29 de junio: Clausura del Año Paulino. Un año que ha dado un nuevo empuje a la Iglesia - Alfa y Omega

29 de junio: Clausura del Año Paulino. Un año que ha dado un nuevo empuje a la Iglesia

En la tarde de este domingo, víspera de la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, Benedicto XVI clausurará, en la basílica vaticana, el año que la Iglesia ha dedicado a los dos mil años del nacimiento de san Pablo, el Apóstol de las gentes

Jesús Colina. Roma
Un momento de la solemne apertura del Año Paulino, el 29 de junio de 2008.

Como en toda clausura, ha llegado la hora de trazar un balance de esta iniciativa, que ha tenido verdaderamente un alcance universal. De hecho, el próximo 29 de junio, este Año será clausurado en nombre del Papa por siete cardenales en lugares decisivos de la vida de san Pablo: el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, será el enviado papal con este motivo en Siria.

La mejor manera para hacer un primer balance de este año es preguntar al cardenal Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, arcipreste de la basílica de San Pablo Extramuros, centro de este año de peregrinaciones. Fue él quien sugirió al Papa la idea de convocar este año. Y desde su observatorio privilegiado, el templo que custodia la tumba del Apóstol, como han confirmado los últimos estudios arqueológicos realizados, su análisis es muy positivo: probablemente, éste ha sido el año en el que más peregrinos han visitado la tumba de san Pablo, junto con el Jubileo del año 2000.

El cardenal Cordero Lanza di Montezemolo.

Un hecho que quiere resaltar el cardenal italiano es que se trata de personas que, en su mayoría, han venido a esta basílica movidos por motivaciones espirituales, y no simplemente por el turismo. En términos similares se expresa el abad Edmund Power, de la abadía benedictina junto a la basílica de San Pablo Extramuros. El abad considera que los objetivos que el Papa se planteó han podido alcanzarse. Todos hemos tenido «la oportunidad de conocer mejor al apóstol y escritor del Nuevo Testamento que ha tenido más influencia que cualquier otro en la tradición cristiana. Y conocer a san Pablo y sus escritos significa conocer a Jesucristo».

En este sentido, se puede decir que este año ha sido realmente un volcán de iniciativas, que han permitido finalmente reconocer a Pablo su lugar real en la historia de la evangelización, que es inmenso. Por una parte, el Año ha dado al Magisterio un ciclo de catequesis del Papa teólogo, que servirán de referencia para comprender cómo la misión en la Iglesia se basa en una fuerte experiencia de Cristo, como la que vivió san Pablo, no sólo en su conversión camino a Damasco, sino en el resto de los días de su vida. Saulo de Tarso se convierte así en el referente y maestro para todo evangelizador.

Pero, por otra parte, este Año ha servido también, como ha repetido varias veces el Papa, para no dar a Pablo un papel que no le corresponde. Precisamente, en estos últimos meses se han publicado diversas obras que le presentan como el auténtico fundador del cristianismo. Según estas teorías, Cristo no fue más que un judío iluminado, pero el auténtico fundador de la Iglesia, o al menos el segundo fundador, fue san Pablo. Benedicto XVI, sin embargo, ha mostrado cómo la vida y el pensamiento de Pablo no puede entenderse sin esta afirmación central: «Para mí, la vida es Cristo».

Jóvenes peregrinos llegan a la basílica romana de San Pablo Extramuros.

A lo largo de este año se han organizado diversos congresos académicos, en buena medida centrados en ese punto, como el que tuvo lugar en Barcelona entre el 14 y el 15 de mayo pasados. Como ha quedado sobradamente acreditado, la relación entre Jesús y Pablo es de Señor a siervo. Es decir, como ha dejado también claro el Papa, hay que interpretar a Pablo a partir de Jesús, y no a Pablo al margen de Jesús.

El padre Edmund Power explica que «san Pablo se enamoró del Cristo crucificado sin esperar nada, y esa experiencia marcó todo lo que hizo a partir de entonces». En ese sentido, «los escritos de san Pablo son una elaboración de lo que conlleva esta experiencia».

El descubrimiento de la Palabra

La irradiación de las palabras de Pablo encontró su gran portavoz mundial, en este año, durante el Sínodo de la Palabra de Dios, que congregó a obispos del mundo, el pasado mes de octubre, en el Vaticano. Después de Jesús, en esa cumbre eclesial, Pablo fue el autor más citado. Y este Sínodo ha dejado una herencia muy concreta: realizar la Lectio divina; es decir, leer, meditar, rezar y contemplar los escritos bíblicos. Según explicaron los obispos, el misionero, el evangelizador, necesita antes enamorarse de Cristo, y para esto no hay ayuda mejor que los textos de su gran Apóstol.

Éxito ecuménico

Cuando, hace un año, Benedicto XVI inauguró este Año Jubilar, nadie podía imaginar que su mayor impacto sería ecuménico. Lo que nació como una iniciativa de la Iglesia católica muy pronto se convirtió en algo compartido por el resto de las confesiones cristianas.

El primero en mostrar su aprecio y unión a la iniciativa fue el Patriarca ecuménico Bartolomé I de Constantinopla, quien, como gesto de comunión, convocó también un Año Paulino en la Iglesia ortodoxa, la cual ha organizado una serie de peregrinaciones por los lugares de Oriente vinculados al ministerio de san Pablo. El Patriarca, además, viajo a Roma para participar en la inauguración del Año, y se convirtió en el primer Patriarca de esa sede en intervenir en el Sínodo de los Obispos de la Palabra.

El año ha contado también con la adhesión de comunidades eclesiales surgidas de la Reforma, pues, como ha sido por ejemplo el caso de las Sociedades Bíblicas, de matriz original protestante, han visto en estos doce meses una oportunidad histórica para promover el conocimiento de los escritos de san Pablo, así como de los Hechos de los apóstoles. Durante todos los meses han venido, a la basílica de San Pablo en Roma, grupos de peregrinos de las diferentes comunidades cristianas (ortodoxos, anglicanos, evangélicos…), para peregrinar a la tumba del Apóstol, celebrando en ocasiones la liturgia junto a la comunidad de los benedictinos.

El cardenal Cordero Lanza di Montezemolo revela que «hemos hecho reuniones para pedir juntos, y de manera especial para estudiar, porque es riquísimo el patrimonio que las distintas Iglesias y comunidades tienen alrededor de Pablo». Incluso la basílica de San Pablo Extramuros organizó un encuentro con los judíos de tres días, organizado junto a la Universidad Judía de Jerusalén, para comprender mejor los aspectos de la personalidad de Saulo, que era un fariseo y hombre de cultura judía.

El Año Paulino
  • El 28 de junio de 2008, en la basílica papal de San Pablo Extramuros, Benedicto XVI inauguró el Año Paulino, en presencia del Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, quien anuncia que las Iglesias ortodoxas se unirán a la convocatoria del Papa.
  • Treinta teólogos e historiadores de Europa y América, reunidos del 19 al 21 de junio de 2008, en un congreso celebrado en Tarragona, confirman que el Apóstol estuvo en España.
  • Del 2 de julio de 2008 al 4 de febrero de 2009, Benedicto XVI recoge, en las audiencias generales de los miércoles, la herencia espiritual del Apóstol de las gentes, dejando catequesis que se convertirán en punto de referencia para expertos y apasionados.
  • El 1 de julio de 2008, la Federación Bíblica Católica (CBF) y la asociación Sociedades Bíblicas Unidas (UBS) alcanzan un acuerdo conjunto de colaboración para las traducciones, la distribución y el estudio de los textos sagrados, en particular las Cartas de san Pablo.
  • Del 5 al 26 de octubre de 2008, se celebra en Roma el Sínodo de la Palabra, en el que san Pablo es uno de los nombres más citados. Se promueve la Lectio divina (lectura meditada) de sus Cartas.
  • En la segunda mitad de enero de este año, tiene lugar en Roma la peregrinación nacional a la tumba de san Pablo de peregrinos luteranos de Finlandia.
  • El 28 de junio de 2009, el Papa clausurará el Año Paulino en la basílica romana de San Pablo Extramuros.
Siria espera al cardenal Rouco

Una prueba más del enorme interés que ha suscitado el Año de San Pablo en todo el mundo ha sido el congreso que se celebró, del 23 al 25 de abril pasado, en Damasco, Siria, promovido por la Custodia de Tierra Santa, que ha servido además para preparar la clausura de este año, que en este país será presidida, el 29 de junio, en nombre del Papa, por el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid.

Este congreso permitió descubrir la relación entre san Pablo y las Iglesias orientales, en particular su influencia en la patrística siríaca; la figura de san Pablo en las liturgias orientales, en los escritos apócrifos de los primeros siglos, en los manuscritos árabo-cristianos medievales. No faltaron referencias a san Pablo hoy en el actual contexto de Oriente Medio. Su singularidad se debió también al hecho de que se celebró en la ciudad que tiene mayor importancia en la historia del Apóstol de las gentes: Damasco. Esta ciudad y su región, Siria, fue también la primera puerta de irradiación del anuncio del que Pablo se hizo portavoz, tanto hacia Oriente como hacia Occidente. Como Pablo, hijo de tres culturas (judía, griega y latina), también Damasco (y Siria) fue crisol del diálogo de culturas, que aún hoy permanece.

Al congreso, que contó con las participación del cardenal Andrea Cordero Lanza de Montezemolo, arcipreste de la basílica de San Pablo Extramuros en Roma, y responsable de las celebraciones con motivo del Año Paulino, se unieron haciendo llegar sus mensajes el ministro sirio de Cultura, Ryad Na’asan Agha, y el muftí de la República, que estuvo representado por el jeque Ala ed-Din Za’atari. Las actas del Congreso se publicarán en dos volúmenes, uno en inglés y francés, editado en El Cairo, y el segundo en árabe, en El Líbano, para promover la figura de Saulo de Tarso en las tierras de las que era originario.