Papa Francisco: «El perdón es un don que es posible recibir de Cristo» - Alfa y Omega

Papa Francisco: «El perdón es un don que es posible recibir de Cristo»

«El perdón y la reconciliación que podrían parecer imposibles son un don que es posible recibir de Cristo gracias a la fe y a la oración, incluso si el camino es largo». Este domingo, se cumplen 20 años desde que se desencadenó el genocidio de Ruanda. Pocos días antes, el Papa Francisco recibió a los obispos de la Conferencia Episcopal de Ruanda, que concluían su visita ad limina. Como no podía ser menos, la reconciliación nacional y el papel que en ella puede jugar la Iglesia fueron el eje central de su discurso

Redacción

El Santo Padre recordó este jueves el sufrimiento de los ruandeses, 20 años después del genocidio que causó al menos medio millón de muertes, y todas las heridas que todavía están lejos de cerrarse. Uniéndose de todo corazón al luto de la población, aseguró a los obispos ruandeses, en visita ad limina a la Santa Sede, sus oraciones por las comunidades eclesiales «a menudo desgarradas, por todas las víctimas y sus familias y por todos los ruandeses, independientemente de su religión, de su etnia o de su opción política».

Dos décadas después de los trágicos acontecimientos de 1994, «la reconciliación y el restaño de las heridas siguen siendo, sin lugar a dudas la prioridad de la Iglesia en Ruanda —aseguró el Papa—. El perdón de las ofensas y la reconciliación genuina que, después de tanto sufrimiento, podrían parecer imposibles desde el punto de vista humano son, sin embargo, un don que es posible recibir de Cristo gracias a la fe y a la oración, incluso si el camino es largo y requiere paciencia, respeto mutuo y diálogo. Por tanto, la Iglesia tiene un lugar en la reconstrucción de la sociedad ruandesa reconciliada; con toda la fuerza de su fe y de la esperanza cristiana, así que adelante con vigor, dando constantemente testimonio de la verdad… Y para ello es importante que, más allá de los prejuicios y las divisiones étnicas, la Iglesia hable con una sola voz, manifieste su unidad manifiesta y reafirme su comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro».

Fortalecer la cooperación institucional

En ese contexto de reconciliación nacional, también es necesario fortalecer las relaciones de confianza entre la Iglesia y el Estado, y la celebración del 50 aniversario de la apertura de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Ruanda brinda la oportunidad de recordar sus benéficas repercusiones en el país. «Un diálogo constructivo y genuino con las autoridades —reitera el Pontífice— fomenta el trabajo en común de reconciliación y de reconstrucción de la sociedad basado en los valores de la dignidad humana, la justicia y la paz. Sed una Iglesia en salida que sepa tomar la iniciativa y generar confianza».

Francisco pone de relieve la aportación insustituible de la Iglesia al bien común, sobre todo en los sectores de la educación y la salud. En este último, hay muchas personas que se dedican a las víctimas de la guerra, heridas «en el alma o en el cuerpo», especialmente las viudas y los huérfanos, sin descuidar a los ancianos y enfermos. El Papa subraya también que la educación de los jóvenes «es la clave para el futuro en un país donde la población se renueva rápidamente» y «por lo tanto, es deber de la Iglesia formar a los niños y jóvenes en los valores del Evangelio, que serán para ellos como una brújula que indica el camino. Tienen que aprenden a ser miembros activos y generosos de la sociedad, porque en ellos reside su futuro».

Evangelización y reconstrucción

En la tarea de evangelización y reconstrucción, los laicos «tienen un papel crucial» y su labor en la sociedad será creíble en la medida en que sean «competentes y honrados». El Santo Padre insta en este sentido a los obispos a prestar atención a su formación y les recuerda, al mismo tiempo, que dediquen toda la atención posible a las familias ruandesas, muchas de las cuales han sido «desgarradas y recompuestas». No olvida a los sacerdotes, a quien expresa su gratitud porque su tarea es «todavía más gravosa ya que son poco numerosos».

El Papa termina su discurso encomendando Ruanda a la protección materna de la Virgen María. «Es mi ferviente esperanza —escribe— que del Santuario de Kibeho irradie aún más el amor de María por sus hijos, especialmente por los más pobres y perjudicados, y que sea para la Iglesia en Ruanda, y fuera de ella, una llamada a dirigirse con confianza a Nuestra Señora de los Dolores, para que acompañe a cada uno en su camino y obtenga el don de la reconciliación y la paz».

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Una mirada de perdón para una tragedia compleja

El genocidio de Ruanda es un ejemplo de la complejidad de muchas situaciones en África. Sin embargo, la brutalidad de las matanzas y el eco internacional que tuvieron contribuyeron a que se difundiera una versión simplificada de lo que ocurrió, según la cual los hutus fueron responsables de la muerte de 800.000 tutsis. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja, como explicó en un artículo de 2001 Gerardo González, en ese momento redactor jefe de la revista Mundo Negro.

Desde el principio, la Iglesia se vio implicada en la masacre y, también desde el primer momento, comenzó a trabajar por el perdón y la reconciliación. Así lo contábamos al cumplirse diez años del genocidio. Desde el comienzo de éste y durante los años siguientes, fueron asesinados, por uno u otro bando, al menos tres obispos, más de cien sacerdotes, además de decenas de religiosos y laicos. Algunos sacerdotes fueron acusados de colaborar con los genocidas y ejecutados por ello.

Además, entre los 130.000 presos que, según Amnistía Internacional, fueron encarcelados sin un juicio justo, se encontraba el obispo monseñor Misago, que pasó más de un año en la cárcel. Al ser liberado y recuperarse de una dolencia de corazón en Bélgica, no dudó en volver a su país en septiembre de 2000. Así explicaba su decisión de volver a Ruanda, con el riesgo que suponía, en una entrevista a la agencia Fides.