Hay que cambiar de hábitos - Alfa y Omega

Hay que cambiar de hábitos

La Subcomisión del Congreso para el estudio de la racionalización de horarios, la conciliación y la corresponsabilidad ha propuesto al Gobierno, entre otras medidas para favorecer la conciliación, volver a la hora del meridiano de Greenwich. La medida ha suscitado mucho debate, pero sus mismos promotores reconocen que servirá de poco si no va acompañada de nuevos hábitos laborales y sociales. «Todos somos responsables de lograrlo», porque «nos afecta a todos»

María Martínez López

Don Ignacio Buqueras está convencido de que los malos horarios laborales son responsables de la baja natalidad de España. «También somos -añade el Presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios en España- líderes en separaciones matrimoniales, porque las parejas no tienen tiempo para hablar y, por la noche, están agotados», después de todo el día fuera de casa. El problema afecta de forma especial a los niños, «que tienen tres o cuatro horas de actividades complementarias por la tarde», o pasan esas mismas horas «solos en casa, teniendo a su alcance el frigorífico, la televisión e Internet», con contenidos poco adecuados. Las largas jornadas laborales repercuten también en la falta de descanso nocturno: «El español duerme 53 minutos menos que la media europea. Esto es preocupante para la salud, genera absentismo y estrés, favorece la siniestralidad, el fracaso escolar…».

Son algunos de los problemas que, a lo largo de todo un año, se han planteado en la Subcomisión para el estudio de la racionalización de horarios, la conciliación y la corresponsabilidad del Congreso de los diputados. Las conclusiones que presentan al Gobierno, aprobadas la semana pasada, incluyen muchas propuestas relacionadas con todos los ámbitos sociales. Pero gran parte del protagonismo mediático se lo ha llevado la petición de cambiar el horario de España, y volver a la hora solar que le corresponde, la del meridiano de Greenwich; es decir, la hora de Canarias e Inglaterra.

Con este cambio, muchos horarios -comidas, misas, ocio- se harían a la misma hora solar, pero el reloj marcaría una hora menos. «Esto ayudará -reconoce don Ignacio, el principal promotor de esta medida-. Pero no es la solución para todo, si no hay un cambio de hábitos». Es decir, hace falta cambiar también el uso del tiempo, y no sólo el huso horario. El objetivo principal es asimilar la jornada de trabajo a la del resto de países europeos, donde se sale de trabajar, como tarde, a las cinco o las seis. Este horario «permite la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, y favorece la igualdad. También ayuda a la corresponsabilidad, que es una gran asignatura pendiente: la mujer ha salido de casa, pero el hombre aún no ha entrado. Y permite optimizar el tiempo».

El problema del presentismo

La entidad del señor Buqueras lleva una década trabajando por ello. No han logrado tanto como desearían, pero muchas empresas, «grandes, medianas y pequeñas», han asumido sus recomendaciones. Cita a Iberdrola -primera empresa del Ibex-35 en hacerlo-, que desde 2007 tiene horario de 7.30 a 15.30. Dentro de la Administración, don Ignacio menciona al Ayuntamiento de Madrid, cuyos empleados salen a las seis. Quienes han hecho esta apuesta «han aumentado la productividad, han reducido el gasto -por ejemplo energético- y, lo más importante, han logrado gente más satisfecha». Al mismo tiempo, «la gente va viendo que en otros sitios tienen horarios diferentes, y que no por salir más tarde somos más eficaces».

Decisiones como las aquí citadas no son más frecuentes, en opinión de don Ignacio, porque «tenemos muy arraigada la cultura del presentismo: hasta que no se va el jefe, muchos trabajadores tampoco. Considero que esto es tercermundista. Somos los europeos que más horas estamos en el trabajo, y los de menor productividad». También señala que hay personas que, «sin oponerse a estas medidas, porque es políticamente incorrecto, están haciendo todo lo posible para retrasarlas. Cuántos hombres dicen: Irme a casa a las cinco o las seis para que mi mujer me “ponga las pilas”…, ni pensarlo. Y algunas mujeres, que han luchado mucho para llegar donde están, ahora quieren trabajar hasta las ocho».

Con todo, se muestra satisfecho de que la Subcomisión aprobara el informe final «con una mayoría más que amplia. Pero una cosa son las buenas palabras, y otra las realidades; y esto hay que hacerlo realidad». Pero no es sólo labor de los políticos: «Este tema nos afecta a los 46 millones de españoles, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Y somos todos responsables, también los sacerdotes en las parroquias. Hay que hablar de ello para sensibilizar, porque si las familias no se ven favorecidas» por nuestra organización del tiempo, «algo estamos haciendo muy mal».

Guía para unos horarios racionales

• «Desayunar adecuadamente en casa», en vez de hacer un alto al poco tiempo de entrar al trabajo.

• Comer en 30 o 45 minutos, «más que suficiente para la dieta mediterránea; en vez de almuerzos de entre hora y media y dos horas y media».

• Buscar la hora idónea para las reuniones, y que no duren más de hora y media. «En España, es donde más reuniones se celebran, y nunca sabes a qué hora van a acabar».

• «Un buen acuerdo» entre padres y educadores «para la coordinación entre horarios laborales y escolares». No hay las mismas necesidades en un pueblo, donde las distancias son cortas, que en una ciudad. En unos sitios va bien la jornada continua, en otros la partida».

• «El prime time televisivo no debe finalizar más allá de las once de la noche, ni haber entre semana partidos de fútbol que acaben sobre la una».