El Papa a las familias: «Tomad la iniciativa y llevad vuestros dones preciosos a la comunidad» - Alfa y Omega

El Papa a las familias: «Tomad la iniciativa y llevad vuestros dones preciosos a la comunidad»

En la catequesis de este miércoles, el Papa Francisco ha pedido que se fortalezca la «alianza crucial» entre la familia y la comunidad cristiana, que «deben cumplir el milagro de una vida más comunitaria para la sociedad completa»

Redacción

Hoy es «indispensable y urgente» reforzar «el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana», ha afirmado este miércoles el Papa Francisco en su catequesis durante la audiencia general. «La familia y la parroquia son dos lugares en donde se realiza esta comunión de amor que encuentra su fuente última en Dios mismo», y que ofrecen calor, solidaridad y participación frente a «los centros de poder ideológico, financiero y político», ha explicado.

El mismo Jesús –ha explicado el Santo Padre– «nació en un familia y allí aprendió el mundo: una tienda, cuatro casas, un pueblo». Durante sus 30 años en Nazaret, «asimiló la condición humana». Sólo después comenzó su vida pública y formó una comunidad que «tiene la forma de una familia hospitalaria, no de una secta exclusiva, cerrada». En ella, además de los apóstoles, entran «el hambriento y el sediento, el extranjero y el perseguido, la pecadora y el publicano, los fariseos y la multitud. Y Jesús no cesa de recibir y de hablar con todos, también con quien ya no espera encontrar a Dios en su vida. ¡Es una lección fuerte para la Iglesia!».

Siguiendo este modelo, «una Iglesia de verdad según el Evangelio no puede no tener la forma de una casa acogedora con las puertas abiertas siempre». Si tienen las puertas cerradas, «no se deben llamar iglesias, se deben llamar museos».

Un esfuerzo por parte de todos

Para reforzar esta alianza crucial, Francisco explicó que «es necesaria una fe generosa para reencontrar la inteligencia y la valentía». Un primer obstáculo puede ser la propia timidez de las familias, que se retraen porque no creen estar a la altura o ya tienen demasiados problemas. «Pero ninguno está a la altura, ¡ninguno tiene las fuerzas! Sin la gracia de Dios, no podremos hacer nada. Todo se nos da gratuitamente. Y el Señor no llega nunca a una nueva familia sin hacer algún milagro. ¡Recordemos lo que hizo en las bodas de Caná!».

Por otro lado, también la comunidad cristiana debe hacer un esfuerzo. En este caso, para «superar actitudes demasiado directivas y demasiado funcionales, favorecer el diálogo interpersonal y el conocimiento y la estima recíproca». Por eso, el Papa terminó pidiendo que «las familias tomen la iniciativa y sientan la responsabilidad de llevar los propios dones preciosos a la comunidad. Todos debemos ser conscientes de que la fe cristiana se juega en el campo abierto de la vida compartida con todos, la familia y la parroquia deben cumplir el milagro de una vida más comunitaria para la sociedad completa».

Texto completo de la catequesis del Papa

Quisiera hoy detener nuestra atención en el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana. Es un vínculo, por así decir, natural, porque la Iglesia es una familia espiritual y la familia es una pequeña Iglesia.

La comunidad cristiana es la casa de aquellos que creen en Jesús como la fuente de la fraternidad entre todos los hombres. La Iglesia camina en medio de los pueblos, en la historia de los hombres y de las mujeres, de los padres y de las madres, de los hijos y de las hijas: esta es la historia que cuenta para el Señor. Los grandes eventos de las potencias mundanas se escriben en los libros de historia, y allí permanecen. Pero la historia de los afectos humanos se escribe directamente en el corazón de Dios; y es la historia que permanece eternamente. Es este el lugar de la vida y de la fe. La familia es el lugar de nuestra iniciación –insustituible, indeleble– a esta historia.

Esta historia de vida plena que terminará en la contemplación de Dios para toda la eternidad en el cielo, pero que comienza en la familia y por eso, es tan importante la familia.

El Hijo de Dios aprendió la historia humana por este camino, y la recorre hasta el final. Es bonito volver a contemplar a Jesús y ¡los signos de este vínculo! Él nació en una familia y allí aprendió el mundo: una tienda, cuatro casas, un pueblo. Y sin embargo, viviendo durante treinta años esta experiencia, Jesús asimiló la condición humana, acogiéndola en su comunión con el Padre y en su misma misión apostólica. Después, cuando dejó Nazaret y comenzó la vida pública, Jesús formó en torno a él una comunidad, una asamblea, es decir una con-vocación de personas. Este es el significado de la palabra Iglesia.

En los Evangelios, la asamblea de Jesús tiene la forma de una familia y de una familia hospitalaria, no de una secta exclusiva, cerrada: nos encontramos con Pedro y Juan, pero también el hambriento y el sediento, el extranjero y el perseguido, la pecadora y el publicano, los fariseos y la multitud. Y Jesús no cesa de recibir y de hablar con todos, también con quien ya no espera encontrar a Dios en su vida. ¡Es una lección fuerte para la Iglesia! Los discípulos mismos han sido elegidos para cuidar esta asamblea, esta familia de huéspedes de Dios.

Para que sea viva hoy esta realidad de la asamblea de Jesús, es indispensable reavivar la alianza entre la familia y la comunidad cristiana. Podremos decir que la familia y la parroquia son dos lugares en donde se realiza esta comunión de amor que encuentra su fuente última en Dios mismo. Una Iglesia de verdad según el Evangelio no puede no tener la forma de una casa acogedora con las puertas abiertas siempre. Las iglesias, las parroquias, las instituciones con las puertas cerradas no se deben llamar iglesias, se deben llamar museos.

Hoy, esta es una alianza crucial. «En contra de los centros de poder ideológicos, financieros y políticos, volvemos a poner nuestras esperanzas en estos centros ¿de poder? ¡No! En centros del amor. Nuestra esperanza está en estos centros del amor. Centros evangelizadores, ricos de calor humano, basados en la solidaridad y la participación» también en el perdón entre nosotros. (Pont. Cons. para la familia, Papa Francisco sobre la familia y sobre la vida 1999-2014 LEV 2014, 189).

Reforzar el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana es hoy indispensable y urgente. Cierto, es necesaria una fe generosa para reencontrar la inteligencia y la valentía para renovar esta alianza. Las familias a veces dan un paso atrás, diciendo que no están a la altura: «Padre, somos una pobre familia y también un poco destartalada», «no somos capaces», «tenemos ya muchos problemas en casa», «no tenemos fuerza». Es verdad. Pero ninguno es digno, ninguno está a la altura, ¡ninguno tiene las fuerzas! Sin la gracia de Dios, no podremos hacer nada. Todo se nos da gratuitamente. Y el Señor no llega nunca a una nueva familia sin hacer algún milagro. ¡Recordemos lo que hizo en las bodas de Caná! Sí, el Señor, si nos apoyamos en sus manos, nos hace hacer milagros. Milagros de todos los días cuando está el Señor en esa familia.

Naturalmente, también la comunidad cristiana debe hacer su parte. Por ejemplo, buscar superar actitudes demasiado directivas y demasiado funcionales, favorecer el diálogo interpersonal y el conocimiento y la estima recíproca. Las familias tomen la iniciativa y sientan la responsabilidad de llevar los propios dones preciosos para la comunidad. Todos debemos ser conscientes que la fe cristiana se juega en el campo abierto de la vida compartida con todos, la familia y la parroquia deben cumplir el milagro de una vida más comunitaria para la sociedad completa.

En Caná, estaba la Madre de Jesús, la «madre del buen consejo». Escuchemos nosotros sus palabras: «Haced todo lo que él os diga». Queridas familias, queridas comunidades parroquiales, dejémonos inspirar de esta Madre hagamos todo lo que Jesús nos dirá y ¡nos encontraremos frente al milagro, al milagro de cada día! Gracias.

Traducción del italiano: Mercedes de la Torre / RV