No hay paz en el corazón de la Humanidad - Alfa y Omega

No hay paz en el corazón de la Humanidad

La amenaza a la paz en Siria, la vivencia permanente de la JMJ y las prioridades apostólicas de la Misión Madrid son puntos de reflexión del cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, en esta conversación con Alfa y Omega ante el comienzo del nuevo curso

Redacción
Refugiados sirios cruzan la frontera a Iraq, el pasado 19 de agosto

Con motivo de la tremenda tragedia del 11S de 2001 intervino usted en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, con una reflexión a la luz de la doctrina social de la Iglesia. Sobre los problemas de la paz y la justicia internacionales dijo que el Evangelio es fuente y garantía de paz. ¿Piensa lo mismo ante la tragedia de Siria y de Oriente Medio? ¿Ve motivos de esperanza?
Es exactamente lo mismo. Es verdad que las circunstancias concretas de la problemática del 11S y las de hoy de la situación de Siria y de Oriente Medio no son las mismas, aunque no dejan de estar relacionadas. En cualquier caso, si no se proyecta sobre esa problemática la luz de la verdad de Dios y la verdad de Jesucristo y del misterio de la Cruz como misterio salvador, estos problemas difícilmente serán resueltos. La llamada del Papa a toda la Iglesia, y a través de la Iglesia a toda la Humanidad, para buscar el camino de la oración, de la austeridad y de la renuncia a objetivos de puros intereses políticos y económicos está justamente en ese camino iluminado por la fe, que el Concilio Vaticano II había abierto, como ayuda para el mundo ante la amenaza de una tercera Guerra Mundial, que no era algo imposible, que no podía darse nunca, sino que era un peligro para toda la Humanidad. También es cierto que los peligros para la paz han aumentado, se han multiplicado, como se puso de manifiesto en el 11S, y en el 11M de Madrid. Se dan muchas lacras que el Papa Francisco apuntó en varias ocasiones durante sus discursos en Río de Janeiro. Ha denunciado a los traficantes que negocian con bienes preciosos para la subsistencia de la Humanidad, con las fuentes de la energía, y con las posibilidades de responder a las necesidades materiales, el hambre en el mundo, que no acaban de ser satisfechas y que son un peligro para la paz. Por tanto, sí existen peligros para la paz, como es el caso de la guerra de Nigeria, los conflictos de todo el Oriente Medio y el norte de África y otros lugares del mundo. Ya no hay esa paz elemental en muchos sitios. Por supuesto no hay paz en el corazón de la Humanidad de nuestro tiempo, que está tan absorbida y tan cargada por proyectos de futuro en los que la dignidad de la persona humana y el bien común están muy lejos.

Nuestra Iglesia diocesana se une a la iniciativa del Papa, a la Jornada de oración y ayuno, el próximo sábado.
Nosotros queremos que en todas las diócesis, en las parroquias, en todas las Iglesias de Madrid, este sábado 7 de septiembre se ore por la paz, de acuerdo con el Santo Padre. Ahí dejamos que los párrocos y los responsables pastorales de las comunidades de la diócesis de Madrid tomen la iniciativa. Todavía estamos comenzando el curso y las vacaciones son aún un factor que determina la vida ordinaria de las comunidades parroquiales. Luego queremos que la Eucaristía del día 8, fiesta de la Natividad de la Virgen María, Reina de la Paz, sea un poco el momento culminante.

Ante la explosión de fe y de gracia que fue la JMJ de Río, ¿existe el peligro de quedarse en fuegos artificiales, como el Papa Francisco ha alertado? ¿Qué hacer para evitarlo?
Es verdad que siempre se puede dar ese peligro después de las JMJ, se ha dicho muchas veces al final de las mismas. Pero la historia de ellas, y el hilo conductor que las enlaza unas con otras, demuestra que nunca se ha quedado en fuegos artificiales. Tanto es así que, si uno compara la situación de la relación de los jóvenes con la Iglesia en los años 1984, 86, 87, con la situación de la relación de la juventud con la Iglesia en año 2013, creo que hemos dado un avance espectacular. Se puede hablar de la realidad de una juventud católica presente en todo el mundo, en todas las naciones, en todos los continentes y que constituye, para el futuro de la Humanidad, uno de los aspectos más esperanzadores en el panorama mundial e internacional.

Ante el nuevo curso que comienza, ¿qué es lo prioritario en nuestra Iglesia, en el marco de la Misión Madrid?
Hay varios aspectos, uno es considerar y profundizar en el anuncio de la fe, por tanto, en el anuncio de Jesucristo, que vivimos con tanta intensidad en la preparación y desarrollo de la Jornada Mundial de Madrid, camino de Río, con atención especial a los jóvenes, sobre todo en ese momento de la adolescencia y la preadolescencia donde se forman, donde viven nuevas experiencias, y donde también sufren, pero mantienen la esperanza, la ilusión, el dinamismo. Por lo tanto, es prioritaria la misión en el mundo escolar, en el mundo de la enseñanza de los jóvenes de una manera muy directa, haciendo memoria de lo que vivimos en la Misión Joven después de la JMJ de Madrid y en la Misión universitaria. Y luego, es prioritaria la atención y la presencia en las parroquias, eso que el Papa Francisco tanto subraya: hay que salir de la Iglesia encerrada en sí misma, hay que vivir misioneramente el tesoro del don de la fe que tenemos. En el Mensaje para la JMJ de Río de Janeiro, el Papa Benedicto dijo que si no somos capaces de dar a Dios, poco damos. Si damos a Dios, lo damos todo. El Papa Francisco también lo ha dicho muchas veces en Río. Es curioso cómo a veces se aminora, se minimiza lo que dice el Papa Francisco, y lo que ha dicho en Río es bellísimo. Como ejemplo, Cristo que se da, que se da a sí mismo en la Cruz, y la Cruz es victoriosa, la victoria es el resultado final, y debemos dar dando lo mejor de nosotros mismos, el don de la fe que da esperanza y caridad.