Nuevo rector mayor de los salesianos: «No somos simplemente animadores socioculturales» - Alfa y Omega

Nuevo rector mayor de los salesianos: «No somos simplemente animadores socioculturales»

El padre Ángel Fernández Artime, nombrado nuevo rector mayor de los Salesianos el pasado 25 de marzo, ha revelado en una entrevista a Radio Vaticano que «no somos simplemente animadores socioculturales. La Iglesia está para estar al lado de todo hombre», haciendo un camino común en el que también debe anunciarle «que el Señor de la vida les quiere incondicionalmente». El salesiano español, que vivió en Argentina desde 2009, y trabajó personalmente con el cardenal Bergoglio, también afirma que uno de los desafíos actuales de su Congregación es «volver a sacar lo mejor de los jóvenes europeos, porque todo joven tiene un potencial increíble; no permitamos que la falta de horizonte mate la vida juvenil»

Redacción

¿Qué aspectos considera prioritario impulsar al comienzo de este período como Rector Mayor en la Congregación salesiana?
En primer lugar, continuamos el trabajo que se viene realizando porque ha sido —es de justicia pero es así— un trabajo excelente del rector mayor el padre Pascual Chávez, noveno sucesor [de san Juan Bosco]. Seguimos la trayectoria que venía trayendo la Congregación, en la que se quiere hacer un camino, en lo posible, donde esté muy subrayado, muy marcado lo que el Papa ha pedido a toda la Iglesia: estar con los últimos, ir a la periferia; que, en nuestro caso, es algo con lo que hemos nacido.

Don Bosco nació para estar en los barrios de Turín y con los últimos. Nosotros lo que tenemos que hacer en todo caso es pegar el giro necesario para seguir haciendo lo que en muchos sitios hacemos de manera muy hermosa; pedir todavía una mayor generosidad y una mayor opción por los últimos donde sea necesario.

Tras un año de pontificado del exarzobispo de Buenos Aires, a quien conoció personalmente durante su tiempo de inspector en Argentina, ¿qué desafíos similares encuentra en este tiempo de renovación de la Iglesia con el momento actual de la Congregación?
Yo creo que es muy cierto que estamos viviendo lo que sea llama una primavera en la Iglesia. A mí me gusta decir también que es posible esta primavera gracias a la increíble figura del Papa Francisco y gracias también a que ha habido una figura que ha sido muy libre y de un hombre de una gran fe como ha sido el Papa Benedicto XVI para hacer lo que él hizo y decir «hasta aquí llego».

En ese sentido, nosotros soñamos con que, dado que la congregación es un órgano vivo, de verdad podamos hablar también de una nueva primavera: que seguimos floreciendo porque seguimos moviéndonos y caminando hacia esta opción por una misión salesiana que sea apasionante, que toque a los últimos, donde el mundo juvenil sienta que hay muchos en la Iglesia, pero también nosotros, que le damos voz cuando no tienen voz y que estamos a su lado.

¿Cómo aplicar el sistema preventivo y la espiritualidad fundacional de Don Bosco en este nuevo período? ¿Qué mensaje le gustaría lanzar a la familia salesiana del mundo?
En primer lugar, diría que el sistema preventivo tiene algo maravillo: es eterno, perdura, no envejece nunca porque siempre hay jóvenes ,y dado que siempre hay jóvenes, la mejor manera de acercarse a los jóvenes es desde ellos mismos, haciéndoles ser y sentirse protagonistas de su vida, de su educación y acompañándolos en su camino.

Unido a ello, yo creo que nuestra familia salesiana tiene este importante desafío: nos corresponde garantizar la identidad del carisma de Don Bosco y toda la frescura. El carisma de Don Bosco no puede estar adormecido y una espiritualidad juvenil salesiana como nosotros la entendemos tiene también que hacer que los jóvenes sientan, primero, que para ellos hay palabra, horizonte, que hay futuro también en esta Europa, como el Papa decía, con 75 millones de jóvenes desocupados; donde les ayudamos a hacer camino juntos y a encontrar el sentido de su vida, e incluso el proyecto de sus vidas donde quiera que este vaya encaminado.

Acerca de la invitación del Papa Francisco en la audiencia del pasado 31 de marzo a testimoniar la fraternidad vivida para no vivir ni trabajar individualmente sino en comunidad a través de «acogida, respeto, ayuda mutua, comprensión, cortesía, perdón y alegría». ¿Cómo animar a los hermanos salesianos a renovar este espíritu?
Éste está siendo uno de los puntos centrales de nuestro Capítulo General, el cómo llegar de manera valiente y profética para ser servidores de los jóvenes, pero en algo que es también constitutivo nuestro, porque nosotros no somos una Congregación de personas individuales que trabajamos individualmente. Donde no hay trabajo comunitario, eso no es una obra salesiana.

En este sentido, estamos tratando en lo posible de tocar el corazón de los salesianos para llegar a una mayor conversión. Con frecuencia, ocurre que por el trabajo y la tarea solemos dejar perjudicada y menos cuidada la vida comunitaria y la vida de comunión entre nosotros. Éste es un gran desafío, y creemos que el Capítulo General nos va a dar una oportunidad muy buena para cuidarnos más en este sentido.

Durante su tiempo en Hispanoamérica habrá tenido la experiencia de una Iglesia joven ¿Qué puede aprender la Iglesia en Europa de la Iglesia latinoamericana?
Lo primero que se aprende estando en América Latina es que la economía no puede ser el único horizonte de la vida. Uno se encuentra con miles de personas con mucho menos recursos, que buscan una vida digna, pero donde hay tantísimos valores que, a veces, nuestra Europa —lo digo como español— han quedado en un segundo lugar.

Por otra parte, América Latina ofrece una mirada juvenil para la fe que es apasionante. Yo debo decir que en gran medida me han tocado el corazón, me han robado el corazón porque sigo encontrando, por ejemplo, en la América Latina que yo he conocido, que los jóvenes sonríen, los jóvenes tienen ganas de un futuro mejor, los jóvenes, por ejemplo, trabajan en una empresa cuatro horas para ganarse la vida, estudian en la facultad si pueden, dedican su tiempo libre a la animación juvenil y todo esto con una increíble alegría. Y yo me digo: ¿Qué nos ocurre a veces con los jóvenes de Europa, que no somos capaces de vivir de esta manera y hacer tanto al mismo tiempo?

Pero esto no lo digo como reproche; lo digo como un desafío para que volvamos a sacar lo mejor de los jóvenes europeos, porque todo joven tiene un potencial increíble. No permitamos que la falta de horizonte mate la vida juvenil.

¿Cómo mostrar la belleza del Evangelio y del carisma salesiano a los jóvenes de hoy? Incluso el aspecto vocacional.
En primer lugar, anunciando la atracción increíble del Señor Jesús, siendo anunciadores de la fe, del Señor Jesús. No somos simplemente animadores socioculturales, no tenemos que resolver tareas que tienen que hacer los Estados y los Gobiernos; para eso no está la Iglesia. La Iglesia está para estar al lado de todo hombre y de toda mujer, hacer un camino juntos y en ese camino también presentarles que el Señor de la vida les ama y les quiere incondicionalmente. En la medida en que hagamos eso con todos los medios que tenemos es una bendición y es muy propio de una Congregación como la Salesiana y de tantas otras.