«En la Capilla Sixtina, estamos sólo los cardenales y nuestro Señor» - Alfa y Omega

«En la Capilla Sixtina, estamos sólo los cardenales y nuestro Señor»

El Cónclave es «un acontecimiento profundamente espiritual», que nada tiene que ver «con las elecciones políticas» o con «la interpretación» de muchos medios de comunicación. El cardenal Antonio María Rouco es uno de los 50 cardenales con experiencia en un cónclave, y ha hablado de sus vivencias en 2005. «Todo el desarrollo del cónclave está empapado de liturgia; el acto electoral es también un acto litúrgico», aseguró el sábado el arzobispo de Madrid, durante la Jornada diocesana de Apostolado Seglar

Ricardo Benjumea

La «experiencia de la elección de un nuevo Papa no tiene nada que ver con las elecciones políticas», advirtió el cardenal Rouco. «La interpretación de los medios de comunicación está bastante alejada de la realidad», aseguró el arzobispo de Madrid, por su experiencia, en el cónclave que, en 2005, concluyó con la elección de Joseph Ratziner.

«Hay que hablar de un acontecimiento profundamente espiritual», añadió. «Todo el desarrollo del cónclave está empapado de liturgia; el acto electoral es también un acto litúrgico; vamos vestido de hábito coral; en la Capilla Sixtina no hay nadie, sólo estamos los cardenales y nuestro Señor. Los escrutadores son cardenales, se sacan por sorteo…». («¡Espero que no me toque!», bromeó el cardenal). «Se vota en unas papeletas; uno de los escrutadores va llamando a los cardenales… Se sale al pasillo de la Capilla Sixtina con la papeleta, se hace el juramento delante de Jesucristo, que me va a juzgar, y se vota ante Dios por quien uno cree que es el más apto para ser el pastor de la Iglesia universal. Se deja la papeleta en un plato, y uno de los escrutadores mete la papeleta en la urna. Terminada la votación, se hace escrutinio, y otros tres cardenales hacen revisión de las papeletas. Se colocan en una urna, para quemarlas», y se queman también las notas de quienes las hayan tomado.

Todo transcurre en un ambiente de recogimiento. «La votación comienza con la oración y termina con la oración. Todo es en silencio. Ahí no se dice nada, del tipo pues este cardenales es fantástico. Ni una sílaba. Ni durante el cónclave, ni antes tampoco, aunque vivimos juntos», en la residencia de Santa Marta.

En definitiva, «es una forma de actuar donde la responsabilidad personal de cada uno es el centro del acontecimiento. Así que necesitamos que recen por mucho por nosotros y confiamos el resultado sea el que Dios nos pide y que el Papa que venga sea el que Él quiere». El cardenal no tiene ninguna duda de que así será. «¡El que venga será el que Él quiere; si no, no vendría!, concluyó.

«Sería fantástico que Benedicto XVI pudiera escribir todavía algo»

El cardenal dedicó la mayor parte de su intervención, sin embargo, a hablar de Benedicto XVI, a quien está muy unido. El Romano Pontífice emérito -aclaró- «no va a dedicarse a vivir una vida privada, como los jubilados, con excursiones, sino que se va a dedicar a una vida de retiro de oración y a la reflexión». En alusión a esto último, «sería fantástico, magnífico, si todavía pudiera escribir alguna cosa», añadió.

La mala salud ha acompañado desde hace varios años a Joseph Ratzinger, que ha sufrido dos ictus y lleva un marcapaso. En 1977, cuando por Pablo VI le nombró arzobispo de Munich, Ratzinger planteó este inconveniente como razón de peso para no aceptar el nombramiento.

No obstante, la escena que se le ha quedado grabada en la mente al cardenal Rouco es la de cuando, en Sídney, al anunciarse que la próxima JMJ se celebraría en Madrid, en pleno júbilo de los jóvenes españoles que estaban allí, «él me dijo en alemán: Yo no sé si lo podré vivir. En el año, 2008. Y yo le dije: ¡Pero claro que sí!».