El Papa: «La mujer tiene una barrera especial contra el demonio» - Alfa y Omega

El Papa: «La mujer tiene una barrera especial contra el demonio»

María Martínez López
El Papa, durante la Audiencia general del miércoles. Foto: Reuters/Tony Gentile

El Papa Francisco ha pedido este miércoles, en la catequesis de la Audiencia general, «una nueva alianza del hombre y de la mujer» que haga posible escapar de la «tecnocracia económica» y «la subordinación de la ética a la lógica de la ganancia» que marcan la civilización actual. Esta «comunidad conyugal-familiar» puede y «debe volver a orientar la política, la economía y la convivencia civil».

Con esta petición, el Santo Padre ponía fin al ciclo de catequesis sobre el matrimonio y la familia que comenzó el 10 de diciembre de 2014. El final del ciclo en estas fechas no es casual, pues se produce pocos días antes del Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia y el Sínodo de los Obispos, dos «eventos bellos y que requieren empeño y compromiso que están directamente relacionados con este gran tema». Estas dos citas –explicó Francisco– tienen repercusión mundial, «que corresponde a la dimensión universal del cristianismo, pero también al alcance universal de esta comunidad humana fundamental e insustituible que es la familia».

Dios no ha confiado a la familia «el cuidado de una intimidad en sí misma, sino el emocionante proyecto de hacer doméstico el mundo. La familia está en el inicio, en la base de esta cultura mundial que nos salva» de «muchos ataques, muchas destrucciones, muchas colonizaciones, como la del dinero o como las ideologías».

Una barrera protectora para la mujer

Aludiendo al relato de la creación, el Papa ha explicado que «el mundo creado está confiado al hombre y a la mujer: lo que pasa entre ellos da la marca a todo. El rechazo de la bendición de Dios llega fatalmente a un delirio de omnipotencia que arruina cada cosa. Es lo que llamamos pecado original». Sin embargo, Dios no nos abandona, y puso enemistad entre la serpiente y la mujer.

Así, «Dios marca a la mujer con una barrera protectora contra el mal, a la cual ella puede recurrir. Quiere decir que la mujer tiene una secreta y especial bendición, ¡para la defensa de su creatura del Maligno!». El Santo Padre contrapuso esta bendición a los «lugares comunes, a veces incluso ofensivos, sobre la mujer tentadora que inspira el mal. En cambio hay espacio para una teología de la mujer que esté a la altura de esta bendición de Dios».

Dios también protege a toda la familia humana. Con el gesto simbólico de vestir a Adán y Eva antes de expulsarlos del Edén, el lenguaje de la Biblia pretende transmitir «que también en las dolorosas consecuencias de nuestro pecado, Dios no quiere que nos quedemos desnudos y abandonados a nuestro destino de pecadores».

Saludo a Cuba y Estados Unidos

Al terminar la catequesis, el Papa recordó que el sábado comienza su viaje a Cuba y Estados Unidos, «una misión para la que me dispongo con gran esperanza». También envió un saludo afectuoso «al pueblo cubano y al estadounidense, quienes, guiados por sus pastores, se han preparado espiritualmente». Y pidió a los fieles que acompañen el viaje con la oración.

Texto completo de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Esta es nuestra reflexión conclusiva sobre el tema del matrimonio y de la familia. Estamos en las vísperas de eventos bellos y que requieren empeño y compromiso que están directamente relacionados con este gran tema: el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia y el Sínodo de los Obispos aquí en Roma. Ambos tienen un respiro mundial, que corresponde a la dimensión universal del cristianismo, pero también al alcance universal de esta comunidad humana fundamental e insustituible que es la familia.

El actual pasaje de civilización aparece marcado por los efectos a largo plazo de una sociedad administrada por la tecnocracia económica. La subordinación de la ética a la lógica de la ganancia tiene grandes recursos y de apoyo mediático enorme. En este escenario, una nueva alianza del hombre y de la mujer se convierte no solo en necesaria sino también en estratégica por la emancipación de los pueblos de la colonización del dinero. Esta alianza ¡debe volver a orientar la política, la economía y la convivencia civil! Esta decide la habitabilidad de la tierra, la transmisión del sentimiento de la vida, los vínculos de la memoria y de la esperanza.

De esta alianza, la comunidad conyugal-familiar del hombre y de la mujer es la gramática generativa, el «nudo de oro», podemos decir. La fe la recoge de la sabiduría de la creación de Dios, que ha confiado a la familia, no el cuidado de una intimidad en sí misma, sino con el emocionante proyecto de hacer doméstico el mundo. La familia está en el inicio, en la base de esta cultura mundial que nos salva; nos salva de muchos, muchos ataques, muchas destrucciones, de muchas colonizaciones, como aquella del dinero o como aquellas ideologías que amenazan tanto el mundo. La familia es la base para defenderse.

Precisamente de la Palabra bíblica de la creación hemos tomado nuestra inspiración fundamental, en nuestras breves meditaciones de los miércoles sobre la familia. A esta Palabra podemos y debemos nuevamente recoger con amplitud y profundidad. Es un gran trabajo, aquel que nos espera, pero también es muy entusiasmante. La creación de Dios no es una simple premisa filosófica: ¡es el horizonte universal de la vida y de la fe! No hay un designio divino diverso de la creación y de su salvación. Es por la salvación de la creatura –de cada creatura– que Dios se ha hecho hombre: «por nosotros los hombres y por nuestra salvación», como dice el Credo. Y Jesús resucitado es el «primogénito de cada creatura» (Col 1, 15).

El mundo creado está confiado al hombre y a la mujer: lo que pasa entre ellos da la marca a todo. El rechazo de la bendición de Dios llega fatalmente a un delirio de omnipotencia que arruina cada cosa. Es lo que llamamos pecado original. Y todos venimos al mundo con la herencia de esta enfermedad.

A pesar de eso, no estamos malditos, ni abandonados a nosotros mismos. La antigua narración del primer amor de Dios por el hombre y la mujer, ¡tenía ya páginas escritas con fuego, al respecto! «Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo» (Gen 3, 15a). Son las palabras que Dios dirige a la serpiente engañadora, encantadora. Con estas palabras Dios marca a la mujer con una barrera protectora contra el mal, a la cual ella puede recurrir –si quiere– por cada generación. Quiere decir que la mujer tiene una secreta y especial bendición, ¡para la defensa de su creatura del Maligno! Como la Mujer del Apocalipsis, que corre a esconder el hijo del Dragón. Y Dios la protege (cfr. Ap 12, 6).

¡Piensen cuál profundidad se abre aquí! Existen muchos lugares comunes, a veces incluso ofensivos, sobre la mujer tentadora que inspira el mal. En cambio hay espacio para una teología de la mujer que esté a la altura de esta bendición de Dios ¡para ella y para la generación!

La misericordiosa protección de Dios hacia el hombre y la mujer, en cada caso, nunca falta a ambos. ¡No olvidemos esto! El lenguaje simbólico de la Biblia nos dice que antes de alejarlos del jardín del Edén, Dios hace al hombre y a la mujer túnicas de piel y los viste (cfr. Gen 3, 21). Este gesto de ternura significa que también en las dolorosas consecuencias de nuestro pecado, Dios no quiere que nos quedemos desnudos y abandonados a nuestro destino de pecadores. Esta ternura divina, este cuidado hacia nosotros, los vemos encarnados en Jesús de Nazaret, Hijo de Dios «nacido de mujer» (Gal 4, 4). Y siempre san Pablo dice todavía: «mientras éramos todavía pecadores, Cristo ha muerto por nosotros» (Rom 5, 8). Cristo, nacido de mujer, de una mujer. Es la caricia de Dios sobre nuestras llagas, sobre nuestros errores, sobre nuestros pecados. Pero Dios nos ama como somos y quiere llevarnos hacia adelante con este proyecto, y la mujer es la más fuerte que lleva adelante este proyecto.

La promesa que Dios hace al hombre y a la mujer, al inicio de la historia, incluye todos los seres humanos, hasta el final de la historia. Si tenemos fe suficiente, las familias de los pueblos de la tierra se reconocerán en esta bendición. De todos modos, cualquiera que se deja conmover por esta visión, a cualquier pueblo, nación, religión pertenezca, se ponga en camino con nosotros. Será nuestro hermano, nuestra hermana. Sin hacer proselitismo, no… Caminamos juntos, bajo esta bendición, bajo este objetivo de Dios, de hacernos a todos hermanos en la vida, en un mundo que va hacia adelante que nace propio de la familia, de la unión del hombre y de la mujer.

¡Dios les bendiga, familias de cada rincón de la tierra! y ¡Dios les bendiga a todos ustedes!

Palabras al concluir la Audiencia

El sábado próximo partiré con motivo del viaje apostólico a Cuba y a los Estados Unidos de América, una misión para la que me dispongo con gran esperanza.

El motivo principal del viaje es el VIII Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar en Filadelfia.

También iré a la sede central de la ONU, en el 70° aniversario de esta institución.
Desde ahora saludo con afecto al pueblo cubano y al estadounidense, quienes, guiados por sus pastores, se han preparado espiritualmente.

Les pido a todos que me acompañen con la oración, invocando la luz y la fuerza del Espíritu Santo y la intercesión de María Santísima, Patrona de Cuba como Virgen de la Caridad del Cobre, y Patrona de los Estados Unidos de América como Inmaculada Concepción.