La desnaturalización del acto conyugal, origen de la cultura de la muerte - Alfa y Omega

La desnaturalización del acto conyugal, origen de la cultura de la muerte

El cardenal Raymond Burke alertó, durante el primer Encuentro Internacional Provida celebrado en Roma, de la necesidad de recordar el valor unitivo y procreador del acto conyugal y del peligro de su desnaturalización. El cardenal Burke también pidió a los obispos que nieguen la comunión a los políticos proaborto

Rosa Cuervas-Mons
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El cardenal Burke, prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, ha asegurado que la falta de respeto hacia la vida tiene su origen en una desnaturalización y la falta de respeto hacia el acto conyugal, y ha animado a la Iglesia a hacer más hincapié en la enseñanza de la cultura de la vida.

El cardenal estadounidense hizo estas declaraciones en el primer Encuentro Internacional Provida, celebrado en Roma el pasado sábado, donde alertó de la manera errónea en que se contempla hoy la sexualidad humana: se intenta eliminar, mediante métodos mecánicos o químicos, la esencial naturaleza procreadora del acto conyugal, denunció Burke, para recordar que esta alteración destruye el sentido unitivo del acto conyugal. «Deja de ser unitivo, porque uno de los dos o los dos miembros retienen una parte esencial de la entrega de sí mismos, que es la esencia de la unión conyugal».

Por eso, y tras agradecer la labor en la defensa de la vida de las asociaciones congregadas -más de 60 de hasta 15 países de todo el mundo- el cardenal alertó de que la cada vez más secularizada sociedad se debe, en parte, al empobrecimiento e incluso a la falta de una correcta catequesis por parte de la Iglesia durante las cuatro décadas pasadas.

En el marco de esa correcta labor de concienciación se enmarca otra de las llamadas de atención del cardenal que, secundado por las asociaciones participantes en el encuentro, hizo un llamamiento a los obispos para que nieguen la comunión a los políticos proaborto. El Prefecto de la Signatura Apostólica recordó que la comunión de políticos que defienden leyes antinaturales, como leyes a favor del aborto o de la eutanasia, es un sacrilegio, además de un escándalo para el resto de la comunidad cristiana. Por eso, y con un sentido de advertencia y amor hacia quienes yerran en su conducta, el cardenal ha instado a los obispos a no permitir la comunión.

A la propuesta, recibida con un gran aplauso, se unieron las asociaciones provida participantes, que firmaron un manifiesto recordando que tomar la comunión cuando se está en pecado grave constituye una gravísima falta: «Quienes obstinadamente perseveran en manifestar pecado grave no deben ser admitidos a la Sagrada Comunión» (Canon 915 del Código de Derecho Canónico).