Las luces y sombras de la relación entre Chávez y la Iglesia católica - Alfa y Omega

Las luces y sombras de la relación entre Chávez y la Iglesia católica

Desde que Chávez llegó al poder, en el año 1999, mantuvo constantes enfrentamientos con la Iglesia católica, pero ésta, «por encima de cualquier discrepancia o diferencia», acompañó al fallecido presidente «en los momentos más difíciles de su existencia», como cuando estuvo en prisión en el cuartel san Carlos, o durante el breve golpe de Estado de 2002. Así lo recordó el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas, durante la Misa de Exequias por el eterno descanso del mandatario, celebrada en Roma el 8 de marzo

Cristina Sánchez Aguilar

La Iglesia, «por encima de cualquier discrepancia o diferencia», acompañó a Hugo Chávez «en los momentos más difíciles de su existencia, como cuando estuvo en prisión, o durante el breve intento de golpe de Estado de abril de 2002». Así lo afirmó el arzobispo de Mérida, monseñor Baltazar Porras, tras conocer la noticia del fallecimiento del presidente venezolano.

También lo recordó el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas, durante la Misa de Exequias que celebró, desde Roma -por su presencia en el Cónclave-, por el eterno descanso del mandatario: «Es bueno recordar que en momentos como el de 1992, cuando estuvo preso en el cuartel San Carlos, o en 2002 -con el golpe de Estado-, varios obispos venezolanos estuvieron cerca de él para protegerlo y ayudarlo».

Estuvieron cerca en vida. Y también tras la muerte. El pesar de los obispos por su fallecimiento ha sido reiterado en multitud de ocasiones, desde el pasado 5 de marzo. La Conferencia Episcopal Venezolana emitió un comunicado conjunto a las pocas horas de conocer la noticia, expresando «su más sincera condolencia a sus padres, hermanos, hijos y demás familiares, a los poderes públicos, a sus partidarios y amigos»; al mismo tiempo, aseguraron «su piadosa oración por el eterno descanso en Dios» del Presidente.

También, previendo las diferentes reacciones de la población venezolana ante un clima revuelto, los obispos pidieron «mantener una actitud de consideración y respeto por el difunto y a conservar, entre todos, la calma y la paz», e invitaron a los creyentes «a elevar oraciones por su eterno descanso».

El arzobispado de Caracas emitió un comunicado en el que pidió a los sectores políticos que «promuevan la armonía entre la población». Es preciso, matizaron, «descartar cualquier tipo de violencia». Y su arzobispo, desde Roma, en la Misa de Exequias, alentó a los venezolanos a rezar por su país, «para que podamos vivir fraternalmente, como miembros de un solo pueblo, y para que podamos resolver nuestros conflictos en paz».

Monseñor Baltazar Porras añadió de forma particular en su mensaje que estos días de duelo deben servir «para buscar caminos de entendimiento y de paz para todos, de superación de todo odio o división, para que seamos constructores de la patria bonita que todos anhelamos. Será el mejor homenaje a su memoria».

Una historia de luces y sombras

Desde que Chávez llegó al poder, en el año 1999, mantuvo constantes enfrentamientos con la Iglesia católica. Aunque comenzó su mandato con un discurso conciliador hacia todas las instituciones del país, «poco a poco empezó la hostilidad ante aquellos que no querían plegarse a su forma de gobierno», afirma el venezolano César Humberto Moreno, abogado y experto en libertad religiosa y Derechos Humanos. «Chávez no eliminó la Iglesia, sino que la interpretó y reinventó, valiéndose de una visión socialista y comunista del mensaje de Cristo», explica.

Hay dos momentos culmen del ataque de Chávez a la Iglesia. El primero fue tras el golpe de estado que perpetraron los miembros de las fuerzas armadas venezolanas: «En este caso, Chávez involucró al cardenal de Caracas, monseñor Ignacio Velasco, acusándolo de presionarlo para renunciar a la presidencia, cuando en realidad fue quien actuó como mediador en su regreso al poder y como apoyo para garantizar la vida del Comandante», asegura César. «A ese cardenal, seguro yo me lo voy a conseguir en el infierno», afirmaba el mandatario años después, para conmemorar su victoria, de nuevo, en 2008. No es al único al que profirió insultos: trogloditas, demonios con sotana y fascistas son imprecaciones recurrentes al dirigirse a obispos como el fallecido monseñor Castillo Lara, monseñor Baltazar Porras y, recientemente, al cardenal Urosa Savino.

El segundo momento fue durante el referéndum de reforma constitucional, propuesto por el Presidente, que establecía que todas las instituciones del Estado debían actuar acorde con la ideología socialista, lo que generó la respuesta de la Iglesia católica, «por el riesgo que esto significaba para la libertad de culto y de conciencia -señala César-. Debido a la posición de la Conferencia Episcopal Venezolana, el 14 de julio de 2010, Chávez ordena al entonces ministro Maduro la revisión de los convenios con la Santa Sede», añade.

Acercamiento a raíz de su enfermedad

Lo peor de todo fue que, incluso, limitó los recursos que se asignaban a la Iglesia, históricamente, en sus labores de educación y salud. Un ejemplo fue cuando «retiró los recursos al hospital de niños San Juan de Dios, referente en el tratamiento de enfermedades graves en niños, el cual tuvo que reducir y desmejorar su calidad de atención hospitalaria», cuenta el abogado venezolano.

En los últimos años, Chávez participó ocasionalmente en celebraciones de distintas denominaciones religiosas, pero sorprendió cuando, en abril de 2012, durante la Semana Santa, se presentó en un templo católico de Barinas, su tierra natal, para participar en una Misa en la que pidió ayuda a Dios para luchar contra su enfermedad. En julio pasado, Chávez hizo pública su disposición a sostener un encuentro con los obispos católicos.

Monseñor Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, y segundo Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, quien ofició su funeral de Estado, afirmó que, «en los últimos tiempos, pudimos oír de sus labios que él se aferraba a Cristo y a la vida; con ello manifestaba su deseo de luchar para asumir y vencer la enfermedad, así como su fe en Cristo». Información que corroboró el vicepresidente Maduro.

Ahora, el desafío de la Iglesia católica en Venezuela es «reorientar a la sociedad hacia el verdadero Cristo», concluye César.