27 de octubre: santos Vicente, Sabina y Cristeta, hermanos hasta en el martirio
Los tres hermanos fueron martirizados en el siglo IV por orden del pretor Publio Daciano. Los hermanos fueron azotados, descoyuntados y golpeados hasta la muerte. Incluso muertos consiguieron que un judío se convirtiera al cristianismo
Vicente, Sabina y Cristeta eran tres hermanos, todos cristianos, que fueron perseguidos a causa de su fe por parte de Diocleciano en el siglo IV. Vicente cayó preso y fue interrogado por el pretor Publio Daciano.
Durante el interrogatorio, el pretor mandó a Vicente que fuera al templo para ofrecer un sacrificio a Júpiter. Cuando el santo entró en el templo el suelo se reblandeció y las huellas de Vicente se quedaron grabadas para siempre en la piedra.
Los responsables del templo, ante el milagro, se llenaron de estupor y decidieron mentir a Daciano, diciéndole que el santo había pedido tres días para pensarse si ofrecer un sacrificio a Júpiter. Vicente fue trasladado a la cárcel.
Sabina y Cristeta visitaron a su hermano encerrado y le suplicaron que se escapara con ellas, a lo que Vicente se negó. Solo accedió a acompañarlas cuando sus hermanas le argumentaron que se sentirían desprotegidas si no las acompañaba.
Los tres hermanos, con ayuda de los centinelas, escaparon a caballo. Daciano, al enterarse, mandó a sus hombres tras ellos, y les dieron alcance en Ávila. Allí fueron martirizados el 7 de octubre del año 306.
Vicente, Sabina y Cristeta fueron despojados de sus vestiduras para ser martirizados. Les azotaron y estiraron sus extremidades hasta descoyuntarles. A pesar de la brutalidad, los tres hermanos cantaban himnos a Dios, lo que sacó de sus casillas a los verdugos, que les golpearon con palos en la cabeza hasta aplastarles el cráneo.
Los cuerpos quedaron destrozados y esparcidos por el suelo. A pesar de quedar a merced de la naturaleza, nada ni nadie se acercó al cuerpo de los tres mártires ya que una serpiente los custodiaba.
Cuenta la leyenda que un judío de la zona intentó profanar los cuerpos pero la serpiente lo atacó.
Percibió este hecho como un milagro y se convirtió al cristianismo. Posteriormente edificó allí mismo un templo en honor de los tres hermanos santos. Sobre este primigenio templo se construyó lo que hoy es la basílica de San Vicente de Ávila.