En Irak, las mujeres son prisioneras de la casa - Alfa y Omega

En Irak, las mujeres son prisioneras de la casa

Manos Unidas nos acerca este mes de enero, en el contexto de su campaña No hay justicia sin igualdad, hasta Irak, concretamente hasta a la Planicie de Nínive, donde la organización Etana se esfuerza por dotar a las mujeres de las oportunidades que les niegan la pobreza, las mafias, la persecución religiosa y la sociedad machista

Manos Unidas

La Planicie de Nínive es un área situada al noreste de Mosul, donde cohabitan diversas religiones, y donde un alto porcentaje de población no es árabe ni musulmana, motivo por el que la zona, a lo largo de los años, ha sufrido serios recortes en los servicios e infraestructuras. Además, la zona acoge a muchas personas que tuvieron que huir de sus lugares de residencia, debido a las persecuciones y a la violencia.

Una de esas personas es Nisreen Khalid, una mujer viuda con dos hijos, que disfrutó de una vida normal en Bagdad hasta que su marido recibió una carta de un grupo terrorista que les pedía una gran cantidad de dinero a cambio de mantener la tienda de bebidas de su marido. «Durante dos meses estuvimos pagando, pero un día, diez minutos después de que mi marido abriera el local, oí unos disparos, algo muy normal en nuestro día a día; pero esta vez había sonado muy cerca. Sin pensar en mis hijos, bajé y encontré a mi marido sangrando en el suelo. Grité, pero no obtuve respuesta. Luego abrió los ojos y me dijo: Sálvate y salva a los niños», explica la propia Nisreen.

La mujer huyó a la ciudad de Telesquf, donde ahora vive con sus padres y sus dos hijos. «Cuando oí hablar de Etana y de los cursos que imparte gratuitamente, me inscribí en los de costura y peluquería. Ahora tengo una pequeña tienda de belleza que, en realidad, no es más que una tabla con algunos productos de maquillaje y una silla. Además, unos parientes me han prestado una máquina de coser hasta que yo pueda comprarme una».

En Irak las mujeres son las peor paradas. Su papel en una sociedad marcadamente machista se limita a cuidar de los hijos y del hogar. La falta de formación -la mayoría son casi analfabetas-, se refleja en la educación que transmiten a sus hijos: diferenciación entre niños y niñas, menos oportunidades de estudios para las niñas, proliferación de niños trabajadores y matrimonio temprano para las niñas.

«A pesar de que el artículo 14 de la constitución expresa la igualdad, en la práctica no es así», explican desde Etana. «Cada dos mujeres hacen un hombre. La mujer, por ejemplo, recibe la mitad de la herencia», aseguran, tras comentar que los hombres no creen en la igualdad porque «si las mujeres se igualan a ellos, los hombres perderían demasiado». Las mujeres, por ello, se convierten en «prisioneras de la casa: iletradas, marginadas y pobres».

Para cambiar su situación, Etana, que trabaja en diversas localidades de la región desde el año 2006, propuso a Manos Unidas un programa para formar y preparar a las mujeres con el fin de que puedan desempeñar un oficio. Este trabajo les permite cubrir sus necesidades y fortalecer, así, su papel en la sociedad -informática, primeros auxilios, peluquería…-. Además, tiene un programa de medioambiente y reciclaje.

Con los años, son muchos los hombres que se acercan a conocer las actividades y que se involucran en las charlas. «Y serán más», aseguran desde Etana, «pero es muy difícil cambiar esas costumbres tan arraigadas».