El Papa a los nuevos sacerdotes: «No se cansen nunca de ser misericordiosos» - Alfa y Omega

El Papa a los nuevos sacerdotes: «No se cansen nunca de ser misericordiosos»

«Por amor de Jesucristo, nunca se cansen de ser misericordiosos. Tengan esa capacidad de perdón que ha tenido el Señor». El Papa Francisco dirigió esta súplica a los 13 nuevos presbíteros, que ordenó el domingo en la Basílica de San Pedro. También les exhortó a compartir el mensaje del Evangelio, que ellos mismos recibieron con alegría en su entorno, y a no usar las ovejas que les son encomendadas para alimentarse y revestirse ellos

María Martínez López

Este domingo, IV de Pascua, dedicado a Cristo Buen Pastor, y Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Papa Francisco ordenó en la basílica de San Pedro a 13 nuevos sacerdotes. Dirigiéndose a los candidatos, les recordó que «serán partícipes de la misión de Cristo, único maestro». Por eso, les animó a dispensar a todos el mensaje evangélico que «ustedes mismos recibieron con alegría de vuestras mamás y de vuestros catequistas. Lean y mediten asiduamente la Palabra del Señor para creer en aquello que han leído, enseñar lo que han aprendido en la fe, para vivir aquello que han enseñado». Y les recordó que no son «dueños de la doctrina, es la doctrina del Señor y ustedes tiene que ser fieles».

Repasando las labores que realizarán los nuevos presbíteros, el Santo Padre se detuvo en el sacramento de la confesión, para «pedirles, por amor de Jesucristo, nunca se cansen de ser misericordiosos, ¡por favor! Tengan esa capacidad de perdón que ha tenido el Señor, que no vino a condenar sino a perdonar». Y añadió: «Me duele mucho cuando encuentro gente que no va más a confesarse porque fue apaleada, retada. ¡Han sentido que las puertas de las Iglesias se le cerraban en la cara! Por favor no hagan esto, misericordia, misericordia». La puerta para llegar a esta misericordia —continuó— «son las llagas del Señor, y si ustedes no entran en vuestro ministerio por las llagas del Señor, no serán buenos pastores».

Citando a san Agustín, el Papa también subrayó que los pastores que buscan gustarse a sí mismos «usan a las ovejas del Señor como comida, para vestirse y para revestirse y tener la majestad de un ministerio que no se sabía si era de Dios».

Fieles, «importunad a vuestros pastores»

Después de la ordenación, el Papa se dirigió a los fieles antes del rezo del Regina Coeli. El texto evangélico del Buen Pastor —explicó— permite entender «el tipo de relación que Jesús tenía con sus discípulos: una relación basada en la ternura, en el amor, en la comprensión mutua y en la promesa de un don incomparable: Yo he venido —dijo Jesús— para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia. Esta relación es el modelo de las relaciones entre los cristianos y las relaciones humanas».

Dirigiéndose de forma específica a los pastores de la Iglesia, pidió «que el Señor nos ayude a ser siempre fieles al Maestro y guías sabios e iluminados del pueblo de Dios que se nos ha confiado». Pero también es tarea de los fieles ayudar a sus sacerdotes a ser buenos pastores. Citando a san Cesáreo de Arlés, instó a los católicos a ser como la ternerilla que empuja con el hocico las ubres de la vaca. «Así vosotros debéis ser con los pastores: llamar siempre a su puerta, a su corazón, para que os den la leche de la doctrina, la leche de la gracia y la leche de la guía».

Recordando que se trataba de la Jornada de Oración por las Vocaciones, subrayó que «la llamada a seguir a Jesús es a la vez emocionante y desafiante. Para que se realice es necesario siempre entrar en una profunda amistad con el Señor para vivir de Él y para Él. Oremos para que también en este tiempo, muchos jóvenes sientan la voz del Señor, que tiene siempre el riesgo de ser sofocada por tantas otras voces».

Texto completo de la homilía del Papa durante la ordenación

Queridos hermanos:

Estos nuestros hijos y hermanos han sido llamados la orden del presbiterado. Como ustedes saben bien, el Señor Jesús es el único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, pero también en Él todo el pueblo santo de Dios ha sido establecido pueblo sacerdotal. No menos importante entre todos sus discípulos, el Señor Jesús quiere escoger algunos en particular, para que ejercitando públicamente en la iglesia su nombre y el oficio sacerdotal en favor de todos los hombres para continúen su misión personal de Maestro, Sacerdote y Pastor. Después de una profunda reflexión vamos a elevar al Orden de los Presbíteros a nuestros hermanos, para que al servicio de Cristo, Sacerdote y Pastor, cooperen en la edificación del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia de Cristo: el pueblo de Dios es el templo santo en el Espíritu. Ellos, de hecho, serán configurados a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, es decir, serán consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento. Y con este título que les une a su obispo en el sacerdocio, serán predicadores del Evangelio, pastores del pueblo de Dios y presidirán los actos de culto, sobre todo la celebración del sacrificio del Señor.

En cuanto a ustedes, amados hijos, que van a ser promovidos al orden sacerdotal, consideren que por el ejercicio del ministerio de la sagrada doctrina van a ser partícipes de la misión de Cristo, el único Maestro.

Dispensarán a todos aquella palabra de Dios, que ustedes mismos han recibido con alegría, de sus madres, de sus catequistas. Lean y mediten asiduamente la Palabra del Señor para creer lo que han leído, para enseñar lo que ha aprendido en la fe, para vivir lo que han enseñado. ¡Sea, por lo tanto, alimento para el pueblo de Dios su doctrina, que no es suya y ustedes no son dueños de la doctrina! Es la doctrina del Señor y ustedes han de ser fieles a la doctrina del Señor! Sea, por lo tanto, alimento para el pueblo de Dios su doctrina. La alegría y el apoyo a los fieles de Cristo, el perfume de sus vidas, porque con la palabra y el ejemplo edificarán la casa de Dios, que es la Iglesia. Y así ustedes van a continuar la obra santificadora de Cristo. A través de su ministerio, el sacrificio espiritual de los fieles se hace perfecto, porque unido al sacrificio de Cristo, con sus manos, en nombre de toda la Iglesia, se ofrece en el altar de la celebración de los santos misterios. Reconozcan, pues, lo que realicen, imiten lo que celebran, porque participando al misterio de la muerte y resurrección del Señor, llevarán la muerte de Cristo en sus miembros y caminarán con Él en una vida nueva.

Con el Bautismo agregarán nuevos fieles al pueblo de Dios; con el Sacramento de la Penitencia perdonarán los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia. Y aquí me quiero detener y pedirles que, por el amor de Jesucristo, no se cansen nunca de ser misericordiosos. Por favor, tengan esa capacidad de perdón que tuvo el Señor, que ¡no vino a condenar sino para perdonar! Tengan misericordia, tanta misericordia! Y si les viene el escrúpulo de ser demasiado perdonadores piensen en el santo cura del que les hablé que iba delante del Santísimo y decía: «Señor, perdóname si he perdonado demasiado, pero eres tú el que me ha dado el mal ejemplo de perdonar tanto». Es así… Pero yo les digo verdaderamente, que siento tanto dolor cuando encuentro gente que no va a confesarse porque ha sido maltratada, muy mal, regañada; ¡han visto como les cerraban las puertas de la Iglesia en la cara! Por favor no hagan esto: misericordia, misericordia. El buen pastor entra por la puerta y la puerta de la misericordia son las llagas del Señor: si ustedes no entran en su ministerio por las llagas del Señor, ustedes no serán buenos pastores.

Con el óleo santo darán alivio a los enfermos; celebrando los ritos sagrados y rezando la liturgia de las horas, serán la voz del pueblo de Dios, y de toda la humanidad. Conscientes de haber sido elegidos entre los hombres para atender las cosas de Dios, ejerciten con alegría y caridad la obra sacerdotal de Cristo, buscando agradar a Dios y no a ustedes mismos.

Y piensen en lo que decía san Agustín de los pastores que buscaban agradarse a sí mismos y usaban las ovejas del Señor como alimento y para vestirse y para tener majestad de un ministerio que no se sabía si era de Dios.

Participando en la misión de Cristo en comunión con su obispo empéñense en formar una sola familia, para unir a los fieles para conducirles a Dios Padre, por medio de Cristo, en el Espíritu Santo.

Tengan siempre ante los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no ha venido para ser servido, sino para buscar y salvar a los que están perdidos.

Texto completo del Papa antes del rezo del Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

El evangelista Juan nos presenta, en este cuarto domingo del tiempo pascual, la imagen de Jesús el Buen Pastor. Contemplando este pasaje del Evangelio, podemos entender el tipo de relación que Jesús tenía con sus discípulos: una relación basada en la ternura, en el amor, en la comprensión mutua y en la promesa de un don incomparable: «Yo he venido —dijo Jesús— para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10). Esta relación es el modelo de las relaciones entre los cristianos y las relaciones humanas.

Muchos también hoy, como en los tiempos de Jesús, se proponen como pastores de nuestras vidas; pero sólo el Resucitado es el verdadero Pastor, que nos da la vida en abundancia. Animo a todos a confiar en el Señor que nos guía. Pero no sólo nos guía, nos acompaña, camina con nosotros. Escuchemos con la mente y el corazón abiertos su Palabra, para alimentar nuestra fe, iluminar nuestra conciencia y seguir las enseñanzas del Evangelio.

Este domingo pedimos por los pastores de la Iglesia, por todos los obispos, entre ellos el obispo de Roma, y por todos los sacerdotes; en particular rezamos por los nuevos sacerdotes de la Diócesis de Roma, que he ordenado hace poco en la basílica de San Pedro. Un saludo a estos 13 sacerdotes. Que el Señor nos ayude a nosotros pastores, a ser siempre fieles al Maestro y guías sabios e iluminados del pueblo de Dios que se nos ha confiado. También a vosotros, por favor, les pido que nos ayuden: nos ayuden a ser buenos pastores. Una vez leí una cosa muy hermosa de como el pueblo de Dios, ayuda a los obispos y a los sacerdotes a ser buenos pastores. Es un texto de san Cesáreo de Arlés, un padre de los primeros siglos de la Iglesia. Y él explicaba como el pueblo de Dios, debe ayudar al pastor, y ponía este ejemplo: cuando el ternero tiene hambre, va con la vaca, va a su madre, a beber la leche; pero la vaca no se lo da rápidamente: parece que se lo quiera tener para ella. ¿Y que hace el ternerillo? Empuja con su hocico las mamas de la vaca para que salga la leche. ¡Es una bella imagen! «Así vosotros —dice este santo— debéis ser con los pastores: llamar siempre a su puerta, a su corazón, para que os den la leche de la doctrina, la leche de la gracia y la leche de la guía». Y os pido por favor, de importunar a los pastores, molestar a los pastores, a todos nosotros pastores, para que nosotros os demos la leche de la gracia, de la doctrina y de la guía. ¡Importunad! Pensad en aquella bella imagen de la ternera como importuna a su mamá para que le de comer.

A imitación de Jesús, cada Pastor «a veces se pondrá al frente para indicar el camino y sostener la esperanza del pueblo, el pastor debe ir adelante a veces, otras veces irá simplemente en el medio de todos con su proximidad sencilla y piadosa, y en algunas circunstancias tendrá que caminar detrás del pueblo, para ayudar a aquellos que se han quedado atrás» (Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 31). ¡Que todos los pastores sean así! Pero ustedes importunen a los pastores, para que les den la guía de la doctrina y de la gracia.

Este domingo se celebra el Día Mundial de Oración por las Vocaciones. En el mensaje de este año afirmé que «toda vocación requiere, en todo caso, un éxodo de sí mismos para centrar nuestras vidas en Cristo y en su Evangelio» (n. 2). Por esta razón, la llamada a seguir a Jesús es a la vez emocionante y desafiante. Para que se realice es necesario siempre entrar en una profunda amistad con el Señor para vivir de Él y para Él.

Oremos para que también en este tiempo, muchos jóvenes sientan la voz del Señor que tiene siempre el riesgo de ser sofocada por tantas otras voces. Recemos por los jóvenes, quizá aquí en la plaza hay alguno que sienta esta voz del Señor que lo llama al sacerdocio: recemos por él si está aquí, y por todos los jóvenes que están en esta situación.