El Papa, a los nuncios: Busquen obispos-pastores, no príncipes - Alfa y Omega

El Papa, a los nuncios: Busquen obispos-pastores, no príncipes

Como «oteadores» de los obispos, el Papa pide a los nuncios que busquen para ese ministerio a «pastores cercanos a la gente: éste es el primer criterio. Pastores cercanos a la gente. Que sea un hombre, un gran teólogo, una gran cabeza, un universitario, que va a hacer mucho bien. Pero sobre todo pastores, ¿eh?», y que «no tengan una psicología de príncipes»

Redacción

El Papa Francisco recibió el viernes en el Vaticano a los nuncios apostólicos y delegados pontificios que representan a la Santa Sede en todo el mundo. Se trataba de un encuentro programado dentro del Año de la fe, similar al que mantuvo Juan Pablo II hace 10 años durante el Gran Jubileo del año 2000.

Lo primero que hizo el Papa fue referirse a la identidad del nuncio, que no es un diplomático más: «El trabajo de ustedes es más que importante», les dijo. «Es un trabajo para hacer Iglesia, para construir la Iglesia. Entre las Iglesias particulares y la Iglesia Universal, entre los obispos y el obispo de Roma. Ustedes no son intermediarios, no, más bien, sería mejor decir: mediadores, que con la mediación hacen la comunión».

La vida del nuncio conlleva sacrificios, resaltó Francisco. Llevan una vida de nómadas. Cada tres o cuatro años cambian de lugar, pasan de un continente a otro, de un país a otro, de una realidad de Iglesia a otra, a menudo muy diferentes. «Ustedes siempre están con la maleta en la mano -les dijo el Papa-. Esto es una mortificación, un sacrificio, el tener que despojarse de las cosas, los amigos y comenzar de nuevo. No es fácil vivir sin tener un lugar para echar raíces. Pero es también algo grande una vida como la de ustedes, cuando se vive con la intensidad del amor, y el recuerdo de la primera llamada».

«Oteadores» de futuros obispos

El Papa insistió en la denuncia del carrierismo, la misma idea que expuso ante los estudiantes de la Academia Eclesiástica, en la que se forman los futuros diplomáticos de la Santa Sede. El 6 de junio, Francisco fue inusitadamente claro en sus expresiones: «El carrerismo es una lepra, ¡es una lepra! Por favor, ¡nada de carrerismo!»; «escuchadme bien: cuando un nuncio o un secretario de nunciatura no va por el camino de la santidad sino que se deja contagiar por la mundanidad, hace el ridículo, y todos se ríen de él»; «por favor, no hagáis el ridículo: o sois santos, o bien regresad a vuestras diócesis para hacer de párrocos. Pero no hagáis el ridículo en la vida diplomática, que encierra tantos peligros para la vida espiritual de un sacerdote».

El peligro de la «mundanidad espiritual» estuvo también presente en el discurso del viernes, aunque el Papa añadió interesantes matices, al dirigirse a un auditorio de diplomáticos experimentados. La advertencia es la misma: «Ceder al espíritu mundano expone sobre todo a los pastores al ridículo. Hagan su trabajo con amor: lo esencial es Cristo y su Evangelio», dijo. También el trabajo de los nuncios es pastoral, y requiere mucha familiaridad con Jesucristo «en la oración, en la Eucaristía, en las obras de caridad, ¿no? Es el Señor el que está presente allí. Pero también se debe hacer con profesionalidad, y será como su cilicio, su penitencia: hacer siempre las cosas con profesionalidad, porque la Iglesia quiere que sea así. Y cuando un representante del Papa no hace las cosas con profesionalidad, también pierde su autoridad».

Además, Francisco aludió a la labor de los nuncios como «oteadores» de los futuros obispos, y a la necesidad de que sepan elegir a los hombres que han de guiar la Iglesia. «En la delicada tarea de llevar a cabo las indagaciones para los nombramientos episcopales, tengan cuidado de que los candidatos sean Pastores cercanos a la gente: este es el primer criterio. Pastores cercanos a la gente. Que sea un hombre, un gran teólogo, una gran cabeza, un universitario, que va a hacer mucho bien. Pero sobre todo pastores, ¿eh? Lo necesitamos. Qué sean padres y hermanos, que sean amables, pacientes y misericordiosos, que amen la pobreza, la libertad interior para el Señor y también la sencillez externa y la austeridad de la vida, que no tengan una psicología de Príncipes».