Sínodo, hablemos en serio - Alfa y Omega

En medio de la cansina retahíla de titulares que presentan al Sínodo como una suerte de torneo medieval entre conservadores apegados a la letra y aperturistas dispensadores de misericordia, ha caído en mis manos este verano un texto sobre la familia que recomiendo vivamente a quienes deseen seguir el evento sinodal con un equipaje más rico que el compuesto por titulares memos y por una literatura de combate que nos marea entre festejos de una supuesta revolución y profecías de catástrofes y cismas. Me refiero al libro del filósofo francés Fabrice Hadjadj titulado ¿Qué es una familia?, editado por Nuevo Inicio. Dice el autor que «desde el origen, la familia no funciona bien», y basta un recorrido por la historia de Israel para ilustrarlo. Y es que la familia es el espacio de una aventura frecuentada por conflictos, fallos y ofensas que suscitan rencor y exigen perdón. Y no van a ser las soluciones técnicas o disciplinares las que suturen esa herida.

En Ecuador el Papa dijo que la familia «necesita un milagro» y algunos lo tradujeron en seguida por un anuncio de cambios doctrinales o disciplinares. En realidad Francisco se refería a lo mismo que ya dijo Jesús a los discípulos, espantados cuando les explicó el designio original de Dios sobre el matrimonio: para vosotros es imposible, pero no para Dios. Hadjadj sostiene que nada es más profético que el matrimonio, con todas sus contrariedades, nada ilustra mejor la alianza entre Dios y su pueblo de dura cerviz. Pero advierte (y él lo conoce bien como esposo y padre de seis hijos) que la familia no es un remanso de paz, y si no se confunde del todo con un campo de batalla es porque lleva consigo un campo de labranza.

La Iglesia nunca ha convocado una asamblea para ponerse a tono con los tiempos sino para profundizar en su conciencia de lo que ha recibido, para apropiárselo de nuevo con más inteligencia y corazón y para ofrecerlo mejor a los hombres y mujeres de cada generación. El libro de Hadjadj me va a acompañar durante las semanas del Sínodo porque, como él dice, la familia es la aventura de nuestra humanidad y el ejercicio de nuestra caridad; es el primer lugar de la misericordia, pero no podemos pretender que sus miserias sean superadas mediante soluciones técnicas, sino a través de un perdón y de una gracia que los hombres han buscado siempre a tientas, pero que a nosotros se nos ha dado conocer a través de la carne de la Iglesia.