El viejo Occidente necesita argumentos y testimonios - Alfa y Omega

El viejo Occidente necesita argumentos y testimonios

El próximo Sínodo de los Obispos será sobre la evangelización

Jesús Colina. Roma
Discurso de Benedicto XVI en el Colegio de los Bernardinos, de París, durante su viaje a Francia, en septiembre de 2008

¿Cómo puede la Iglesia afrontar la generalizada crisis de fe y sentido de la vida, que erosiona los países occidentales? Benedicto XVI ha cogido al toro por los cuernos y se ha propuesto despertar la conciencia de la Iglesia universal, y poner los medios para que Jesucristo no se convierta en un desconocido para las próximas generaciones.

El Papa está dispuesto a despertar la conciencia de Occidente. Y, para ello, está dando pasos decisivos. Entre todos ellos, destaca la creación de un nuevo ministerio para enfrentar la crisis de fe que azota a los países desarrollados. Así, el 28 de junio pasado, anunciaba el nacimiento del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, y, poco después, nombraba Presidente al arzobispo Salvatore Fisichella, hasta ahora Presidente de la Academia Pontificia para la Vida y Rector de la Pontificia Universidad Lateranense, además de prestigioso teólogo.

El Papa explicaba su decisión en la homilía que pronunció en la basílica de San Pablo Extramuros: «He decidido crear un nuevo organismo, en la forma de Consejo Pontificio, con la tarea de promover una renovada evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero que viven una progresiva secularización de la sociedad y una especie de eclipse del sentido de Dios, que constituyen un desafío, así como encontrar medios adecuados para volver a proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo».

Sínodo sobre la evangelización

Si un Papa quiere despertar la conciencia de toda la Iglesia sobre una urgencia, uno de los medios más eficaces con los que cuenta es la convocación de un Sínodo de los Obispos del mundo. Y de hecho, según pudo saber Alfa y Omega por la primera rueda de prensa dada en Canadá del cardenal Marc Ouellet, como prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos, el próximo Sínodo será precisamente sobre la evangelización. Al cierre de esta edición, la Santa Sede todavía no había hecho pública la decisión.

En pocas palabras, este Papa está lanzando una movilización de toda la Iglesia para que, finalmente, se recoja uno de los legados centrales del pontificado de Juan Pablo II: la nueva evangelización. «Nueva —como explicó el mismo Benedicto XVI al anunciar el nuevo dicasterio vaticano—, no en los contenidos, sino en el impulso interior, abierto a la gracia del Espíritu Santo, que constituye la fuerza de la ley nueva del Evangelio y que renueva siempre a la Iglesia; nueva, en la búsqueda de modalidades que correspondan a la fuerza del Espíritu Santo y sean adecuadas a los tiempos y a las situaciones».

Éste es, por tanto, el desafío central de la nueva evangelización: ¿cómo hablar de Dios hoy a la mujer y al hombre de la era de la mundialización y del Facebook? En la historia del cristianismo, desde los primeros siglos, los personajes que han sabido dar razones de su fe han sido llamados apologetas. El término, en ocasiones, hoy ha quedado ridiculizado, pues algunos apologetas se convirtieron en defensores agresivos no sólo de la fe, sino de ideologías o posiciones políticas. De este modo, muchos apologetas se han convertido en meros promotores de la apologética de la fe, perdiendo la capacidad para responder a las preguntas de sus contemporáneos y permitirles que Dios se convierta en el protagonista de su sus vidas.

El cardenal Levada, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

La nueva apologética

¿Cómo debe ser entonces la nueva apologética? A esta pregunta ha respondido la persona más autorizada institucionalmente en la Iglesia católica, después del Papa: el cardenal William Levada, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El purpurado californiano, de 74 años, en una conferencia ofrecida en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, para jóvenes teólogos, aclaró dos principios básicos sin los cuales no es posible hoy hablar de Dios. Ante todo, explicó, la fe debe ser razonable, pues la fe nunca puede ir contra la razón. Es más, en estos momentos, «la fe debe rescatar a la razón de la herida del escepticismo que se ha autoinfligido». En segundo lugar, hoy día hace falta «una coherencia más grande todavía entre fe y vida, por parte de quien da razones o defiende su fe y esperanza en Cristo». Lo que hoy no soportan las personas es el doble mensaje: la dicotomía entre lo que se dice y lo que se vive.

El camino de la belleza

Aclarados estos dos principios básicos, el cardenal Levada considera que «una nueva apologética para un nuevo milenio debe centrarse en la belleza de la creación de Dios». Ahora bien, «para que esta apologética sea creíble, debe prestar una mayor atención al misterio y la belleza del culto católico, de una visión sacramental del mundo que nos lleve a reconocer y valorar la belleza de la creación como un presagio de los nuevos cielos y de la nueva tierra presentados por la Segunda Carta de Pedro y por el Apocalipsis».

En este sentido, citando un diálogo de Benedicto XVI con sacerdotes, el cardenal Levada recuerda que «el arte y los santos son los grandes apologetas de nuestra fe». El arte cristiano y la música, según este Papa, «en cierto sentido, son la prueba de la verdad del cristianismo: corazón y razón se encuentran, belleza y verdad convergen».

Hay que subrayar el carácter personal de Dios

Escribe el nuevo Primado de Bélgica, monseñor André-Joseph Léonard, arzobispo de Bruselas, uno de los grandes promotores de la nueva evangelización, y apologeta de fama mundial

En el contexto cultural actual, la apologética tendrá que subrayar en particular el carácter personal de Dios, en contraste con el anónimo divino propuesto con frecuencia por la cultura contemporánea, especialmente a través del esnobismo que le ha llevado a interesarse, sin mucho sentido crítico, por las religiosidades o filosofías del Lejano Oriente.

Ante todo, habrá que subrayar que, si el Absoluto afirmado por la religión o la filosofía es de carácter impersonal, entonces el hombre que afirma la trascendencia de un Absoluto anónimo es superior a ese Absoluto, pues, a pesar de sus límites y su finitud, el hombre, en esta hipótesis, trascendería al Absoluto que le trasciende, pues él, junco pensante del que hablaba Pascal, es capaz, en cuanto persona, de pensar conscientemente, mientras que ese Divino anónimo sería incapaz de hacerlo, al no tener una naturaleza personal.

La apologética quizá deberá ofrecer una explicación a esa obnubilación actual por un Divino anónimo. ¿Se da quizá en el corazón de esta obnubilación un cierto miedo a nivel psicológico o espiritual? Pues, si Dios es personal, se da el riesgo de que intervenga en la historia del mundo y en mi propia vida, se da el miedo de que quizá me exija algo, mientras que, si el Divino es impersonal, me dejará tranquilo, cultivando mi pequeño jardín, sin intervenir como sólo puede hacerlo el Dios vivo.

Pero sin duda hay que ir más lejos y mostrar también cómo el rechazo de un Dios personal está ligado al temible problema del mal. El drama del mal es particularmente agudo si nos encontramos ante un Dios personal. Es el caso de Job en la Biblia, que al afrontar el exceso del mal, se debate hasta la blasfemia en su diálogo con Dios. Por el contrario, si el Absoluto que nos supera es impersonal, aunque suframos por el mal, no tendremos nadie a quien reprocharle su existencia, lo que nos ahorra una revuelta.

+ André-Joseph Léonard

La clave: nuestra credibilidad

En segundo lugar, dado que fe y vida van de la mano, el cardenal Levada considera que la nueva evangelización debe estar íntimamente unida al compromiso con los demás. «El testimonio de nuestras vidas como creyentes que llevan la fe a la práctica, con el trabajo de justicia y caridad, como seguidores que imitan a Cristo, nuestro Maestro, es una importante dimensión de nuestra credibilidad», asegura Levada.

«Nuestra solidaridad con nuestros conciudadanos, cuyo sentido de responsabilidad puede ser parcial, pero real, expresado en causas a favor del ambiente, de los pobres, de la justicia económica…, es importante. Al mismo tiempo, nuestra capacidad para presentar la visión plena de la verdad, de la justicia y de la caridad es esencial para asegurar que este testimonio y esta acción no sea algo pasajero, sino que ofrezca una contribución duradera a la creación de una civilización del amor», afirmó el cardenal.

En este contexto, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe considera que «un diálogo sobre el sentido y objetivo de la libertad humana es esencial para la cultura de hoy. Si la libertad se orienta a reforzar el individualismo de la cultura del yo en primer lugar, nunca realizará el potencial ofrecido por Aquel que nos ha creado a su imagen y semejanza, como seres libres, para responder al gran don del amor divino».

El entonces cardenal Ratzinger en diálogo con Jügen Habermas.

Diálogo fe-ciencia y tecnología

Y, como no podía ser de otra manera, para el cardenal Levada está claro que «tenemos que continuar el diálogo con la ciencia y la tecnología. Muchos científicos hablan de su fe personal; sin embargo, el rostro público de la ciencia es decididamente agnóstico. Aquí se da un campo fértil y necesario para el diálogo». Y añadió: «Entre las cuestiones que requieren hoy una mayor atención se encuentra la evolución y su relación con la doctrina de la creación».

Por último, «una nueva apologética debe tener en cuenta el contexto ecuménico e interreligioso de todo diálogo sobre la fe religiosa en el mundo. No estoy de acuerdo con aquellos que sugieren que ha pasado la época de una apologética específicamente católica. Pero cuestiones de espiritualidad y fe afectan a todas las tradiciones religiosas y deben ser afrontadas con apertura en el diálogo interreligioso». En este sentido, subrayó, la apologética será más creíble si da testimonio, junto a cristianos de otras confesiones, de que Cristo es el Salvador de la Humanidad.

No es misión imposible

Para el cardenal Levada, la nueva evangelización y la nueva apologética no es una misión imposible. Es verdad, reconoce, que vivimos en un mundo relativista, que no cree que haya una verdad y, por tanto, hace difícil el diálogo racional y lógico. Ahora bien, los hombres y las mujeres siguen abiertos a lo que los cristianos han encontrado como el tesoro de sus vidas, desde hace más de dos mil años: «Dios es amor, y nuestra creación a imagen y semejanza de Dios hace que toda la Humanidad sea capaz de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos».

En definitiva, éste es el desafío que tienen hoy los creyentes: «Dar razón de nuestra fe y esperanza cristiana, con cortesía y respeto».

Próximamente, en París, el Patio de los gentiles…

La Santa Sede se prepara para lanzar una iniciativa sin precedentes: espacios y momentos de encuentro y diálogo entre creyentes y ateos o agnósticos. Se trata de una iniciativa promovida por el Consejo Pontificio de la Cultura, cuyo Presidente es el arzobispo italiano Gianfranco Ravasi (en la foto). La primera cita de esta institución, según él mismo ha revelado a Alfa y Omega, ya está programada para el mes de marzo próximo en París, símbolo para muchos de la laicidad.

Se han previsto en esa ciudad encuentros de debate y profundización, en sus sedes más simbólicas: en la UNESCO (el Fondo de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura), en la Universidad de la Sorbona, y en la Academia de Francia. Hemos podido saber que, entre las personas que han aceptado participar en estos debates, se encuentra la semióloga, psicoanalista y escritora Julia Kristeva. En España, también se están buscando figuras de este perfil y calibre para entablar encuentros de diálogo y abierto debate en búsqueda de la verdad.

La iniciativa surge del mismo Benedicto XVI, quien a finales del año pasado, al encontrarse con los cardenales, obispos y miembros de la Curia romana, consideró que la primera preocupación de la Iglesia debe ser hoy la evangelización: «Debemos preocuparnos de que el hombre no descarte la cuestión sobre Dios como cuestión esencial de su existencia; preocuparnos de que acepte esa cuestión y la nostalgia que en ella se esconde». En este sentido, el Papa recordó que, en el antiguo Templo de Jerusalén, se encontraba el Patio de los gentiles, en el que los no judíos podían también rezar o escuchar hablar del único Dios, aunque no podían participar en el misterio, a cuyo servicio estaba dedicado el interior del templo. «Creo que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de Patio de los gentiles —dijo Benedicto XVI—, donde los hombres puedan entrar en contacto de alguna manera con Dios sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio está la vida interna de la Iglesia. Al diálogo con las religiones debe añadirse hoy, sobre todo, el diálogo con aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido y que, a pesar de eso, no quisieran estar simplemente sin Dios, sino acercarse a Él al menos como Desconocido».

Para monseñor Ravasi, uno de los mayores biblistas vivos, estos encuentros entre creyentes y no creyentes se basan en este punto de partida: la voluntad de búsqueda, para evitar la idiotez de quien ridiculiza la posición del otro. Monseñor Ravasi no se espera que estos encuentros vayan a suscitar «conversiones o inversiones de caminos existenciales», pero está convencido de que servirán para animar a salir al encuentro del otro y superar banalidades y estereotipos que impiden el diálogo. El Patio de los gentiles, al poner en diálogo a creyentes y no creyentes, busca «descubrir consonancias y armonías, a pesar de sus diferencias; puede servir para superar lenguajes que sólo entiende el que los utiliza y para elevar más bien la mirada de una Humanidad que, con demasiada frecuencia, sólo se agacha para mirar lo inmediato, la superficialidad, la insignificancia. Se trata de contemplar al Ser en su plenitud».