Las madres no son solo para el verano - Alfa y Omega

Las madres no son solo para el verano

Rodrigo Pinedo
Foto: Maya Balanya

«La vida de María nos muestra que Dios realiza grandes obras por medio de los más humildes», recordaba el Papa Francisco en su tuit del 15 de agosto, Asunción de la Virgen. Y día en que Madrid celebra una de sus fiestas con más arraigo: la Virgen de la Paloma. Cuya historia es también una pequeña gran historia escrita por gente corriente. Cuenta un informe de la época que «Isabel Tintero, mujer de Diego Charco, de ejercicio cochero, viendo a principios del año 1787 que unos muchachos llevaran arrastrando como por juguete un lienzo de Nuestra Señora de la Soledad –inspirado en una talla de Gaspar Becerra–, lo arrebató de las manos de aquellos, lo hizo retocar y lo colocó en marzo del propio año en el portal de su misma casa –en la calle de La Paloma–, y esmerándose en su culto, le (sic) ha promovido con tanto fervor que ha conseguido extender su particular devoción». Hasta hoy.

La parroquia de La Paloma y San Pedro el Real –erigida donde se levantó ya a finales del siglo XVIII una capilla para custodiar la imagen– recibe un goteo constante de personas en busca de su Madre, especialmente cuando se acerca su fiesta. Cada verano, miles de madrileños acuden a La Latina a honrar a la Virgen de la Paloma. Algunos llevan todo el mes en la capital, sobrellevando el calor como pueden; otros lucen moreno playero. Hay chulapos, paisanos, bomberos y hasta algún político más o menos despistado. Unos son de misa diaria; otros, de ir a misa algún día. Hay abuelos que recuerdan la fiesta en blanco y negro, y niños que ya siempre la recordarán en alta definición. Hay personas de todo tipo que sienten suya a La Paloma y la miran como en su día la miró Isabel Tintero. Con el cariño y la admiración que siente un hijo por su madre.

Sin embargo, no basta con tener la mirada de Isabel, sino que también debemos tener su actitud: tenemos que buscar un lugar para la Virgen en nuestras casas y hablar a otros de ella. Está muy bien acordarse de la Virgen de la Paloma, la de Lourdes, la del colegio o la advocación que sintamos más propia en su fiesta, pero no la olvidemos el resto del año. Igual que sacamos tiempo para nuestros familiares a lo largo del curso, aunque a veces la rutina lo dificulte, ¿por qué no sacamos tiempo para nuestra Madre?