El Papa configura su nuevo equipo de colaboradores - Alfa y Omega

El Papa configura su nuevo equipo de colaboradores

Cinco meses y medio después de su elección como sucesor del apóstol Pedro, el Papa Francisco ha elegido a quien será su mano derecha en el gobierno de la Iglesia. El 31 de agosto, el Vaticano confirmaba que el próximo Secretario de Estado será el arzobispo italiano Pietro Parolin, de 58 años, quien desde hace cuatro se ha curtido como Nuncio apostólico de Benedicto XVI en la Venezuela de Hugo Chávez Chávez y Maduro. El día anterior, el Papa nombraba a un español, el sacerdote don Fernando Vérgez Alzaga, miembro de los Legionarios de Cristo, como número dos del Gobierno de la Ciudad del Vaticano. El Papa configura así su equipo más cercano de colaboradores en Roma. Y, en pocas semanas, reunirá, por primera vez, al grupo de ocho cardenales de todo el mundo que le asistirá en el gobierno de la Iglesia

Redacción
El Papa Francisco saluda a los fieles el pasado 15 de agosto, el único día que pasó en Castelgandolfo

Nacido en el norte de Italia, en Schiavon, Vicenza, Pietro Parolin es hijo de un comerciante de ferretería y de una maestra de escuela. El fallecimiento de su padre le sorprendió cuando tenía tan sólo diez años, quedando huérfano junto a una hermana y un hermano, que en ese momento sólo tenía ocho meses. Tras entrar al seminario de Vicenza a los 14 años, y ser ordenado sacerdote en 1980, desempeñó su ministerio como vicepárroco durante dos años, hasta que su obispo le propuso pasar a formar parte de la Academia Pontificia Eclesiástica, en la que se forman los futuros nuncios apostólicos y representantes del Papa. Al terminar los estudios, desempeñó su servicio al Papa en las representaciones pontificias de Nigeria y México, donde descubrió su pasión misionera por Iberoamérica, así como en la Secretaría de Estado del Vaticano. Durante su trabajo en Roma, de 1996 al año 2000, fue director de Villa Nazaret, una residencia universitaria para estudiantes provenientes de familias desfavorecidas.

El 30 de noviembre de 2002 fue nombrado subsecretario de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, dedicándose en particular a las relaciones con los países asiáticos, en concreto Vietnam y China. Durante esta etapa, Parolin se convirtió en el hombre del Papa que guió los esfuerzos para la aprobación y puesta en marcha del Tratado de No Proliferación Nuclear. El 17 de agosto de 2009, Benedicto XVI le confió una misión particularmente difícil al nombrarle nuncio apostólico en Venezuela, donde la Iglesia sufría continuamente los ataques verbales y medidas discriminatorias de parte del Presidente Hugo Chávez. Fue ordenado obispo en la basílica de San Pedro del Vaticano por el mismo Benedicto XVI el 12 de septiembre sucesivo.

En su primera entrevista, tras hacerse público su nombramiento, monseñor Parolin reconocía, en un estudio de televisión de Caracas, que «el reto del pontificado es la evangelización» y «formar cristianos que sean verdaderamente tales porque hacen una experiencia muy profunda de Jesucristo, se enamoran de Él; la vida cristiana es una vida de amor, no es el cumplimiento de ciertos ritos y normas, sino encontrar a la persona viva de Jesucristo, y sentir la urgencia de compartir con los demás este descubrimiento. De aquí nace la evangelización».

Balance del cardenal Bertone

Monseñor Parolin sustituye a partir del 15 de octubre al cardenal Tarcisio Bertone, que ha desempeñado el cargo de Secretario de Estado en un momento sumamente difícil, en el que estalló el caso de Vatileaks, la fuga de noticias a los medios de comunicación por parte del mayordomo del Papa. Al día siguiente del anuncio de su renuncia, el cardenal Bertone, en un encuentro informal con los periodistas, afirmaba: «Siempre lo he dado todo, aunque ciertamente he tenido mis defectos. Si tuviera que volver a pensar ahora en ciertos momentos, actuaría de otro modo. Pero esto no quiere decir que no haya tratado de servir siempre a la Iglesia».

«Por una parte parece que el Secretario de Estado decide y controla todo, pero no es así», añadía el cardenal Bertone. «Ha habido casos que se han escapado, pues esos problemas estaban como sellados dentro de la gestión de ciertas personas que no se ponían en contacto con la Secretaría de Estado». Y añadía: «El balance de estos siete años lo veo positivo. Naturalmente, ha habido muchos problemas, especialmente en los dos últimos años; me han lanzado acusaciones… Una red de cuervos y víboras… Pero esto no debería ofuscar lo que considero un balance positivo». Y concluyó: «A veces hay balances viciados por los prejuicios. Un balance honesto no puede dejar de tener en cuenta el hecho de que el Secretario de Estado es el primer colaborador del Papa, un ejecutor leal y fiel de las tareas que se le encomiendan. Algo que he hecho y que haré. El Secretario de Estado trabaja en equipo, se trabaja en un equipo de cinco personas. Es un grupo bonito, que trabaja muy unido».

Monseñor Pietro Parolin, el nuevo Secretario de Estado del Papa

Precisamente en el mismo día del nombramiento de monseñor Parolin, el Vaticano anunciaba que el Papa confirmaba en sus cargaos al resto de los miembros de ese equipo. Se trata, en primer lugar, del arzobispo italiano monseñor Giovanni Angelo Becciu, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, con quien el Papa despacha buena parte de los asuntos ordinarios del gobierno de la Iglesia. Como ministro de Exteriores, esto es, secretario para las Relaciones con los Estados, el Papa ha confirmado al arzobispo francés monseñor Dominique Mamberti, nacido en Marruecos en el seno de una familia francesa. El Santo Padre también ha confirmado como Prefecto de la Casa Pontificia, es decir, la persona que se encarga de organizar los encuentros oficiales del Papa, al Secretario de Benedicto XVI, monseñor Georg Gänswein. Este equipo, sumamente internacional, queda completado por el sacerdote estadounidense Peter Wells, mano derecha de monseñor Becciu, y por el sacerdote maltés Antoine Camilleri, mano derecha de monseñor Mamberti.

Un español junto al Santo Padre

El día anterior al nombramiento de monseñor Parolin, el Papa sorprendía al hacerse público el nombramiento, como secretario general de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, del sacerdote don Fernando Vérgez Alzaga, Legionario de Cristo, nacido en Salamanca en 1945. Trabaja en la Santa Sede desde 1972, donde fue durante años el fiel secretario del cardenal Eduardo Pironio, en proceso de beatificación, una de las figuras más destacadas de la historia de la Iglesia en Argentina, y que fue presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos. En este cargo, junto al cardenal Pironio, el padre Vérgez trabajó en la creación de la primera Jornada Mundial de la Juventud, en 1985. Posteriormente, Juan Pablo II nombró al padre Vérgez jefe de la Oficina de Internet, de la Santa Sede, y posteriormente director de la Dirección de Telecomunicaciones del Estado de la Ciudad del Vaticano. El nombramiento del Papa a este español es sumamente significativo, pues de él dependerá el funcionamiento de las instituciones administrativas del Estado más pequeño del mundo, que generaron las polémicas que dieron pie al Vatileaks, al que hacía referencia el cardenal Bertone.

Más colegialidad

Este equipo de colaboradores asistirá ahora al Papa en el gobierno ordinario de la Iglesia. Sin embargo, uno de los retos del nuevo pontificado es hacer efectiva una mayor colegialidad, para que pueda ser mejor escuchada la voz de las Iglesias locales.

A inicios del mes de octubre, se reunirá por primera vez en Roma la comisión de ocho cardenales de diferentes partes del mundo que el Papa Francisco ha nombrado para ayudarle en la tarea de reformar la Curia del Vaticano y asistirle en el gobierno de la Iglesia. En estos primeros meses, la comisión ha recogido material e información para poder llevar al Papa unas bases concretas de trabajo, información que será decisiva para que el Papa tome decisiones con conocimiento de causa. Una tarea que está llevando adelante con la misma determinación, serenidad y sencillez, que el resto de su ministerio como obispo de Roma.

Un verano de trabajo

Fiel a la costumbre que seguía como arzobispo de Buenos Aires de no tomar vacaciones, el Papa Francisco ha renunciado a trasladarse al palacio de Castel Gandolfo, residencia veraniega de los Pontífices, para poder desarrollar en Roma su actividad. Así, sólo una semana después de regresar de la JMJ de Río de Janeiro, el 8 de agosto, se hizo público el Motu proprio firmado por el Santo Padre para prevenir y combatir el blanqueo de dinero, la financiación del terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva. En realidad, aunque el Vaticano no tenga vinculación con estas actividades, de esta forma, la Santa Sede cumple con las recomendaciones internacionales establecidas por el Comité Moneyval, del Consejo de Europa. Antes del verano, Moneyval había señalado que la falta de controles exhaustivos en el Vaticano, implicaba que nadie podía garantizar cuál era el destino último del dinero que gestionan ciertas entidades sin ánimo de lucro incardinadas en el Estado Vaticano. Por eso, este Motu proprio supone un paso más en el esfuerzo «para que haya absoluta transparencia y no quede ni rastro de duda sobre las actuaciones de la Santa Sede», como dijo el cardenal español Santos Abril, en una entrevista concedida a Aragón Radio. Además, en ese mismo Motu proprio ha quedado instituido el Comité de Seguridad Financiera, CSF, que coordinará y auditará todas las actividades económicas de la Santa Sede. Con todo ello, el Papa Francisco avanza en el camino que inició Benedicto XVI en 2010, cuando creó la AIF, la Autoridad de Información Financiera, ante la cual, ahora, no sólo tendrán que rendir cuentas de sus actividades y presupuestos los estamentos de la Curia, sino también todas las fundaciones y entidades sin ánimo de lucro que tengan titularidad canónica y su sede jurídica en la Santa Sede. El director de la AIF, René Brülhart, explicó a Radio Vaticano que resulta «fundamental haber creado los instrumentos justos para que —aunque esperamos que no vuelvan a repetirse—, si ocurrieran de nuevo historias feas o si se presentaran otra vez circunstancias como las ya vistas (en determinados escándalos económicos), tengamos los instrumentos aptos para intervenir de manera concreta e incluso proactiva». Esta decisión viene a sumarse a otras dos de relieve, adoptadas por el Papa Francisco: la creación de dos organismos que están investigando y estudiando, uno, la reforma de la estructura económica de la Santa Sede, y el otro, las actividades del IOR, el llamado Banco Vaticano. Gracias a sus trabajos, el Papa podrá diseñar, con su nuevo equipo, una estructura institucional más operativa, transparente y evangélica, y demuestra que, en un brevísimo espacio de tiempo, la Santa Sede se ha provisto de las herramientas que garanticen la total transparencia y ejemplaridad de las instituciones pontificias.

Como su ausencia de Castel Gandolfo generó cierta frustración entre los habitantes de la localidad, el Santo Padre pasó allí el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen, y allí celebró la Eucaristía, saludó a los fieles y mantuvo una reunión con miembros de la Curia, entre ellos los cardenales Tarcisio Bertone (aún secretario de Estado) y Ángelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio. Ese mismo día, visitó un convento de clarisas a las que, como explicó la madre abadesa, les recordó su vocación con una historia «que nos hizo reír y llorar de emoción»: cuando, en el cielo, san Pedro no deja pasar a algunas almas, la Virgen sufre y, por la noche, abre las puertas y las deja entrar. Así, el Papa recordó a las religiosas que su labor es velar para abrir las puertas del cielo a todos los hombres, aun cuando no lo saben, y les encomendó que orasen por la Iglesia en estos momentos de cambios.