El espejo de nuestra fe - Alfa y Omega

El espejo de nuestra fe

La Iglesia en España sigue preparándose para la próxima beatificación de 522 mártires del siglo XX. En el horizonte, ante todo, una clave: son un tesoro para nuestra Iglesia, y lo que tendrá lugar en Tarragona, el próximo 13 de octubre, será, sobre todo, una auténtica celebración de vida y de fe

Colaborador

Los mártires benedictinos de Montserrat. ¡Cómo me agradaría ser mártir!

La Iglesia en toda España en aquellos años mostró una extraordinaria disposición a la voluntad de Dios, incluso hasta el martirio. Sobre los mártires del monasterio de Montserrat, escribe el prior de la abadía benedictina de la Santa Cruz del Valle de los Caídos.

Al poco de estallar la Guerra de 1936, los comités frentepopulistas se adueñaron de los alrededores de la abadía benedictina de Montserrat. Ante el inminente asalto, los monjes se dispersaron y 22 fueron detenidos y martirizados; otros sufrieron un verdadero calvario, aunque finalmente no se les mató; y los que estuvieron escondidos padecieron penalidades. Algunos pudieron ser acogidos en monasterios de la España nacional y de otros países, y el obispo de Pamplona consiguió el balneario de Belascoain (Navarra) para reunir a parte de la comunidad. Después de la guerra, se restauró la vida benedictina en Montserrat.

Los mártires, asesinados entre el verano de 1936 e inicios de 1937, muestran gran diversidad de edades: desde los 18 hasta los 82 años. Sus martirios se produjeron en distintos sitios: siete monjes que residían en un piso de Barcelona (los padres Fontseré, González, Roca y Busquets; los Hermanos Erausquin y Guilà; y un benedictino visitante, el padre Feliú) fueron sacados en la noche del 19 al 20 de agosto por un grupo de milicianos, uno de los cuales tiró al anciano padre Fontseré por las escaleras. A continuación, les dieron el paseo nocturno y los fusilaron. Los cadáveres pudieron ser reconocidos en el Hospital Clínico y transportados hasta el cementerio, donde fueron enterrados. Menos suerte tuvieron los restos de otros monjes, como los padres Costa, Vila y Casanovas, que desaparecieron en una estación de ferrocarril y fueron arrojados a una fosa común.

Varios de ellos destacaban en el aspecto cultural, como el orientalista padre Palacios, el latinista padre González, el helenista padre Costa, el historiador padre Boqué, los compositores padres Rodamiláns y Sánchez y el Hermano Civil, y el musicólogo padre Roca.

Es preciosa su disposición martirial. El prior, padre Grau, aseguraba que «mi corazón se encuentra en una dulcísima expectación», y que aceptaba a ciegas la voluntad de Dios. El padre Albareda afirmó «ofrecer su vida a Dios por la salvación de España». El padre González indicó que «yo ya he ofrecido mi vida a Dios cuando entré en religión, y de muy buen grado la daré por Él si llega el momento». El padre Costa manifestó su «extraordinario deseo del martirio». El padre Vilà decía: «¡Cómo me agradaría ser mártir!». El Hermano Guilà dijo a principios de 1936 estar seguro de que «habría persecución» y que presentía que él no se libraría de la muerte, lo cual, «en vez de perturbarme, me hace estar contento, porque moriría por Dios».

El 13 de octubre serán beatificados 20 de estos monjes, así como el padre Lladós, que estaba en El Pueyo de Barbastro, comunidad vinculada a la de Montserrat y de la que serán beatificados también otros 17 benedictinos.

Santiago Cantera Montenegro, OSB

Vale más Cristo que la vida

Ciclo de cine sobre el martirio, en Madrid

Madrid fue la diócesis en la que encontraron la muerte el mayor número de los próximos Beatos. Así, del 7 al 11 de octubre, tendrá lugar en Madrid un ciclo de Cine y encuentros sobre el martirio, organizado por la Delegación episcopal de Cultura. «Es cine…, pero también hay encuentros», subraya el Delegado episcopal, don José Miguel García. Y explica que «no se trata tanto de ver películas como de encontrase con testigos, testigos vivos, y que se cuente su historia. La fe nos llega a través de testigos, y en el mártir se descubre más claramente la grandeza de la fe. Mirando a estos hombres y mujeres, sabemos quién es Cristo para el hombre, y sabemos que vale más Cristo que la vida misma. La beatificación de Tarragona es muy importante, no porque se vaya a hacer un recuerdo de una época pasada, sino porque esos hombres perseguidos y martirizados murieron dando su vida por Cristo y por los hermanos, y ofreciendo un perdón absoluto. La Iglesia en España debe mucho a estos mártires».

Durante estos días, se proyectarán las películas Un Dios prohibido, De dioses y hombres, Dios en China y se presentará la película Bajo un manto de estrellas. También se podrá escuchar al sacerdote don Jorge López Teulón, experto en persecución religiosa de los años 30 del siglo XX, y a dos testigos de la persecución religiosa hoy en el mundo: un seminarista chino de la Iglesia clandestina, y el converso desde el Islam Joseph Fadelle. Todos los actos tendrán lugar en el Auditorio de la iglesia de Santo Domingo el Real, en Madrid (calle Claudio Coello, 141), y la entrada a todas las proyecciones y encuentros será gratuita.

Más información:

www.cultura.archimadrid.es

Una gran oportunidad pastoral

«El tema del martirio no es algo de los primeros siglos solamente, sino que es muy actual»: así ha presentado a los medios de comunicación monseñor Jaume Pujol, arzobispo de Tarragona, la inminente beatificación de los mártires del siglo XX en España, una celebración que acogerá su diócesis el próximo día 13. Para el arzobispo de Tarragona, se trata de «una gran oportunidad pastoral, pues celebramos el martirio de unas personas que han sido coherentes con su fe y han estado dispuestos a morir por ella, en un acto de amor supremo. Y, sobre todo, de ellos podemos aprender el perdón que ofrecieron a sus verdugos; de ellos podemos aprender a perdonar, a tener compasión y misericordia, como también nos pide mucho últimamente el Santo Padre». Por este motivo, aunque al ver los pormenores del martirio de muchos mártires «uno se da cuenta de hasta dónde puede llegar el odio», en realidad la beatificación «no va contra nadie, sino que será una celebración de paz y de perdón».

Don Jaime Pujol subrayó que los mártires «fueron víctimas de una persecución religiosa, sólo por ser miembros de la Iglesia. No quisieron apostatar de su fe para salvar su vida. Fueron asesinados sólo por el hecho de que eran católicos». Por eso, «no son mártires de la guerra civil», concluyó. De la misma manera se pronunció el Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, quien recalcó que «son mártires del siglo XX, no por evitar expresiones complicadas, sino porque así evitamos el equívoco de pensar que estos mártires son caídos o combatientes de una guerra. La verdad es que estaban en sus conventos, iglesias o casas, y los fueron a buscar. No son víctimas de ninguna venganza, ni de las armas en el frente. Murieron por amor a Jesucristo, muchas veces habiendo podido salvar su vida con una sola palabra».

En total, después de la celebración, habrá ya 1.523 mártires, de los que 11 ya han sido también canonizados. Durante la celebración, que será presidida por el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, habrá dos arquetas con reliquias: una con restos de mártires ya beatificados y de san Fructuoso y los protomártires de Tarragona, y otra con las reliquias de los nuevos Beatos. Hasta el momento ya han confirmado su asistencia 7 cardenales, 71 obispos españoles y 22 extranjeros, así como 1.226 sacerdotes, 2.225 religiosos y 3.872 familiares de los mártires.

También han confirmado su asistencia el reverendo Kirill Kaleda, Rector del santuario de los Nuevos Mártires de Butovo/Moscú (allí fueron fusiladas, en los años 30, más de 20.000 personas, entre ellas 7 obispos ortodoxos y unos 1.000 sacerdotes, monjes y laicos), y el sacerdote Alexi Dikarev, oficial del Patriarcado de Moscú. Ambos han sido invitados por la Conferencia Episcopal Española, lo que da a esta celebración un interesante tono ecuménico.

La Beatificación podrá seguirse en directo por La 2 de TVE, y por 13TV.

Más información: www.beatificacion2013.com y www.arquebisbattarragona.cat

La Pasión de san Fructuoso: De los cristianos primitivos, a la Iglesia actual

La tradición martirial del cristianismo se remonta a los años del Imperio romano. De esta época data la Pasión de san Fructuoso, que, según recogen las Actas de los mártires, sucedió en Tarraco, en el año 259. El próximo 12 de octubre, la Tarraco Arena Plana acogerá la representación de La Pasión de san Fructuoso, dirigida por Andreu Muñoz Melgar, que transcribe en lenguaje teatral este episodio, y que servirá como preparación espiritual de la ceremonia del domingo 13 de octubre.

La Asociación Cultural San Fructuoso lleva representando La Pasión desde el año 1990. En esta ocasión, lo hará con la colaboración de la Schola Cantorum y la Orquesta de los Amigos de la Catedral, compuesta por más de 150 músicos. Será un espectáculo que ayudará a comprender mejor las raíces cristianas de la Iglesia y que, como explica Andreu Muñoz, director de la obra, «pretende conectar la Iglesia primitiva con la Iglesia del presente». La obra contiene un excelente repertorio musical diseñado por Miquel Barberà, con piezas musicales creadas ex professo para la representación. «La música, una escenografía austera y la reconstrucción histórica de vestuarios y elementos escénicos confieren a la representación credibilidad y belleza», explica Andreu Muñoz.

El obispo Fructuoso y sus diáconos fueron quemados vivos en el anfiteatro de Tarragona el 21 de enero del año 259, bajo la persecución de los emperadores Valeriano y Galieno. La Passio Fructuosi narra su proceso martirial, desde su detención por orden del Gobernador de la Hispania Citerior, hasta su martirio. De autoría anónima, el núcleo fundamental debió ser redactado entre la segunda mitad del siglo III e inicios del siglo IV, y constituye el documento literario martirial más antiguo de la Península Ibérica.

Andreu Muñoz ha sido el encargado de adaptar el contenido de las actas martiriales al lenguaje teatral, y explica que son documentos litúrgicos de gran valor testimonial e histórico, que se leían en las celebraciones martiriales y que servían para alentar y exhortar a las comunidades cristianas en su perseverancia en la fidelidad del Evangelio.

De la misma manera que unas ruinas arqueológicas han de ser restituidas partiendo de las evidencias, para hacer más fácil su comprensión, también en este caso los documentos exigían acometer una auténtica obra de restitución literaria que permitiese hacer más comprensible al público un hecho histórico tan lejano en el tiempo: «Partiendo de la base que ofrecen los diálogos de la Passio —aclara el autor—, fui llenando el cuerpo de la obra con personajes y situaciones que dinamizaran aquello que sólo conocemos por la narración, y que la Historia ha tenido el capricho de esconder. Ha sido fundamental el estudio de la Historia, la arqueología de la Iglesia primitiva y la lectura de los Padres de la Iglesia, entre los que destaco a san Cipriano de Cartago. Creo haber respetado en todo momento la estructura original de los diálogos y haberlos ajustado de una manera precisa y delicada, sin transgredirlos ni enmascararlos».

A este apasionado de la arqueología el contacto científico con los protomártires hispánicos le ha aportado una riqueza cultural extraordinaria. Su condición de creyente convierte además esta experiencia en «única, emocionante e incomunicable».