Papa Francisco: «La oración no es una cosa mágica», sino diálogo con un padre cercano - Alfa y Omega

Papa Francisco: «La oración no es una cosa mágica», sino diálogo con un padre cercano

Jesús, al enseñarnos el Padrenuestro, nos enseña que la oración no es «una cosa mágica», sino diálogo con un padre «cercanísimo, que nos abraza». Pero no somos hijos únicos. Quiere que le llamemos «padre nuestro», no sólo mío. Y esto a veces cuesta mucho… Lo explicó el Papa el jueves, en la homilía de la misa matinal celebrada en la Casa de Santa Marta

Redacción

La oración no es magia, sino encomendarse al abrazo del Padre, explicó el Papa: La «oración no es una cosa mágica, no se hace magia con la oración». No rezamos como quien va a ver a un brujo, donde todo es charlatanería. Jesús nos da el consejo de «no derrochar palabras», porque ya «Él sabe todo», explicó el Papa.

La homilía de Francisco estuvo centrada en el evangelio del día, sobre la oración del Padrenuestro. La primera palabra es Padre; ésta «es la clave de la oración». «Sin decir, sin sentir esta palabra -advirtió el Pontífice- no se puede rezar». Pero «¿a quién rezo? ¿A Dios Omnipotente? Demasiado lejano. Ah, esto yo no lo siento. Ni siquiera Jesús lo sentía. ¿A quién rezo? ¿Al Dios cósmico? Un poco habitual, en estos días, ¿no?… rezar al Dios cósmico, ¿no? Esta modalidad politeísta que llega con esta cultura Light… ¡Tú debes rezar al Padre! Padre es una palabra fuerte. Tú debes rezar al que te ha generado, al que te ha dado la vida. No a todos: a todos es demasiado anónimo. A ti. A mí. Y también al que te acompaña en tu camino: al que conoce toda tu vida. Todo: aquel que es bueno, aquel que no es tan bueno. Conoce todo. Si nosotros no comenzamos la oración con esta palabra, no dicha por los labios, sino dicha de corazón, no podemos rezar en cristiano».

«Padre, reafirmó el Papa, es una palabra fuerte», pero «abre las puertas». En el momento del sacrificio, dijo el Papa, Isaac se da cuenta de que «algo no iba», porque «faltaba la ovejita», pero se fía de su padre y «su preocupación» la «dejó en el corazón de su padre». Y añadió: Padre es la palabra que ha pensado decir «aquel hijo» que se fue con la herencia «y después quería volver a su casa». Y aquel padre «lo ve llegar y sale corriendo a su encuentro», «se le tira al cuello», «para caer sobre él con amor», cuando su hijo le dice: Padre, he pecado. Ésta es, reafirmó Francisco, «la clave de toda oración: sentirse amados por un Padre».

Padre nuestro, no sólo mío

«Tenemos un Padre. Cercanísimo, ¡eh!, que nos abraza… Todos estos afanes, todas estas preocupaciones que nosotros podemos tener, dejémoselos al Padre: Él sabe de qué cosa tenemos necesidad. Pero, Padre, ¿qué? ¿Padre mío? No: ¡Padre nuestro! Porque yo no soy hijo único, ninguno de nosotros, y si yo no puedo ser hermano, difícilmente podré llegar a ser hijo de este Padre, porque es un Padre de todos. Mío, seguramente, pero también de los demás, de mis hermanos. Y si yo no estoy en paz con mis hermanos, no puedo decirle Padre a Él».

De este modo, añadió el Papa, se explica el hecho de Jesús, después de habernos enseñado el Padrenuestro, subraye que se nosotros no perdonamos a los demás, ni siquiera el Padre perdonará nuestras culpas. «Es tan difícil perdonar a los demás -constató Francisco-; es verdaderamente difícil».

Pero ése es el único camino: «Eh, no, no se pude rezar con enemigos en el corazón, con hermanos y enemigos en el corazón: no se puede rezar. Esto es difícil: sí, es difícil, no es fácil», afirmó el Papa. «Es verdad: esto yo lo entiendo». Es difícil decir Padre nuestro, no sólo mío, «porque éste me ha hecho esto, y aquello… Estos deben ir al infierno, ¿no? ¡No son de los míos! Es verdad, no es fácil. Pero Jesús nos ha prometido al Espíritu Santo: es Él quien nos enseña, desde dentro, del corazón, como decir Padre, y como decir nuestro. Pidamos hoy al Espíritu Santo que nos enseñe a decir Padre y a decir nuestro, haciendo la paz con todos nuestros enemigos».