Misericordia y verdad se abrazan - Alfa y Omega

Misericordia y verdad se abrazan

No ha sido éste el Sínodo que han contado los medios de comunicación. Hemos preguntado a varios de los participantes españoles en el Sínodo, que nos han hablado de una Iglesia unida en torno a la doctrina y a un objetivo común: buscar la oveja perdida

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
…para ver cómo llegar a personas en situaciones que no son la ideal y a las que también hay que acoger

Posiblemente, habrá un antes y un después de este año sinodal que terminará en octubre del año que viene con el Sínodo ordinario de los Obispos sobre La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. En su primera etapa, este primer Sínodo sobre la familia que acaba de concluir también ha tenido un antes y un después, que ha coincidido con la aprobación de la Relatio post disceptationem: el documento que recogía las reflexiones de la primera semana, y que debía servir, con las aportaciones de los círculos menores, para elaborar la Relatio Synodi final, el texto conclusivo de estas dos semanas de trabajos. Para Carmen Peña García, profesora de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia Comillas y llamada al Sínodo en calidad de experta, «la Relatio post disceptationem abría caminos interesantes, pero interpretaciones sesgadas de los medios de comunicación -que presentaban estas vías como un cambio en la doctrina- han hecho que los Padres sinodales hayan sido más prudentes. Por eso, pienso que la Relatio Synodi final no recoge todo el debate previo». La profesora Peña piensa que «se ha querido incidir en los avances de la pastoral, más que en la doctrina que ya todos sabemos. Se ha buscado un acercamiento a divorciados, homosexuales…, para ofrecer acogida sin cambiar la doctrina. Creo que el miedo a que esta dinámica se interpretara como un cambio doctrinal ha sido lo que ha dado pie a un documento final más prudente». Esta evolución en las conclusiones de la Asamblea sinodal, en opinión de María Lacalle, Directora del Centro de Estudios de la Familia, de la Universidad Francisco de Vitoria, y auditora del Sínodo, «ha sido en realidad un logro, pues tras la Relatio post disceptationem algunos nos quedamos preocupados. Luego, a lo largo de la segunda semana, se ha abierto ese mensaje final de presentar la belleza de la familia, de dar esperanza y llamar a vivir un amor humano en plenitud en familia». En la misma línea se sitúa el sacerdote Alfonso Fernández Benito -también auditor-, profesor de Sacramento del Matrimonio en el Instituto San Ildefonso, de Toledo, que señala que, «al paso de los días, gracias a las intervenciones de los Padres sinodales, así como a los testimonios de los matrimonios auditores, se vio que se estaba insistiendo demasiado en los problemas de la familia y se estaba dejando de lado el anuncio del Evangelio de la familia. Al final, se ha abordado la problemática, pero también se ha reflejado lo positivo, la fidelidad y el ejemplo de tantos matrimonios que son mayoría en la Iglesia».

Ni miniconcilio, ni guerra de navajas

Muchos medios de comunicación han querido ver el Sínodo como un miniconcilio en que la Iglesia reflexionaba no sobre la familia, sino sobre sí misma y sobre cómo adaptarse mejor a los tiempos de hoy. Al contrario, los españoles presentes en el mismo Sínodo confirman que la Asamblea no se ha dividido en dos, ni tampoco se puede decir que hayan surgido dos Iglesias. La profesora Carmen Peña cuenta que «los Padres sinodales no se han sentado a hablar con las navajas encima de la mesa. Lógicamente, cada uno tiene su modo de pensar a la hora de abordar estos problemas. No hubo posturas cerriles, ni inamovibles, ni tajantes. Incluso muchos Padres comentaban que habían llegado a Roma con una postura que luego matizaron al cabo de los días, gracias a escuchar las intervenciones de los demás. Durante estos días, lo que he visto ha sido mucha capacidad de escucha de los otros y de ir avanzando juntos, con una discusión muy libre, como nos pidió el Papa al principio». Y María Lacalle confirma que «he podido ver a la Iglesia pensar y reflexionar juntos para buscar soluciones pastorales para situaciones difíciles, aun teniendo distintas opiniones sobre este asunto». En cualquier caso, «parece que la única dificultad que atañe a la pastoral familiar es la de los divorciados, y esto no es cierto. Ha habido muchos otros temas presentes en el Sínodo: las familias con ancianos o con enfermos a su cargo, los matrimonios infértiles, la preparación de los novios…», dice Lacalle.

Diferentes acentos, gradualidad, hospital de campaña…

«Nunca he visto dos grupos enfrentados —señala don Alfonso Fernández—. No podemos caer en la tentación de ver dos Iglesias contrapuestas, una Iglesia de derechas y otra Iglesia de izquierdas. Creo que los medios de comunicación han distorsionado bastante el clima que hemos vivido. Todos hemos partido siempre de la doctrina del matrimonio: un hombre y una mujer, juntos para siempre y abiertos a la vida. Eso no se ha puesto en duda en ningún momento. Lo único que se ha hecho ha sido buscar la manera de llegar a los casos más problemáticos. No ha habido tanta división como se ha dicho; no ha habido una guerra, sólo diferentes acentos en torno a posturas pastorales concretas. Ha habido una comunión más plena que la que han reflejado algunos medios». Estos diferentes acentos que se han ido expresando durante los meses previos al Sínodo, en realidad han buscado unir doctrina y misericordia para proponer a todos la belleza del Evangelio de la familia, especialmente a los más alejados de este ideal concreto. Don Alfonso Fernández subraya que «el tema de fondo no ha sido la doctrina. Nadie ha puesto en duda la indisolubilidad del matrimonio sacramental. El objetivo era cómo ayudar a los más alejados a llegar a la meta, teniendo la actitud del Buen Pastor, proponiendo la ley de gradualidad para no asustar a las ovejas, al mismo tiempo que guiando, con una pedagogía paulatina, hacia el sacramento del Matrimonio, pues no hay otra plenitud del matrimonio que la dada por Cristo: aquí es donde se unen verdad y misericordia». También Carmen Peña coincide en que «nunca ha estado en peligro la doctrina. Es más, la misericordia está insertada dentro de la misma doctrina. Misericordia y acogida forman parte de la verdad». Siguiendo uno de los leitmotiv del Papa Francisco, se ha buscado la manera de mostrar a la Iglesia como un hospital de campaña, «para ver cómo llegar a personas en situaciones que no son la ideal y a las que también hay que acoger, como el buen samaritano, cargando con el sufrimiento de la gente». En esta misma idea del hospital de campaña incide también María Lacalle, pues «la Iglesia está llamada a curar, pero a curar de verdad. El Papa lo dijo en su discurso final: no se trata de tapar las heridas, sino enfrentar el dolor de las personas para que sea sanador y darle sentido».

La mejor pastoral: el Evangelio

En concreto, don Alfonso señala que, a los divorciados, «se les ha de invitar a un proceso de conversión, que lleva su tiempo y es difícil en muchos casos, pero siempre pidiéndoles vivir de forma que no contradiga el Evangelio de la familia: esto no se puede poner en duda». Y, sobre los homosexuales, afirma que «son imagen de Dios y tienen la misma dignidad que cualquier otra persona, pero no se puede conceder que una unión homosexual sea equiparable al matrimonio. Sin meterse en la conciencia de nadie, se trata de una situación muy problemática. Si están bautizados, pertenecen a la Iglesia, pero no están en comunión plena. El objetivo aquí debe ser buscar la conversión de estas personas». Y es que «no hay otra forma de vivir la plenitud del matrimonio. El único modelo es el sacramento entre hombre y mujer, como Dios quiere desde el principio. Una sana doctrina lleva a la felicidad a los hombres de nuestra época. No podemos prescindir de la fidelidad a la verdad revelada y al magisterio de la Iglesia sobre el matrimonio. Para ser pastores, hay que ser buenos teólogos, como dijo un Padre sinodal. Mala pastoral hacemos si rebajamos el Evangelio». Una de las problemáticas más comunes identificadas por la mayoría de los Padres sinodales ha sido cómo abordar la preparación al matrimonio, para que no se convierta en una mera preparación del día de la boda, sino de la vida matrimonial y familiar que viene después. Se ha insistido mucho en el enorme número de fracasos conyugales y en la importancia de hacer una verdadera preparación, «que no consiste sólo en los cursos prematrimoniales, pues hay que cuidar las preparaciones remota y próxima, presentar a la juventud el matrimonio como un camino vocacional, que los novios sean conscientes de lo que hacen… En general, para todo esto, no basta un curso de un fin de semana», señala Carmen Peña. Otro asunto que ha observado una mayor coincidencia entre los Padres sinodales ha sido el de agilizar las causas de nulidad matrimonial, pero María Lacalle añade que «es necesario abordar estos temas con más profundidad, y no sólo desde un criterio únicamente pastoral. Hay asuntos que conllevan implicaciones teológicas y jurídicas que hay que tener en cuenta; por ejemplo, para pedir que se agilicen los procesos de nulidad, como quieren algunas voces, es necesaria una formación que muchos obispos no tienen, y que es precisa para asegurar las garantías de un proceso de nulidad justo».

Un año sinodal, en camino hacia el Sínodo 2015

La Iglesia se embarca ahora en un auténtico año sinodal que concluirá en octubre de 2015 con el Sínodo ordinario sobre la familia, tras el que se espera una declaración de magisterio pontificio en forma de Exhortación apostólica postsinodal. Hay pendientes asuntos complicados de índole doctrinal y teológica, como la fe a la hora de contraer matrimonio, la Comunión sacramental y la comunión espiritual…, pero «ya sabíamos que este Sínodo no era el momento para resolver este tipo de cuestiones -señala Carmen Peña-. Esos asuntos se quieren dejar a Comisiones específicas [como la que el Papa creó el mes pasado para estudiar la manera de agilizar los procesos de nulidad matrimonial]. Este Sínodo era preferentemente pastoral; nos hemos dado cuenta de que no podemos seguir utilizando el mismo lenguaje, no podemos seguir repitiendo lo mismo a la hora de abordar los problemas de la pastoral familiar». No está claro si el trabajo de los participantes en el Sínodo va a tener alguna continuidad durante este año; ni si para el Sínodo del año que viene se va a llamar a los mismas personas que han participado en esta última Asamblea. En cualquier caso, parece que la Relatio Synodi que ha salido del Sínodo extraordinario constituirá la base de trabajo de la próxima convocatoria sinodal. Lo que toca ahora es avanzar en la comunión hacia un mismo objetivo, como señala María Lacalle: «Buscar lo mejor para la familia, con mucho celo apostólico». Eso es lo que hemos vivido durante quince días, y eso es lo que vivirá la Iglesia durante este año.

Cardenal Fernando Sebastián: «La Iglesia es fiel a Jesús y a la doctrina»

En declaraciones al programa El Espejo, de la Cadena COPE, el cardenal Fernando Sebastián, invitado por el Papa Francisco para participar en el Sínodo, ha resumido las dos semanas de trabajo de los Padres sinodales: «Hemos buscado un diagnóstico realista, saber qué pasa hoy en las familias, para después preguntarnos qué podemos hacer nosotros para llevar a los cristianos y a la humanidad entera el esplendor, la belleza y la aportación de Humanidad y de esperanza que significan el matrimonio y la familia cristiana». El cardenal Sebastián ha confirmado que «en ningún momento ha habido blandura en la transmisión de la doctrina», y que el debate sobre los divorciados casados de nuevo «no es el principal problema que afronta la pastoral familiar de la Iglesia, sino el hecho del gran número de bautizados que no se casan o lo hacen sólo civilmente, y que viven tranquilamente fuera de la Iglesia y de la gracia de Dios. Ésa es la gran angustia y la preocupación de la Iglesia». En estos casos, «querer comulgar no puede ser un capricho, sino que lo mejor es querer volver a la comunión plena en la Iglesia». Por último, el cardenal Sebastián ha rechazado interpretaciones arbitrarias en torno al Sínodo, al afirmar que, «a los que temen que la Iglesia abdique de su doctrina, les digo que no tengan ese temor; y a los que lo desean, les digo que lo van a desear inútilmente. La Iglesia será fiel a Jesús y desde la doctrina buscará la manera de acercarse a todas las personas, estén donde estén».