Clericalismo y secularización del clero van de la mano - Alfa y Omega

Clericalismo y secularización del clero van de la mano

El clericalismo es una de las tentaciones contra ese discipulado misionero que pide el Papa Francisco. Esta idea, presente en la Carta pastoral La esperanza no defrauda, del obispo de Alcalá de Henares monseñor Juan Antonio Reig Pla, ha servido a la diócesis complutense para poner en marcha en su página web la sección Sobre el clericalismo de los clérigos y la clericalización de los laicos. En ella, se recogen numerosos fragmentos de los últimos Papas sobre este riesgo. Abundan, por ejemplo, advertencias como esta del Papa Francisco: «El cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo». Así abordan desde Alcalá este peligro:

Diócesis de Alcalá de Henares
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Como explica el magisterio de los últimos pontificados, la tentación del clericalismo -con un deseo de señorear sobre los laicos-, implica una separación errónea y destructiva del clero, una especie de narcisismo que conduce a la mundanidad espiritual. Aunque parezca una paradoja, en este sentido, el clericalismo y la secularización del clero van de la mano.

En otras ocasiones se observa una tendencia hacia un clericalismo laical, lo que el magisterio ha denominado la clericalización del laicado. Se trata de una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo.

El Papa Francisco ha dedicado muchas de sus intervenciones a ambos temas, en continuidad con su magisterio como cardenal arzobispo de Buenos Aires: «Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisaica», afirmó el 2 de septiembre de 2012. «No a la hipocresía. No al clericalismo hipócrita. No a la mundanidad espiritual». Y, también, pidió «que Dios nos conceda esta gracia de la cercanía, que nos salva de toda actitud empresarial, mundana, proselitista, clericalista, y nos aproxima al camino de Él: caminar con el santo pueblo fiel de Dios».

«Amor al sacerdocio»

Frente al clericalismo -de clérigos o de laicos-, san Josemaría Escrivá, un santo que ha tratado explícitamente este tema, decía: «Me repugna el clericalismo y comprendo que -junto a un anticlericalismo malo- hay también un anticlericalismo bueno, que procede del amor al sacerdocio, que se opone a que el simple fiel o el sacerdote use de una misión sagrada para fines terrenos».

La respuesta a estos desafíos que afectan, entre otras cosas, a la vida de la Iglesia o a la aplicación efectiva de su Doctrina Social, sólo es una: Cristo. Así lo explica el Beato Juan Pablo II: el «ministerio [pastoral] -afirmó en la Audiencia general del 24 de mayo de 1978- debe afrontar con frecuencia la ola de negación del factor religioso, la indiferencia, la crítica y aversión anticlerical o antirreligiosa, además del pluralismo equívoco que corroe el compromiso espiritual o moral. No obstante todo ello, os repetimos las palabras de Cristo: No temáis; soy yo. No temamos. Cristo está con nosotros».

También el obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla, haciéndose eco de las palabras del Papa Francisco, ha abordado la cuestión del clericalismo en su Carta Pastoral La esperanza no defrauda, junto con otras tentaciones contra el discipulado-misionero, como la ideologización del mensaje evangélico o el funcionalismo.

Ungidos, no untuosos

Ahora, en una renovada sección de la página web del Obispado de Alcalá de Henares, se recogen algunos textos, muy iluminadores, del Papa Francisco, así como de los pontificados de Benedicto XVI y del beato Juan Pablo II. A modo de aperitivo reproducimos algunos de esos pasajes:

Papa Francisco, 11-1-2014: «Cuando un sacerdote se aleja de Jesucristo en lugar de ser ungido, termina siendo untuoso». Y, destacó, «¡cuánto mal hacen a la Iglesia los sacerdotes untuosos! Quienes ponen la fuerza en las cosas artificiales, en las vanidades», los que tienen «una actitud, un lenguaje remilgado». Y cuántas veces, añadió, «se oye: pero éste es un sacerdote» que se parece a una mariposa, precisamente «porque siempre está en la vanidad» y «no tiene la relación con Jesucristo: ha perdido la unción, es un untuoso».

Papa Francisco, 10-12-2013: «Las mujeres en la Iglesia deben ser valorizadas, no clericalizadas. Los que piensan en las mujeres cardenales sufren un poco de clericalismo».

Papa Francisco, 29-11-2013: «Es necesario vencer esta tendencia al clericalismo, también en las casas de formación y en los seminarios». «Tenemos que formar el corazón. De otro modo formamos pequeños monstruos. Y después, estos pequeños monstruos forman al pueblo de Dios. Esto realmente me pone la piel de gallina».

Una Iglesia autorreferencial

Papa Francisco, 25-3-2013: «La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del Evangelio. Es una especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual y al clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar «la dulce y confortadora alegría de evangelizar».

Papa Francisco, 28-7-2013: [Respecto a la clericalización de los laicos] «en la mayoría de los casos, se trata de una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo».

Beato Juan Pablo II, 7-5-2002: «El compromiso de los laicos se convierte en una forma de clericalismo cuando las funciones sacramentales o litúrgicas que corresponden al sacerdote son asumidas por los fieles laicos, o cuando estos desempeñan tareas que competen al gobierno pastoral propio del sacerdote. En esas situaciones, frecuentemente no se tiene en cuenta lo que el Concilio enseñó sobre el carácter esencialmente secular de la vocación laica (cf. Lumen gentium, 31)».

Beato Juan Pablo II, 2-7-1993: «Una eclesiología auténtica debe poner especial cuidado en evitar tanto la laicización del sacerdocio ministerial como la clericalización de la vocación laical (cf. Discurso a los laicos, 18 de septiembre de 1987, 5). Los laicos deberían ser conscientes de su situación en la Iglesia: no han de ser meros receptores de la doctrina y de la gracia de los sacramentos, sino agentes activos y responsables de la misión de la Iglesia de evangelizar y santificar el mundo».

Beato Juan Pablo II, 30-12-1988: «En la misma Asamblea sinodal no han faltado, sin embargo, junto a los positivos, otros juicios críticos sobre el uso indiscriminado del término ministerio, la confusión y tal vez la igualación entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial, la escasa observancia de ciertas leyes y normas eclesiásticas, la interpretación arbitraria del concepto de suplencia, la tendencia a la clericalización de los fieles laicos y el riesgo de crear de hecho una estructura eclesial de servicio paralela a la fundada en el sacramento del Orden».