido, distinto del chronos, tiempo mensurable.

A lo largo del día, hubo actuaciones, actividades lúdicas —y también de oración— para los más pequeños, y la posibilidad de visitar los 21 puestos en los que delegaciones, asociaciones, movimientos y otras entidades ofrecían sus iniciativas e ideas para ayudar a las familias a hacer realidad el lema del EMF. Al concluir el encuentro, el Vicario General de la diócesis, don Manuel Almor, expresaba la alegría de «ver a un grupo tan significativo de familias celebrando el amor de Dios hecho realidad en la Iglesia doméstica».

Alfa y Omega / Con información de Lourdes Magallón

«Debéis ser signo de esperanza para las familias que sufren»

También la Federación Católica de Padres de Alumnos y Padres de Familia de Navarra (CONCAPA Navarra) celebró un encuentro paralelo para las familias que no pudieron viajar a Milán, e hizo coincidir con este acontecimiento su XXX Fiesta de la Familia, en la Ciudadela de Pamplona. El objetivo era recordar que la familia es «el ámbito natural donde nos sentimos aceptados y queridos tal y como somos, sólo por el hecho de ser miembros de ella».

En la homilía de la Eucaristía, monseñor Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, recordó el momento de su ordenación episcopal: «Cuando el Beato Juan Pablo II me puso el anillo episocpal, me dijo que debía vigilar y custodiar el pacto de fidelidad que Dios había hecho con nosotros, los seres humanos». Por eso, explicó, «este anillo se llama alianza, como el anillo de los esposos también se llama alianza»; porque, «como Cristo ama a su Iglesia, así ha de amar el esposo a la esposa». Y añadió: «El matrimonio es reflejo del amor de Dios, que la misma naturaleza confirma. El Papa Benedicto XVI ha dicho que la familia es patrimonio de la Humanidad, y por ello hemos de luchar. La belleza del matrimonio es inigualable, porque expresa lo más genuino que hay en la Humanidad. Dios se recrea y concrea en el amor de los esposos; en sus hijos».

Sin embargo, las familias no viven aisladas, sino en un entorno social, marcado por una grave crisis. En este contexto, «las familias cristianas debéis ser signos de esperanza para las familias que sufren. En estos momentos difíciles, habéis de estar muy cercanos a los pobres. Que nadie se sienta abandonado por nuestra desidia». Concluyó la homilía invitando a los presentes a «hacer de vuestras familias una gloria a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, al estilo de la Sagrada Familia de Nazaret».