«Las mejores cosas las aprendí en mi casa» - Alfa y Omega

«Las mejores cosas las aprendí en mi casa»

El arzobispo de Madrid pide a las familias que en los hogares haya «signos evidentes de la fe»

José Antonio Méndez
Monseñor Osoro saluda a una familia en la Catedral, tras la celebración de las Bodas de Oro y Plata matrimoniales. Foto: Miguel Hernández Santos

El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, presidió este domingo en la Catedral de la Almudena la celebración de las Bodas de Oro y Plata matrimoniales de cerca de 200 parejas de la archidiócesis. A todas les recordó las tres características del matrimonio cristiano: aquel que «pone en el centro a Cristo, alienta la fe y se abre al proyecto de Dios manifestándolo en medio de este mundo».

Para realzar el papel social de la familia, hablando desde su experiencia, el arzobispo afirmó que «las mejores cosas de mi vida no las he aprendido en ninguna de las universidades en las que haya estado antes o después de ser sacerdote; las aprendí en mi casa, con mis padres y mis hermanos: aprender a amar, a querer, a salir, a olvidarse de uno mismo, a poner en el centro a Dios y a dejarle organizar mi vida».

«¡Hay que luchar contra la cultura de la exclusión y la marginación, que también excluye a Dios!», aseguró monseñor Osoro, antes de alertar a las familias cristianas frente «al desafío del secularismo, que pretende encerrar la fe y a la Iglesia en la esfera de lo privado y de la intimidad».

«Esta gran ciudad –concluyó el arzobispo– necesita, en todos los edificios, matrimonios vivos: los que viven de cara a Dios y ponen en el centro a Cristo, cuya fe notan quienes viven junto a ellos; matrimonios que alimentan su fe, celebran la Eucaristía dominical, escuchan la Palabra, rezan en su casa, y no se conforman con tener cuadros en las paredes, sino también signos evidentes de que en esa casa se cree en Jesucristo y se quiere abrazar a Dios».

Cristo en el centro, abrazados a Él

Acudí con Carmen, mi mujer, a la Misa de acción de gracias por nuestras Bodas de Plata. Y 25 años después, seguimos llegando a la misma conclusión de nuestro Pastor: el matrimonio cristiano tiene que poner en el centro a Cristo. Cristo es la piedra angular de esos edificios siempre en construcción que son el matrimonio y la familia. Sin embargo, ponerlo a Él en el centro no debe ser algo teórico porque amar no se ama en teoría. Don Carlos no solo nos pidió que pusiéramos a Cristo en el centro. Tenemos además que abrazarlo. Porque el amor está hecho de gestos concretos. Es de carne y hueso. Abracemos, acojamos a nuestra esposa o nuestro esposo, a nuestros hijos. Tengamos detalles que alegren sus vidas. Por último, don Carlos nos recomendó la práctica de tres momentos al final de la jornada: mirarnos como si fuese el primer día de nuestro matrimonio, perdonarnos de corazón en todo lo que pudiéramos haber roto al otro, y rezar juntos el padrenuestro y el avemaría. Ilusión, perdón y amor.

Antonio Rubio Plo