Una causa sin causa - Alfa y Omega

Cuando Félix Liquiano, un vasco de ideología anarquista, diseña el icono de ETA, no se olvida de la simbología de una serpiente que proclama el dogma de que, «si alguien se apodera de tu tierra por la fuerza, no te la va a entregar. Y tienes derecho a responder con la fuerza». La serpiente periodística del verano se ha ocupado de los procesos políticos y judiciales de deslegitimación pública del entorno de ETA, en el círculo vicioso del denominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco.

Las líneas paralelas de las actuaciones del juez Baltasar Garzón y del desarrollo y aplicación de la Ley de Partidos contribuyen, de forma definitiva, al proceso de clarificación argumental de las grandes mentiras de la historia construidas por esa causa sin causa que es y representa ETA y su entorno.

Los primeros días de agosto se nublaron con el atentado de Santa Pola (Alicante). La condena del atentado por parte del arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Rouco Varela, fue inmediata y clarificadora, como sus palabras en el marco de los cursos de verano de El Escorial, a la pregunta de los periodistas. Según la información del diario La Razón del día 10 de agosto, firmada por Eva Muñoz, el cardenal Rouco señaló: «El Estado tiene la responsabilidad y el deber de velar eficazmente y garantizar los derechos fundamentales de la persona a la vida y a la libertad y, para ello, tiene que usar todos los medios que el ordenamiento jurídico pone a su disposición. En España, ciertamente, tenemos como punto de partida para conseguir ese ordenamiento justo una Constitución que hemos aceptado todos, y la Iglesia desde el primer momento». Sin embargo, el cardenal Rouco recordó que la Conferencia Episcopal Española «no encuentra ninguna objeción desde el punto de vista de los derechos humanos y de la ley moral en la Ley de Partidos», y así lo manifestó a través de su Comité Ejecutivo, «aunque de forma implícita —admitió el prelado— y por eso, quizá, no suficientemente comprendida». El Presidente de la Conferencia Episcopal Española se refirió también al Plan de Acción Pastoral para el próximo cuatrienio aprobado por la institución el pasado mes de febrero, en el que se aborda «de forma doctrinal el problema del terrorismo, clarificando de forma neta, desde el punto de vista de la Ley de Dios y de la concepción cristiana del hombre, lo antimoral y lo anticristiano que es el terrorismo y, concretamente, nuestro terrorismo, el de ETA».

El diario ABC del sábado 10 de agosto ofrecía la siguiente información de la presencia del arzobispo de Pamplona, monseñor Fernando Sebastián, en los cursos de verano de la Universidad Menéndez Pelayo: «En su conferencia, monseñor Sebastián defendió que la simple existencia de ETA genera obligaciones morales para todos, a la Iglesia, a los obispos, a los cristianos y a los políticos de todos los partidos políticos, nacionalistas y no nacionalistas. Del mismo modo, apuntó que no se puede seguir viviendo como si ETA no existiera, porque es una amenaza para muchos. Todos somos responsables de defender la vida de los amenazados. Finalmente, Sebastián hizo hincapié en que ETA ha perdido la batalla moral porque hoy no hay nadie decente que legitime sus acciones».

Un hito más de la inequívoca postura de la Iglesia, y de sus hombres, es la homilía del obispo de Bilbao, monseñor Ricardo Blázquez, en la misa de la celebración de la Virgen de Begoña, patrona de Bilbao, que reproducimos tomada del texto original gracias a los buenos oficios de la Delegación de medios de la citada diócesis: «Junto a la Madre de Dios y nuestra Madre reforzamos los lazos de hermanos y hermanas. ¡Que broten sin cesar en nuestro corazón sentimientos de paz, que la paz de Dios custodie nuestros pensamientos, que nuestros labios hablen palabras de verdad, libertad y respeto, que con nuestras acciones cotidianas seamos pacificadores, que de cara al futuro compartamos proyectos de paz! Los valores de justicia y amor arraigados en el espíritu son insustituibles para construir la vida social sobre cimientos sólidos.

No matarás es el mandamiento de la Ley de Dios, inscrito también en la conciencia de todo hombre, a través del cual manifiesta el Señor cómo ama, custodia y defiende la vida de todos sus hijos. Dios mismo se hace garante de la dignidad inviolable de toda persona (cf. Gén 4, 1ss.) Por desgracia, tenemos que repetir una vez más no matarás ante los asesinatos terroristas, ante la tremenda ofuscación de la mente y la gravísima inmoralidad que implica el disponer de la vida de las personas como instrumento para alcanzar objetivos políticos. El hombre y la mujer en su dignidad personal son el sujeto de todas las instituciones sociales. Por esto, es prioridad básica, en la que todos los ciudadanos de paz debemos estar unidos, el que la organización terrorista ETA deje de existir. En la fiesta de la Virgen de Begoña, aquí en su santuario, quiero recordar, apoyar y encomendar a la protección de la Madre de Dios a las víctimas del terrorismo y a sus familias; a los supervivientes de atentados que han dejado en su cuerpo y en su espíritu profundas heridas; a los amenazados por la violencia persecutoria, que pone en peligro su vida, inquieta diariamente a las familias, recorta injustamente su libertad y los impulsa a veces a dejar, con profundo dolor, su pueblo buscando seguridad en otros lugares. En cada persona amenazada somos todos amenazados en nuestra libertad y en nuestro futuro. ¡Que nadie por defender opciones legítimas se exponga a tener que soportar una vida penosa, sometida constantemente a la persecución de otras personas».

El lunes 12 de agosto, un esclarecedor artículo de Ignacio Sánchez Cámara, en el periódico de Prensa Española, titulado Claridad episcopal, ponía el dedo en la llaga. Decía: «La amenaza criminal del terrorismo obliga a una toma de posición moral inequívoca, con independencia de la eventual adhesión a los fines secesionistas del nacionalismo. Lo que está en juego no es la licitud de ciertos fines políticos, sino el carácter inmoral de unos medios criminales. Estas declaraciones, tan irreprochables, moralmente como algo tardías, deben contribuir a aclarar las conciencias de los católicos, y, especialmente, las de los que se sienten inclinados hacia las tesis del nacionalismo vasco. Que la vida humana se encuentra muy por encima de cualquier objetivo político, por legítimo que éste pueda ser, es algo tan claro para la moral que la menor duda sobre ello entraña un atentado contra la dignidad humana.

No es probable que estas declaraciones episcopales encuentren una recepción tan generosa como la que obtuvo la descarriada pastoral. El progresismo rampante distingue con el silencio los muchos aciertos de la Iglesia y difunde con devoción sus errores, mucho menos frecuentes. Es la ley de hierro del progresismo reaccionario».

Mingote en ABC
Mingote en ABC