Para ser feliz de veras - Alfa y Omega

Para ser feliz de veras

Colaborador

Cuando sales los fines de semana para divertirte, para ir de marcha, y te pasas la noche bebiendo y con los amigos, volviendo a casa al amanecer, ¿cómo es posible que no notes el vacío? El tremendo vacío que tienes y que sólo intentas llenar esperando que llegue de nuevo el próximo fin de semana, para llenarte con otra fiesta, más música, más bulla, más ruido y más amigos, y así todos los fines de semana; y después, el mismo vacío, la misma sensación de necesitar una nueva fiesta, unos nuevos amigos, para poder ser feliz.

Todo hombre, todo ser vivo, ha sido creado por Dios y, como tal, es heredero de su creador, todo lo que su creador ha puesto en él lleva su sello, su firma, y en el hombre ese sello cubre todo el alma.

Esta alma inmortal no es feliz, si no es amando a su Creador y a las criaturas que Él ha creado.

Si buscas la diversión, la felicidad, la alegría al margen de Dios, de Él, que creó tu alma a imagen suya, nunca podrás ser feliz, siempre tendrás esa necesidad de más marcha y más diversión, todas las veces sin conseguirlo. Créeme, no te estoy mintiendo, acércate a una iglesia, mira al sagrario, allí está tu Creador, pídele ayuda de la misma forma que se la pides a tus padres o a tus amigos, y aunque no salgan palabras de su boca, aunque parezca que no te habla, insiste, los jóvenes sois muy insistentes cuando os lo proponéis, si te parece que no te escuchó, vuelve otra vez al sagrario y no te quepa la menor duda de que está escuchándote, aunque no hable, aunque no habléis ni tú ni Él, no te importe, que también sabe escuchar tus silencios; cuando tu insistencia sea tan grande, su misericordia lo será aún más; cuando Él vea que deseas ser feliz y necesitas que te dé la fórmula Él, que te ha creado y sabe de qué forma puedes ser feliz, te lo hará saber, y descubrirás que es mucho más sencillo de lo que te imaginabas.

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Yo soy madre, y como tú he sido joven, también divertirme, porque la alegría y la diversión forman parte del legado de Dios. Sólo tienes que divertirte de forma que no te hagas daño, porque si te haces daño a ti, le estarás haciendo daño a Él, que entrega su vida para que la felicidad que buscas sea para toda la eternidad.

El gran error de nuestra vida es hacer las cosas, todas las cosas, como si Dios no existiera o como si, existiendo, fuera una imagen de barro o un Dios tan en lo alto, que no se hace cercano para cogernos la mano; a veces mi Dios mudito, como yo le llamo, se hace tan cercano que sería un pecado muy grave ignorar su existencia. Pero para verle así de cercano, somos nosotros los que tenemos que acercarnos, porque Él siempre está a nuestro lado.

Deseando que seas muy feliz, me despido con la esperanza de que hayas sido capaz de leer mi carta hasta el final.

Una madre.

María Jesús Alcázar