El matrimonio en la pequeña pantalla - Alfa y Omega

El matrimonio en la pequeña pantalla

Javier Alonso Sandoica

Parece que vuelve Estudio 1 a la pequeña pantalla. Uno lo dice bajito y así, de primeras y por lo breve, porque no se lo termina de creer. Que TVE apostara de nuevo por llevar adelante proyectos teatrales de forma continuada sería una maravillosa noticia. Y digo de forma continuada con toda la intención, porque lo fácil sería acometer un par de producciones facilonas, de accesibilidad garantizada, no muy costosas, y asunto arreglado. Sin embargo, el desafío radica en poder ofrecer una vez al mes adaptaciones teatrales de calidad para la televisión.

Por lo que ha aparecido, la obra con la que arrancará el nuevo Estudio 1 será Pareja abierta, del Premio Nobel de literatura Darío Fo, la realización correrá a cargo de Adolfo Dufour y los intérpretes serán Pepe Sancho y Rosa María Sardá. La historia se mueve en torno a dos únicos personajes, un hombre y una mujer que, en palabras de su autor, «buscan librarse de las ataduras del matrimonio», eso sí, todo ello regado con el aceite de la ironía. Es una pena que los responsables de la selección de estas primeras producciones a acometer hayan optado por este trabajo de Fo donde, como viene siendo recurrente en la obra de su autor, el matrimonio es un lastre de vicios, una institución trufada de adherencias atávicas y, en definitiva, un mal proyecto con el que encauzar las relaciones humanas. Y esto me da pie para preguntar en voz alta si nadie es capaz de definir cumplidamente el regalo del matrimonio desde el teatro, el cine o la televisión, ya que siempre nos topamos con esa mirada irónica sobre la fidelidad conyugal que la lesiona desde el mismísimo solar donde se asienta. Y lo curioso es que el espectador digiere sin advertir que le están segando la hierba bajo sus pies. Para irnos a terrenos mucho más pueriles, el programa-río de José Luis Moreno, que se emite en la misma televisión pública, cuenta con una serie de escenas de matrimonio en las que se observa el paso de los años de diferentes parejas. Las conversaciones tienen lugar en la cama y el objetivo es siempre el mismo, mostrar que el matrimonio embrutece las relaciones, que el paso de los años y la fidelidad provocan el nacimiento de una tupidísima tela de araña de hastío entre el marido y la mujer. Sí, el espectador se ríe, con ese humor de primer escalón y bajo presupuesto, pero uno se va a la cama con menos entusiasmo para llevar adelante el reto diario de la convivencia matrimonial, porque la tele te cuenta que las primeras alegrías tienen fecha de caducidad.

Es una pena que hoy existan pocas voces que hablen con entusiasmo del matrimonio. Tendríamos que remontarnos a la pluma genial e irónica como pocas de Chesterton, para encontrarnos a un líder de masas que hablaba con verdadero entusiasmo del matrimonio. Quizá el entusiasmo de Chesterton es el que hace falta en nuestros días para saber programar en una televisión que tenga por objetivo transmitir al público principios verdaderamente humanos desde una perspectiva completa.