Según la página www.franciscanos.org, «en pleno Renacimiento, cuando se está elaborando un mundo nuevo, en el momento en que la herejía de Lutero empieza sus estragos, esta humilde creyente sin letras comprende que la ignorancia es la gran plaga de la Iglesia, y organiza para la educación de las niñas lo que San Ignacio en favor de los jóvenes».
Así se fundó, el 25 de noviembre de 1535 en Brescia, impulsada por santa Ángela de Merici, la Compañía de santa Úrsula, cuyos miembros son popularmente conocidas como las Ursulinas. ¿Por qué santa Úrsula? Por ser la patrona de las universidades medievales. Santa Ángela sacó conclusiones de su propia experiencia: nacida en una familia humilde de campesinos del Lago de Garda, supo desde muy pronto lo que era la dureza de la vida y el vació que suponía que muchas chicas no tuviesen la más mínima instrucción.
Si santa Ángela de Merici —que vino al mundo en 1474— pudo esperar tantos años hasta ver cumplida su voluntad, fue gracias a una sólida fe que profesó desde la infancia y que materializó al ingresar en la Tercera Orden franciscana. De esta forma consagró su vida a Dios, al estilo de las vírgenes de los primeros tiempos de la Iglesia.
Se cuenta que un día le preguntó un hombre: «¿Qué consejo me da para comportarme debidamente?», a lo que respondió: «Compórtese cada día como deseara haberse comportado cuando le llegue la hora de morirse y de rendir cuentas ante Dios». La hora de santa Ángela llegó el 27 de enero de 1440 en Brescia. No pudo ver como el Papa Pablo III aprobaba, cuatro años más tarde, los estatutos de la Compañía de santa Úrsula. Fue beatificada en 1768 y canonizada en 1807.