Cardenal Müller: «La colegialidad de la Iglesia no es política ni democracia» - Alfa y Omega

Cardenal Müller: «La colegialidad de la Iglesia no es política ni democracia»

«No podemos realizar la colegialidad desde una sociología de la política, de la democracia y de otras formas. No podemos implantar una dimensión secularista» en las relaciones dentro de la Iglesia, afirma el cardenal electo Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en esta entrevista al semanario Paraula y a la agencia de noticias AVAN, del Arzobispado de Valencia

Redacción

Primero que todo, queremos agradecerle su atención por esta entrevista que concede a los medios de comunicación de la archidiócesis de Valencia, ciudad que conoció siendo estudiante, y felicitarle tras el anuncio del Papa de que será creado cardenal por el Santo Padre en el próximo Consistorio. ¿Qué significa para usted?
Es un gran reconocimiento, pero he de decirle que es un nombramiento que va de forma conjunta con mi cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Esta congregación es la primera de la Curia romana. Somos la primera ayuda para el Papa, porque él es el sumo sacerdote de la Iglesia, el primero que enseña el Evangelio…

Ha venido a Valencia para pronunciar una conferencia organizada por la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica de Valencia, sobre Colegialidad y ejercicio de la potestad suprema de la Iglesia, dos aspectos cuya relación el Papa Francisco está presentando con fuerza. ¿Cuáles son las líneas fundamentales que quiere resaltar sobre ello?
Jesús ha elegido los doce Apóstoles como un colegio, como un grupo, como una fraternidad, y esto es un ejemplo más para describir el modelo de la relación del Papa con los obispos. El Concilio Vaticano II dice que todos los obispos deben estar unidos al Papa considerándolo como el centro, el principio fundamental de la unidad de la Iglesia. Y tienen que gobernar toda la Iglesia, las particulares y las diócesis, pero siempre siendo una unidad, no siendo sólo una suma de Iglesias locales. La Iglesia única la confesamos en el Credo y se hace presente en las Iglesias locales, en las diócesis. Todos los obispos tienen una responsabilidad universal para ser guiados por el Papa, ya que él es el encarnado en Jesucristo como el principio central de la unidad de la Iglesia. Y hoy, en la era de la globalización y de los medios de comunicación social, es más fácil realizar esta colegialidad de los obispos con Pedro. Bajo la guía del Papa, forman una unidad colegial. Pero el Papa no es el «primero entre iguales»; él es el fundamento, la piedra de la unidad de la Iglesia que Cristo fundó sobre Pedro; y su único sucesor es el Obispo de Roma.

Precisamente, estamos celebrando la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. ¿De qué manera esa colegialidad y ese ejercicio de la potestad suprema pueden ayudar en el camino hacia esa unidad?
Es cierto que muchos cristianos católicos tienen prejuicios, ya sean históricos o por malas experiencias, sobre una supercentralización de la Iglesia en la Curia romana. También existe dentro de la concepción protestante algunas acusaciones contra el Papa, asegurando que él es el anticristo. Las relaciones con los ortodoxos son completamente diferentes. Ellos tienen una concepción sacramental de la Iglesia, a diferencia de los protestantes, que tienen una eclesiología también dogmáticamente diferente a la nuestra. Pero muchos de ellos hoy entienden que es bueno y es necesario tener un centro, un representante de la unidad de la Iglesia. No sólo es necesario sociológicamente, sino también teológicamente. Todos los cristianos confiesan en el Credo: Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. La unidad de la Iglesia no es sólo una unidad ideal, sino real, que se concentra y que se hace visible en la persona del Papa, que es el sucesor histórico y teológico de San Pedro como el primero de los Apóstoles.

Por cierto, en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica se incide mucho en la vinculación de la Teología y el Derecho Canónico, en la fundamentación teológica del Derecho Canónico. ¿Es importante esta relación?
Absolutamente. Yo he enseñado durante dieciséis años Dogmática en la Universidad de Munich. Esta escuela siempre ha subrayado el fundamento teológico y dogmático del Derecho Canónico. La Iglesia es una sociedad visible, humana, pero a la vez es sacramento y hace presente la comunión íntima entre Dios y los hombres. Cuando esto forma una unidad a nivel eclesiológico y de las ciencias teológicas, no podemos dividir la Biblia, la exegética, la dogmática, la teología pastoral… Todo forma un conjunto. En el Derecho Canónico tenemos los elementos teológicos: las leyes que regulan la forma de vida de la Iglesia siempre han de tener una dimensión teológica, dogmática. La Escuela de Munich ha desarrollado esta unidad entre teología y dogmática, y Derecho. Tiene sus raíces en lo sacro, no sólo en la dimensión civil.

Se ha referido al Concilio Vaticano II. ¿Considera que está todavía por desarrollar, como a menudo se sostiene? ¿Puede dar más de sí?
Hay algunas interpretaciones ideológicas que aseguran que el Concilio es sólo una etapa para una evolución dogmática, para que al fin aparezca otra Iglesia. Pero esto no es posible, la Iglesia no es una fundación nuestra sino de Dios, de Cristo, del Espíritu Santo. Y hay otros que rechazan el Concilio como una ruptura de la tradición de la Iglesia. La verdad es que el Concilio ha formulado la doctrina sobre la Iglesia, y esto vale dogmáticamente para siempre. Es como en nuestra vida cristiana. Somos bautizados, pero necesitamos siempre una renovación de nuestro estilo de vida cristiana, para no sólo ser cristiano de papel, sino cristiano en cuerpo y alma.

¿Qué le parece el intento que percibimos tan a menudo de querer politizar desde fuera a la Iglesia, de intentar encauzar sus estructuras o describir sus acciones desde criterios políticos?
No podemos realizar la colegialidad desde una sociología de la política, de la democracia y de otras formas. No podemos implantar una dimensión secularista. La Iglesia no es una sociedad política o sólo mundana, sino que a la vez es instrumento, sacramento de la unidad de Dios con los hombres y de éstos entre sí.

Háblenos de la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Cuáles son actualmente los retos de futuro con el Papa Francisco?
Tenemos los asuntos cotidianos de nuestros tres Oficios: la Doctrina, el Matrimonio y la Disciplina. Tenemos también que desarrollar perspectivas sobre las interpretaciones auténticas del Concilio Vaticano II y, además, sobre el Jubileo de la Reforma protestante, del año 2017, una fecha importante en la que hay que formular los principios básicos de la catolicidad, para decir lo que es católico, la encarnación de la sacramentalidad. Y también tenemos que ayudar en los dos próximos Sínodos sobre el matrimonio y la familia, porque son temas dogmáticos que tienen que ver con la Doctrina de la Iglesia, con la fe como fundamento de la vida humana, importante para la vida conyugal y la familia. No sólo atañen al Derecho canónico, sino también a la doctrina de la dogmática.

Cuando usted asumió la prefectura de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se refería en unas declaraciones a la importancia de la fe incluso como herramienta para superar conflictos, para generar esperanza. En una sociedad donde vemos tantas tensiones, conflictividad… incluso en las familias, mostrar la fe desde esta perspectiva ¿es uno de los servicios más grandes que puede hacer la Iglesia?
La fe es un don dado por Dios que nos da una ayuda para vivir juntos en el amor. El amor salva a los hombres. La doctrina cristiana no es una teoría hecha por unos expertos, son las palabras de Dios, el Evangelio que nos salva a todos los hombres. Por eso, la primera tarea de nuestra Congregación es promover la fe, y después defender la fe contra los errores y las herejías que hacen daño a los hombres, porque obstaculizan la recepción de las palabras de Dios.

Se encuentra usted en Valencia, ciudad que acogió en 2006, precisamente, el V Encuentro Mundial de las Familias con el Papa Benedicto XVI, que lo dedicó a la transmisión de la fe en las familias. Usted siempre ha reconocido la importancia de sus padres para recibir la fe. ¿Qué mensaje le gustaría hacer llegar a las familias a este respecto?
La Iglesia no es una institución alejada de la gente, basada en teorías y reglas. Todos somos miembros de la Iglesia, que es una comunión de fieles. La primera célula de la sociedad, como dice el Concilio Vaticano II, es la familia como Iglesia doméstica. Todo comienza en la familia: la dimensión humana, la evolución del carácter, de los valores, de la identidad de una persona… Por eso, es absolutamente necesario tener una relación con el padre, con la madre y con los hermanos. Y éstas son también las dimensiones fundamentales en nuestra relación con Dios. La Iglesia es la familia de Dios. Todos tenemos un solo Padre en el Cielo y amamos a la familia de Dios, pero esto comienza desde la familia natural en la que nacemos. Nuestra familia es el modelo de la gran familia de Dios.

Hablemos del Papa Francisco, del que usted es uno de los más cercanos colaboradores. Su personalidad cautiva. Continuamente nos sorprendemos de lo que dice, de cómo lo dice, de sus expresiones, de sus gestos. ¿A usted, en su cercanía con él, cuáles le han llamado más la atención?
Su carisma podemos decir que es acercarse a los corazones de los hombres. Se acerca a los pobres y a los que sufren, de forma amistosa. No hace distinciones: igual a pobres que a Jefes de Estado. El amor de Dios que se hace visible en el Papa une a todos los hombres, que somos iguales ante Dios y entre nosotros, somos hermanos. El Papa no sólo habla de esta amistad que Dios tiene con nosotros, sino que la pone en práctica, y también de cara a los todavía no creyentes, porque todos son amados a pesar de los prejuicios que tienen contra la religión: que la fe cristiana no es compatible con la ciencia moderna… ¡Todas estas acusaciones y prejuicios contra la fe cristiana no tienen fundamento, son falsos! ¡Y todos tienen que saber que son amados por Dios! Esta es la razón de la alegría cristiana. Nosotros vivimos de la esperanza. Sabemos que Dios lleva todo a cabo, a la perfección, al cumplimiento, en Jesucristo.

Usted también tiene un contacto privilegiado con el Papa emérito, Benedicto XVI, desde su retiro en el monasterio Mater Ecclesiae. ¿Cómo se encuentra de salud?¿Continúa escribiendo?
Sigo siendo el editor de sus Obras completas, por eso tengo contacto con él. Está relativamente bien de salud, pero lo más importante es que tiene la cabeza absolutamente clara. No sé si va a seguir escribiendo, pero sigue en contacto con nosotros para la edición científica de sus Obras completas. Puede ser que escriba algunos escritos autobiográficos. Ha escrito muchísimo y muy bueno. Calculamos que llegan a 30.000 páginas sólo en sus libros, sin incluir los documentos del magisterio.