Los beneficios de comer en familia - Alfa y Omega

Los beneficios de comer en familia

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

«Las comidas en familia constituyen una actividad central y un particular punto de encuentro en la vida diaria de sus miembros, vital para fortalecer la unidad y cohesión familiar. Si ésta llegase a desaparecer, tendríamos un problema importante»: así comienza el Informe Comer en familia: hacer de la rutina salud, que ha sido coordinado por el área de salud de The Family Watch y realizado por Beatriz Beltrán de Miguel y Carmen Cuadrado Vives, del Departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia, de la Universidad Complutense de Madrid.

El estudio constata que «en España, la frecuencia de las comidas familiares ha descendido en las últimas décadas», y que esta costumbre está siendo reemplazada por las comidas en solitario: comer solo delante del ordenador, en el coche o mientras se ve la televisión, mientras se revisan los mensajes de texto, se habla por teléfono, se escucha música con cascos o se juega con diversos dispositivos.

Sin embargo, las comidas en familia son «un factor de prevención de algunos problemas de salud, alimentación, trastornos de conducta y comportamiento», con un papel «especialmente relevante» en etapas de la vida especialmente vulnerables o de riesgo, como la infancia o la adolescencia.

Además de los beneficios nutricionales y saludables que conlleva, las comidas compartidas tienen un fuerte impacto en la salud sicológica, social y física de la familia, y son «un evento complejo cargado de gran simbolismo, no sólo en el contexto de cada familia sino de toda la comunidad presentándose la frecuencia de las comidas familiares como un barómetro de la salud de la comunidad», señala el documento.

«Hay que hacer un esfuerzo consciente, casi heroico, para lograr comer todos juntos-afirma uno de los padres de familia cuyo testimonio recoge el texto-. De momento, lo estamos haciendo en la cena, nos desenchufamos del cable y de internet, y tratamos de mirarnos y hablar. Así nos percatamos de lo lejos que estábamos unos de los otros, y como llegábamos a “encapsularnos” en otras realidades ajenas. Estábamos juntos, pero separados». Sin duda, comer en familia merece la pena.