¡Presidente, vuelva a la Constitución! - Alfa y Omega

¡Presidente, vuelva a la Constitución!

«¿Nos vamos a devorar fratricidamente?», es la dramática pregunta que lanza el arzobispo venezolano Ovidio Pérez Morales, al Presidente Nicolás Maduro, en medio de una crisis que ha dejado ya cerca de 40 muertos. El arzobispo-obispo emérito de Los Teques considera que el detonante de esta situación es la pretensión de imponer a la nación el llamado Socialismo del Siglo XXI. Éste es el texto:

Aleteia

Bajo el título ¡Presidente, vuelva a la Constitución!, hago público un llamado al Ciudadano Presidente Nicolás Maduro Moros, que recuerda otro, dirigido al entonces Presidente Hugo Chávez Frías con motivo del Bicentenario de la Independencia.

El presente llamado lo hago como persona humana, venezolano, creyente y obispo y lo considero una obligación moral ante la situación de escandalosa e inaceptable división del país y las consecuencias que se reflejan en el grave deterioro nacional. Es un clamor, un grito: ¿Nos vamos a devorar fratricidamente, olvidando que fuimos creados por Dios para vivir como hermanos en una casa común?

Este llamado tiene presente la exigencia del Señor Jesucristo en la Última Cena respecto de la unión y también lo subrayado por Simón Bolívar en su postrer mensaje en línea semejante como condición de solidez y progreso de nuestros pueblos.

En el país hay problemas, muchos, graves y acuciantes. Pero hay uno que emerge como el problema, por su carácter generador, por ser raíz y causa de muchos otros, vitales y cotidianos, que están haciendo sufrir a los venezolanos, como la inseguridad y la impunidad; el desabastecimiento y la inflación; la dolorosa división en vecindarios, comunidades, ámbitos de estudio y de trabajo; los enfrentamientos violentos; el éxodo y la separación de las familias. Problemas los hemos tenido siempre y los hemos heredado de gobiernos o regímenes, anteriores, pero no se puede ocultar que algunos se han agravado exponencialmente y otros nuevos han surgido como efectos de el problema. Éste, por cierto, ha reducido, cuando no neutralizado y hasta eclipsado, los logros positivos de la gestión gubernamental, central, estadal y municipal, en diversos campos, a partir de 1999.

¿Cuál es el problema? El querer imponer institucionalmente a la nación el denominado Plan de la Patria, que concreta el así llamado Socialismo del Siglo XXI. La Conferencia Episcopal Venezolana dio su juicio sobre este asunto con ocasión del referendo de 2007. Entonces afirmó que «la proposición de un Estado socialista es contraria a los principios fundamentales de la actual Constitución, y a una recta concepción de la persona y del Estado» y que, por consiguiente, el proyecto de Reforma Constitucional presentado era «moralmente inaceptable».

Esta calificación de inconstitucional y moralmente inaceptable la ha ratificado recientemente el Episcopado en su Asamblea de Enero del presente año. El Socialismo de que aquí se trata, el que se maneja en el Plan de la Patria, no es, en efecto, cualquier socialismo, sino el marxista- leninista, con una referencia precisa al modelo cubano y, por tanto, de índole totalitaria.

Un país no puede caminar partido por la mitad. El Señor advirtió: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir» (Mt 12, 25).

Por consiguiente, como una vía posible de solución, o más ampliamente aún, de respuesta al actual drama nacional, propongo la formación de un gobierno de transición, que abra paso a una gobernabilidad sólida y estable a través de los mecanismo que posibilita la Carta Fundamental. No es de mi competencia entrar en mayores especificaciones al respecto; sólo agregaría que para ello habría que asumir como referencia insoslayable los resultados de las últimas elecciones presidenciales, con vistas a formar un Gobierno de integración, que no sería exagerado calificar de unión o de emergencia o incluso de salvación nacional, para caracterizar tanto su urgencia como su significación e importancia.

Es obvio que para llegar a una integración es indispensable un diálogo serio de parte del Ciudadano Presidente y del sector oficial con la Mesa de la Unidad y con representantes calificados tanto de la sociedad civil organizada como de instituciones básicas representativas de la vida nacional, para lo cual estimo que la Conferencia Episcopal Venezolana estaría dispuesta, si se lo solicita consensualmente, a prestar un servicio de facilitación.

¿Tendremos que sufrir aún más y avergonzarnos de dilapidar la valiosa herencia recibida de nuestros próceres justo cuando estamos conmemorando el Bicentenario de nuestra Independencia?

Ciudadano Presidente, Ud. tiene hoy la primera responsabilidad histórica de procurar esa unión de los venezolanos. Una responsabilidad ante nuestro pueblo, ante Usted mismo y ante Dios.

Monseñor Ovidio Pérez Morales, arzobispo-Obispo Emérito de Los Teques
Reporte Católico Laico / Aleteia