El arzobispo de la Plata apoya al futbolista Carlos Tévez - Alfa y Omega

El arzobispo de la Plata apoya al futbolista Carlos Tévez

Denunció la pobreza en el norte argentino, y le han dicho de todo. Carlitos Apache Tevez regresó a Argentina para estar más cerca de su familia. Denunció la pobreza en el norte argentino, y le han dicho de todo, pero el obispo de La Plata lo ha respaldado

Esteban Pittaro

Jugó la final de la Champions League, fue figura del campeón de Italia, volvió a jugar en la selección argentina, acaso su mejor momento profesional, pero quiso volver a Argentina, al club que le vio nacer. Comer una o dos veces por semana con amigos y que no le dejen pagar incluso cuando ni siquiera tienen trabajo, que su padre lo pueda ir a ver al estadio, que las hijas estén cerca de la familia, todos argumentos que no entran en la cuenta bancaria. Es Carlos Tevez, apodado por algunos el «jugador del pueblo», figura de Boca Juniors.

El Apache, apodado así por haberse criado en el humilde y peligroso barrio de Fuerte Apache, se reintegró este año al plantel de Boca. Rápidamente elevó el nivel de su club, que lidera nuevamente la tabla de posiciones del fútbol argentino, y mostró predisposición a jugar cualquier partido, incluso de la Copa Argentina, para cuyos enfrentamientos interdivisionales otros relegan a los titulares. El jugar la Copa Argentina llevó a Tevez por distintas ciudades del interior del país, y lo enfrentó a situaciones de extrema pobreza que contrastan con el estilo de vida que se le propone a los futbolistas de primera división. E hizo saber el escándalo que le produce…

«En el interior quiero ir al hospital, le estoy pidiendo seguridad a los intendentes y se quieren sacar una foto con vos. ¿Qué querés, hacer política conmigo?», denunció semanas atrás en un programa de televisión, y fue más explícito aún con las sensaciones que tuvo en la provincia de Formosa. «Un paredón grande y entramos a un hotel. Parecía Las Vegas. Con casino, y con todo. Y salía del paredón ese y la gente se estaba cag… de hambre», relató ante el periodista Alejandro Fantino. «No se puede vivir. Los chicos no se merecen esas cosas. Nosotros nos tenemos que dar cuenta y poder ayudar con cositas mínimas. Para nosotros es fácil ayudar», insistió.

Las respuestas a Tevez no tardaron en llegar. El gobernador de Formosa Gildo Insfran cuestionó a quienes «vienen de otros lugares y aquí recorren un poco más de mil metros para luego opinar como conocedores de la provincia», pero un asesor de la jefatura de gabinete de su gobernación, Jorge Manuel Santander, fue más allá y lo definió despectivamente como «villerito europeizado».

Respaldo de un Obispo

Monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, respaldó al Apache. En el programa televisivo Claves para un mundo mejor, del que es columnista, dijo: «El jugador Carlos Tévez va a la Provincia de Formosa y luego declara que ha quedado impresionado por la miseria que ha visto allí, y por el contraste social. Ese atrevimiento le valió ataques e insultos terribles; pero la miseria no la inventó sino que la vio, es innegable». El arzobispo elogió además algunas reflexiones de Tevez sobre los valores y la familia.

«Mis sobrinos no tienen todo, le hacen falta cosas. Y de ahí doy un ejemplo para mis hijas, porque lo que ellas tienen lo tienen que valorar muchísimo porque a mí me cuesta. No es que porque gano dinero por jugar al fútbol voy a tirar la plata porque sí… Me levanto a las seis de la mañana, entreno, y se los hago notar, obvio. Obvio que les doy todo, pero cuando hay que bajarla…», explicó Tévez en esa entrevista.

«Volví por mi familia, por mi señora, por mis hijas, por mis hermanos, por mis viejos. Porque el día de mañana quiero vivir acá. Así como estamos y todo no cambiaría a la Argentina. Comer un día con mis amigos en el barrio me baja a la realidad», relató, y profundizó: «Una o dos veces por semana voy al barrio. Cuando estoy ahí, mis amigos no me dejan pagar la comida. Son cinco o seis, y sólo tres tienen trabajo».

Además, el Apache, como también se la ha escuchado a otros jugadores argentinos como Javier Mascherano, aclaró que su trabajo para él no es sacrificio: «Sacrificio es lo que hacía mi viejo, y lo que hacen los laburantes que se levantan a las cinco de la mañana y vuelven a las siete a su casa. A mí me pagan por hacer lo que me gusta, que es jugar al fútbol».

Ya pasado el primer River Boca desde su regreso, y antes que la violencia que abunda dentro y fuera de los estadios empañe la sabiduría de sus palabras –ojalá que no–, bien vale un repaso por las palabras de un hombre que teniéndolo todo y pudiendo tener aún más, vio que ya tenía lo suficiente, y relegó el olimpo profesional por su familia.

Esteban Pittaron / Aleteia