Sistach defiende las opciones al 27-S que respetan la dignidad de «personas y pueblos» - Alfa y Omega

Sistach defiende las opciones al 27-S que respetan la dignidad de «personas y pueblos»

Dice que La Mercè conecta lo religioso con lo ciudadano y pide actitud de acogida con los refugiados

Europa Press
Foto: Europa Press

El cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, ha defendido este jueves en la misa de La Mercè la legitimidad moral de todas las opciones políticas que se presentan a las elecciones de este domingo que se basen en el respeto «de la dignidad inalienable de las personas y los pueblos, y que busquen con constancia la paz y la justicia».

Ha recordado que los obispos catalanes han descartado que la Iglesia deba proponer una opción concreta, en una misa por la patrona de la capital catalana y de la provincia eclesiástica de Barcelona a la que ha asistido el presidente de la Generalitat, Artur Mas; la del Parlament, Núria de Gispert, los consellers Meritxell Borràs y Germà Gordó y el inspector general del Ejército de Tierra, Ricardo Álvarez Espejo.

También han asistido otras autoridades militares y políticas y concejales del Ayuntamiento -entre ellos, Xavier Trias (CiU), Alfred Bosch (ERC), Jaume Collboni (PSC), Alberto Fernández (PP) y ediles de C’s, sin que haya acudido la alcaldesa, Ada Colau-, ante los que Sistach ha destacado que la Fiesta Mayor representa «la conexión de lo que es religioso con lo que es ciudadano».

«La presencia de las autoridades y de la ciudadanía en esta celebración religiosa pone de relieve una doble convicción: que se está asistiendo a un acto que pertenece a la religión católica, pero que también pertenece a la cultura de la ciudad, a la historia de esta ciudad», ha destacado en la primera misa de La Mercè desde 1698 que no organiza el Ayuntamiento, por la voluntad de Colau de respetar la aconfesionalidad de las instituciones.

Sistach ha pedido reflexionar sobre cómo sería Barcelona sin la labor que ha llevado a cabo la comunidad religiosa con los desfavorecidos, aunque haya otras instituciones que trabajan en el ámbito: «Sería una ciudad pobre», ha sentenciado.

Refugiados

Ha centrado su homilía en los pobres y en los «inmigrantes y refugiados, que se ven obligados a dejar su familia, casa y patria para buscar empleo por falta de trabajo en su lugar de origen o para huir del peligro de morir a causa de las guerras», y ha pedido una actitud de acogida por parte de todos.

«Es necesaria una fecunda colaboración y trabajo conjunto entre administración, instituciones religiosas y sociales y ciudadanos» para paliar una situación que considera que ha provocado imágenes escalofriantes que cree que deben combatirse a nivel internacional.

Especulación y mercados

Ha avisado de que la asistencia es necesaria por la urgencia de la situación, pero que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciado a la autonomía absoluta de los mercados y a la especulación financiera atacando a las causas estructurales de la desigualdad, no se resolverán los problemas del mundo».

Sistach ha resaltado que, para la Iglesia, la defensa de los pobres es «una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica», tras lo que ha recordado que el Papa Francisco desea una Iglesia para los pobres.

Ha señalado que la Orden de la Merced se fundó para liberar a presos cristianos y que, «de forma ininterrumpida hasta hoy, los mercedarios llevan su mensaje liberador a prisiones, campos de refugiados, niños en la calle, víctimas del tráfico de personas, asilos y hospitales en el más absoluto silencio y anonimato».

Defiende que el servicio de la Iglesia a la sociedad es muy positivo, por lo que no se debe relegar a la intimidad de las personas sin que influya en la vida social: «Una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo», ha dicho en una misa que ha llenado la basílica de La Mercè y, a diferencia de años anteriores, no ha congregado protestas en su exterior.

Homilía del cardenal arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach en la solemnidad de la Virgen de la Merced

Nos hemos reunido con alegría en esta querida Basílica de la Virgen de la Merced para celebrar la fiesta de nuestra Patrona que es la Patrona de la ciudad de Barcelona y de la provincia eclesiástica de Barcelona integrada por la archidiócesis barcelonesa y las diócesis de Sant Feliu y Terrassa.

Es una fiesta de nuestra ciudad, por eso ciudadanos y autoridades nos unimos para alabar a nuestra Patrona y para agradecerle su ayuda que ha ido concediendo a las personas e instituciones de nuestra querida ciudad condal y que como Madre amorosa continúa haciéndolo, con la misma actitud que tuvo en aquellas bodas de Caná de Galilea, como hemos escuchado en el evangelio de hoy. Desde 1637, cuando fue nombrada patrona de Barcelona por el Consejo de Ciento, los barceloneses le rinden anualmente homenaje y por eso organizan las fiestas ciudadanas que lo acompañan.

La Virgen de la Merced promovió el nacimiento de la Orden de los Mercedarios el 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de nuestra Catedral, que fue románica, de Barcelona, inspirando a San Pedro Nolasco a crear la familia mercedaria con una finalidad muy necesaria en aquel tiempo, y muy actual hoy. Esta realidad de Iglesia nació para liberar a los cautivos que vivían sin libertad en las cárceles de la morería. El Padre Miguel de Esplugues nos dice que Nuestra Señora Santa María dignó a descender en Barcelona no en faisán de amazona espiritual, o sea, como capitana esforzada de cabeza de linaje de tropa, sino como suavísima redentora de cautivos . Por ello, los mercedarios realizaban este servicio de una manera muy catalana, comerciante con quienes tenían encarcelados los cristianos y, en todo caso, si ello fuera necesario, dándose ellos mismos en rescate de los que gemían en las cárceles de la morería ( Cf. Nuestra Señora de la Merced). De manera ininterrumpida hasta hoy cientos de mercedarios y mercedarias llevan su mensaje liberador en las cárceles, campos de refugiados, niños de la calle, víctimas del tráfico de personas, asilos, hospitales … en el más absoluto silencio y anonimato. En la fiesta de la Virgen de la Merced, patrona del mundo de las prisiones, hay que pensar en esta familia mercedaria y en todas las personas vinculadas a las prisiones, pidiendo la intercesión de su patrona por todos ellos.

Esta fundación barcelonesa es una manifestación más del servicio que la Iglesia y los cristianos realizamos a las personas y a la sociedad. Pone de relieve la multitud de realidades, grupos e instituciones de Iglesia que han ido y van dando respuesta a las necesidades espirituales, sociales y materiales de la gente. Para tomar mayor conciencia es suficiente pensar qué sería de nuestra ciudad de Barcelona y tantísimas otras del mundo sin las parroquias, las comunidades religiosas, Cáritas, grupos e instituciones eclesiales, en el campo de la espiritualidad, de la pobreza y la marginación, de la enseñanza, los enfermos, los ancianos, de la cultura, etc. Sería una ciudad pobre aunque también hay otras realidades que trabajan en estos campos.

María en las bodas de Caná pidió a Jesús que solucionara el problema que tenían aquellos novios, porque ella participó en aquellas boda con una presencia amorosa a los esposos, atenta a sus necesidades, solidaria de sus dificultades, y también con una presencia de fe, creyendo que Jesús, el Hijo de sus entrañas virginales, era hombre y Dios y podía solucionar ese problema de los nuevos esposos.

El Papa Francisco nos ha marcado el programa para toda la Iglesia: evangelizar, salir a las periferias con una actitud samaritana. Tiene muy presente a los pobres. Por eso en su documento programático La joya del Evangelio, nos habla de la dimensión social de la evangelización porque si esta dimensión no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora (cf. EG 176).

Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Por eso el Papa quiere una Iglesia para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos. Es necesario que nos dejamos evangelizar por los pobres (EG 198).

Estamos viviendo con dolor el sufrimiento de muchas familias y personas, inmigrantes y refugiados, que se ven obligadas a dejar familia, casa y patria, para buscar trabajo debido a la falta de trabajo en su lugar de origen o para huir del peligro de morir a causa de las guerras. Y lo hacen como pueden y con mucho sacrificio y dolor. Las imágenes estremecedoras interpelan nuestra conciencia y nuestros sentimientos humanitarios: son no sólo hombres y mujeres, sino también muchos niños y familias. Esto demanda una actitud de acogida por parte de todos y de ayuda a estos hermanos nuestras necesidades. Hay una fecunda colaboración y trabajo conjunto entre administración, instituciones sociales y ciudadanía. Ya se está trabajando en este sentido. El Papa Francisco ha dicho estas palabras: «Que bonitas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esta integración un nuevo factor de desarrollo» (EG 210). Sin embargo será necesario, también, a nivel más internacional, afrontar las causas de este creciente movimiento migratorio que son la falta de trabajo en los lugares de origen y las guerras. La Iglesia de Barcelona de la que yo soy pastor, formada por los hijos e hijas de la ciudad y de otros lugares de la archidiócesis, siempre ha sido solidaria con las personas que sufren.

Por eso, el Papa Francisco nos dice que «la necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar» (EG 202). Ciertamente, los planes asistenciales que tienen urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Pero mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la desigualdad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema, porque la desigualdad es raíz de los males sociales (cf. EG 202).

El servicio que la Iglesia aporta a la sociedad es muy positivo y por eso nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin ninguna influencia en la vida social … Una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor tras nuestro paso por la tierra (cf. EG 183).

La fiesta de la Virgen de la Merced realiza en nuestra ciudad de Barcelona la conexión de lo religioso con lo que es ciudadano. La presencia de las autoridades y de la ciudadanía en esta celebración religiosa pone de relieve una doble convicción, que se está asistiendo a un acto que pertenece a la religión, pero también que pertenece a la cultura de la ciudad, a la historia de esta ciudad. Por ello, todos juntos le decimos: «Princesa de Barcelona protege nuestra ciudad».