El Papa aconseja rezar... incluso en el autobús - Alfa y Omega

El Papa aconseja rezar... incluso en el autobús

Durante la primera audiencia del mes de mayo, el Papa Francisco ha abordado el don de Consejo, siguiendo con su serie de catequesis sobre los dones del Espíritu Santo que inició hace unas semanas. En ella, además de animar a las madres a pedir este don de Dios para llevar a sus hijos por el camino de Cristo, el Santo Padre ha vuelto a insistir en la importancia de la oración diaria y frecuente para la vida de un católico, y ha animado a aprovechar, incluso, los tiempos de los desplazamientos para rezar en el autobús o por la calle

José Antonio Méndez

Dentro de la serie de catequesis que el Papa Francisco está dedicando a explicar y desarrollar los dones del Espíritu Santo, el Santo Padre ha dedicado su primera audiencia del mes de mayo al Don de consejo. Un don con el que Dios «ilumina nuestro corazón para hacernos comprender el modo justo de hablar y de comportarse y el camino a seguir».

Rezar en el autobús o en la calle

En su catequesis, el Papa ha explicado que «el Espíritu Santo comienza a hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios», y que «el consejo es el don con el cual el Espíritu hace que nuestra conciencia sea capaz de hacer una elección concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y de su Evangelio». Eso sí, este don, como cualquier otra gracia concedida por el Espíritu, sólo puede recibirse a través de la oración, y por eso, el Pontífice ha animado a los fieles a «rezar oraciones que todos nosotros sabemos desde niños, pero también rezar con nuestras palabras rezar». Incluso, aprovechando los desplazamientos o los tiempos aparentemente baldíos para orar: «Nadie se da cuenta -ha dicho- cuando nosotros rezamos en el autobús, o en la calle: oramos en silencio, con el corazón. Aprovechemos estos momentos para rezar. Rezar para que el Espíritu nos dé este don del consejo. En la intimidad con Dios y en la escucha de su Palabra, poco a poco dejamos de lado nuestra lógica personal, dictada la mayor parte de las veces por nuestra cerrazón, por nuestros prejuicios y nuestras ambiciones, y en cambio, aprendemos a preguntar al Señor: ¿Cuál es tu voluntad?».

Un consejo a las madres

Además, el Papa ha relatado una anécdota personal para animar a las madres a pedir a Dios el don de consejo para llevar a sus hijos hacia Cristo: «Recuerdo una vez que estaba yo en el confesionario -y había una fila larga adelante- en el Santuario de Luján. Estaba en la fila un muchacho muy moderno: con aritos, tatuajes…, todas las cosas. Y vino para decirme lo que le sucedía a él. Era un problema grande, difícil. ¿Y tú qué harías? Y me dijo: le he contado todo esto a mi madre, y mi madre me dijo: ve a ver a la Virgen y Ella te dirá lo que debes hacer. ¡Esta es una mujer que tenía el don del consejo! No sabía cómo salir del problema del hijo, pero le ha indicado el camino justo: ve a ver a la Virgen y Ella te dirá. Este es el don del consejo, dejar que el Espíritu hable. Y esta mujer humilde y simple, ha dado al hijo el consejo más verdadero, el más verdadero. Porque este joven me dijo: he mirado a la Virgen y he sentido que tengo que hacer esto, esto y esto. Yo no tuve que hablar. Lo hicieron todo la madre, la Virgen y el muchacho. ¡Éste es el don del consejo!», relató el Santo Padre. Y concluyó: «Vosotras, mamás, que tenéis este don, ¡pedid este don para vuestros hijos!».

Texto completo de la catequesis

Los dones del Espíritu: el Consejo

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hemos escuchado en la lectura aquella parte del libro de los Salmos que dice «el Señor me aconseja, el Señor me habla interiormente». Y este es otro don del Espíritu Santo: el don del consejo. Sabemos cuánto es importante, sobre todo en los momentos más delicados, el poder contar con las sugerencias de personas sabias y que nos quieren. Ahora, a través del don del consejo, es Dios mismo, con el Espíritu Santo, quien ilumina nuestro corazón, para hacernos comprender el modo justo de hablar y de comportarse y el camino a seguir. Pero ¿cómo actúa este don en nosotros?

1. En el momento en el cual lo recibimos y lo acogemos en nuestro corazón, el Espíritu Santo comienza inmediatamente a hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios. Al mismo tiempo, nos lleva siempre más a dirigir la mirada interior sobre Jesús, como modelo de nuestro modo de actuar y de relacionarnos con Dios Padre y con los hermanos. El consejo es el don con el cual el Espíritu Santo hace que nuestra conciencia sea capaz de hacer una elección concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y de su Evangelio. Y de este modo, el Espíritu nos hace crecer interiormente, nos hace crecer positivamente, nos hace crecer en la comunidad. Y nos ayuda a no caer en posesión del egoísmo y del propio modo de ver las cosas. Así el Espíritu nos ayuda a crecer y también a vivir en comunidad.

2. La condición esencial para conservar este don es la oración. Y siempre volvemos sobre lo mismo ¿no? La oración. Pero es tan importante la oración, rezar. Rezar las oraciones que todos nosotros sabemos desde niños, pero también rezar con nuestras palabras. Rezar al Señor: Señor ayúdame, aconséjame, ¿qué tengo que hacer ahora? Y con la oración hacemos lugar para que el Espíritu venga y nos ayude en ese momento, nos aconseje sobre lo que nosotros debemos hacer. La oración. Jamás olvidar la oración, jamás. Nadie se da cuenta cuando nosotros rezamos en el autobús, en la calle: oramos en silencio, con el corazón. Aprovechemos estos momentos para rezar. Rezar para que el Espíritu nos dé este don del consejo. En la intimidad con Dios y en la escucha de su Palabra, poco a poco dejamos de lado nuestra lógica personal, dictada la mayor parte de las veces por nuestra cerrazón, por nuestros prejuicios y nuestras ambiciones, y en cambio, aprendemos a preguntar al Señor: ¿Cuál es tu voluntad? ¡Pedirle consejo al Señor! Esto lo hacemos con la oración. De esta manera madura en nosotros una sintonía profunda, casi innata con el Espíritu y comprobamos qué verdaderas son las palabras de Jesús citadas en el Evangelio de Mateo: «No os preocupéis de cómo vais a hablar o qué vais a decir: lo que tengáis que decir se os dará a conocer en ese momento, porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará en vosotros» (Mt 10, 19-20). Es el Espíritu que nos aconseja; y nosotros debemos darle espacio al Espíritu para que nos aconseje, y dar espacio es rezar. Rezar para que Él venga y nos ayude siempre.

3. Al igual que todos los otros dones del Espíritu, entonces, el consejo es también un tesoro para toda la comunidad cristiana. El Señor nos habla no solamente en la intimidad del corazón; nos habla, sí, pero no solamente allí, sino también a través de la voz y el testimonio de los hermanos. ¡Realmente es un gran don poder encontrar hombres y mujeres de fe que, especialmente en los momentos más complicados e importantes de nuestra vida, nos ayudan a iluminar nuestro corazón y a reconocer la voluntad del Señor!

Recuerdo una vez que estaba yo en el confesionario -y había una fila larga adelante- en el Santuario de Luján. Estaba en la fila un muchacho muy moderno: con aritos, tatuajes…, todas las cosas. Y vino para decirme lo que le sucedía a él. Era un problema grande, difícil. ¿Y tú qué harías? Y me dijo: le he contado todo esto a mi madre, y mi madre me dijo: ve a ver a la Virgen y Ella te dirá lo que debes hacer. ¡Esta es una mujer que tenía el don del consejo! No sabía cómo salir del problema del hijo, pero le ha indicado el camino justo: ve a ver a la Virgen y Ella te dirá. Este es el don del consejo, dejar que el Espíritu hable. Y esta mujer humilde y simple, ha dado al hijo el consejo más verdadero, el más verdadero. Porque este joven me dijo: he mirado a la Virgen y he sentido que tengo que hacer esto, esto y esto. Yo no tuve que hablar. Lo hicieron todo la madre, la Virgen y el muchacho. ¡Éste es el don del consejo! Vosotras, mamás, que tenéis este don, ¡pedid este don para vuestros hijos! El don de aconsejar a los hijos es un don de Dios.

Queridos amigos, el Salmo 16 nos invita a orar con estas palabras: «Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré». (vv. 7-8). ¡Que el Espíritu siempre pueda infundir en nuestro corazón esta certeza y nos llene así con su consuelo y su paz! Pedid siempre el don del consejo. ¡Gracias!