«Contra el ébola se ha ganado una batalla, pero no la guerra» - Alfa y Omega

«Contra el ébola se ha ganado una batalla, pero no la guerra»

Jorge Crisafulli es el inspector de los salesianos en África Occidental (Ghana, Liberia, Sierra Leona y Nigeria), la zona cero de la epidemia que aterrorizó al mundo hace un año. Argentino de 54 años, lleva 20 de misionero en África

Jorge Crisafulli
Unos niños se lavan las manos en Monrovia (Liberia), durante un programa de sensibilización sobre el ébola. Foto: CNS

La epidemia del ébola va desapareciendo lentamente de los medios, aunque sus consecuencias sociales y económicas siguen más vivas que nunca en la vida de millones de personas en África Occidental, sobre todo en Liberia, Sierra Leona y Guinea Conakry.

Ya han pasado 18 meses desde que, en diciembre de 2013, apareció el primer caso en Guéckédou, una zona selvática de Guinea Conakry, en la frontera con Liberia y Sierra Leona. Desde ese momento se infectaron 28.041 personas, y 11.302 han muerto. Liberia, que había sido declarada libre de ébola en mayo, tuvo seis nuevos casos dos meses después, y ha tenido que recomenzar la cuenta atrás hasta el día 23 de septiembre, en que podría ser declarada nuevamente libre de ébola.

Sierra Leona, que había levantado la cuarentena en todas las zonas del país, y que no informaba de nuevas infecciones desde el 8 de agosto, ha declarado un nuevo caso en Kambia, en la frontera con Nueva Guinea. Mucha gente piensa que el virus podría estar siendo retransmitido a través de la vía sexual, ya que personas recuperadas siguen infectando hasta tres o cuatro meses después de la recuperación.

Vacuna en tiempo récord

Si bien la situación ha mejorado notablemente en un año, no hay tiempo para cruzarse de brazos. Se ha ganado una batalla, pero no la guerra. El enemigo invisible sigue presente y listo para atacar en cualquier momento. Hay que tener en cuenta que han muerto más de 500 médicos y personal sanitario. Casi todos los ETC (Ebola Treatment Centre) se han ido cerrando. Prácticamente no quedan médicos extranjeros. ¡Hace falta tanto! Faltan médicos, enfermeras, infraestructuras para enfrentar una potencial nueva batalla. Es verdad que estos países han adquirido mucha experiencia, y los protocolos de seguridad se han disparado nuevamente (no saludarse dando la mano, lavado constante de manos, toma de temperatura antes de entrar y salir de aeropuertos internacionales, toma de temperatura en las carreteras antes de entrar en las grandes ciudades…) Todo esto ayuda, pero no es suficiente: necesitamos más hospitales, más clínicas, más médicos, más enfermeras, más laboratorios…

El descubrimiento de la vacuna del ébola es ciertamente una buena noticia. Se ha desarrollado en tiempo récord. Y esto llama la atención. Desde que apareció el virus en África hace más 40 años, nunca se habían hecho esfuerzos serios en descubrir una vacuna contra el ébola. Pienso que las grandes potencias y las grandes y poderosas compañías farmacéuticas no vieron que la inversión fuera rentable. Era un «problema africano». Pero esta epidemia se expandió a Europa (España) y EE. UU.. Tal vez el milagro de la vacuna contra el ébola sea fruto de que el virus haya mutado en una amenaza para los grandes países de nuestro mundo. Otros dicen que los estudios ya estaban avanzados en Canadá, que estaba preparando una vacuna para enfrentar un potencial ataque químico con este virus letal.

Jorge Crisafulli. Foto: Misiones Salesianas

Vacuna: faltan más pruebas

He escuchado que se ha probado la vacuna VSV-ZEBOV en 5.000 personas en Guinea y se está comenzando a probar en Liberia. He leído que en España piensan experimentar en septiembre con 50 voluntarios sanos. Aquí dicen que la vacuna es efectiva y puede romper la cadena de transmisión. Lamentablemente para África, llega un poco tarde: 12.000 muertos y 28.000 infectados. He leído que la OMS adelantó los procesos de aprobación después de que científicos canadienses presentaran la vacuna. Se ensayó en marzo en Guinea, se probó en voluntarios para estudiar la reacción inmune enfrentando directamente al virus. Y parece que funciona. Pienso que se necesita mucho más tiempo y muchas más pruebas antes de darle la bendición final. Hay gente que me ha recomendado que me vacune. Otros me preguntan si estoy listo para aplicarme la vacuna. Pienso que sí, que me la aplicaría como prevención, aunque lo haría con una buena cuota de incertidumbre y, por qué no, temor. ¡Es un descubrimiento muy nuevo y hacen falta más estudios para ver contraindicaciones a largo plazo! Otra pregunta podría ser: una vez vacunado, ¿por cuánto tiempo estoy protegido? ¿Y si la inmunización es solo temporal y pienso que estoy inmunizado y me expongo al virus? De todas maneras, pienso que es bueno que se vacunen todos los que trabajan en el sector sanitario, aunque la comercialización y la vacunación masiva tendrán que esperar a que se hagan estudios más profundos.

Otra pregunta es sobre el precio de la vacuna. La farmacéutica que descubrió la vacuna, estoy seguro, tratará de obtener ganancia. Los gobiernos de los países ricos y la gente pudiente no tendrán problemas en comprar la vacuna. ¿Qué pasará con estos pueblos donde la mayoría de la gente vive con uno o dos dólares al día? ¿Habrá precios razonables para los pobres? Yo tengo mis dudas.

Por último, no hay que confiarse: pienso que en este momento, aunque una persona se vacune tiene que seguir paso a paso todos los protocolos de seguridad como antes. Prevenir es mejor que curar. Y habrá que tener más paciencia y esperar un poco para ver en los próximos dos años cuáles son los efectos reales de la vacuna en personas que se vacunaron en el 2015.

Libres de ébola. Y ahora, ¿qué?

Libres de ébola. Y ahora, ¿qué? Es el título de la campana de Misiones Salesianas para hacer frente a las consecuencias del ébola. Pienso que, como decía el presidente de Sierra Leona, «hay que pasar de la crisis a la recuperación». Y hablaba de un plan Marshall de recuperación. Tiene razón: hace falta mucha sinergia para combatir las consecuencias del ébola: Gobierno, Iglesia, ONG… Todos juntos trabajando en la realización de un plan común. Es prioridad combatir la corrupción, que es tan mala o peor que el ébola, para asegurar que la ayuda internacional llega a su destino y no se quede en el camino, en los bolsillos de gente sin escrúpulos. Otro factor importantísimo será comprometer a la gente en la transformación de su presente y futuro: dar una bolsa de arroz soluciona el problema del hambre por unos días; enseñar a la gente a producir sus propios alimentos dignifica y soluciona el problema del hambre para siempre. Por eso estamos organizando una serie de experiencias piloto de agricultura en varias aldeas que fueron diezmadas por el ébola.

Atención a los niños

Obviamente, los salesianos seguiremos trabajando en el sector de atención a los niños en riesgo. Los huérfanos del ébola tienen que ser reunificados con sus familias extendidas y tenemos que acompañarlos por un periodo de tres años para asegurarnos de que están bien alimentados, van a la escuela, se sienten queridos y están contentos con sus familias substitutas. Hemos tenido que construir habitaciones en algunas casas de parientes de niños huérfanos del ébola para facilitar la recepción, ayudar con cuotas de comida, el pago de cuotas de la escuela. Una vez que el niño es reunificado, la responsabilidad de Don Bosco no termina.

El encargado de la lucha contra el ébola en Sierra Leona me comentaba que esta situación se parece mucho a la de la posguerra civil. Se van a necesitar cinco o seis años para que estos países se pongan de pie y vuelvan a caminar.

Jesús no está aquí para hacer milagros, pero creo que nos ha puesto aquí para ser sus brazos, sus piernas y su corazón, para aliviar el dolor de tantos africanos que están crucificados y siguen esperando su domingo de resurrección.