Juan Pedro Ortuño: «Lo principal es la conversión y nuestra relación personal con Jesucristo» - Alfa y Omega

Juan Pedro Ortuño: «Lo principal es la conversión y nuestra relación personal con Jesucristo»

El próximo día 9 de noviembre, fiesta de la Virgen de la Almudena, patrona de la archidiócesis de Madrid, se cumple el primer aniversario de la aprobación diocesana de la Asociación Pública de Fieles Mater Dei. Su iniciador y actual Consiliario es el sacerdote Juan Pedro Ortuño, una personalidad multifacética que comparte sus tareas como Delegado Diocesano de Medios de Comunicación Social de la Archidiócesis de Madrid con su dedicación a las familias y su colaboración con el cardenal Arzobispo de Madrid

José Alberto Rugeles Martínez
Juan Pedro Ortuño

Carisma novedoso, pues en su inspiración y en su espiritualidad late el deseo de encarnar, en el día a día de la vida cotidiana, la dimensión materna del misterio de Cristo y de la Iglesia. La contemplación de los misterios de Cristo en la figura de José y su particular asociación a la maternidad de María son el centro de la espiritualidad de Mater Dei.

En la capital italiana, don Juan Pedro acompañó al cardenal Rouco Varela, durante el pasado Sínodo para la Nueva Evangelización. Compartimos un tiempo de conversación, mientras tomamos café en el romanísimo barrio del Trastevere:

¿Cómo se originó la Asociación Mater Dei?
Esto se originó con el trato que teníamos con matrimonios que pedían un acompañamiento personal, una formación, en definitiva esa preocupación que existe en muchas familias también de como perseverar, de cómo formarse, la atención a los hijos, etc. Y lo iniciamos a través de unos ejercicios espirituales y fue por parte de estos mismos matrimonios los que pidieron que hubiera una formación más permanente en el tiempo. Y así surgió lo que ahora se denomina Mater Dei. No solamente es para los matrimonios sino también para las familias. De hecho en los encuentros que tenemos en las parroquias —que es de lo que se trata de apoyar la pastoral familiar en las parroquias—, pues suelen también asistir con los hijos. Estos encuentros en las parroquias empiezan normalmente con una Exposición del Santísimo, unos minutos de oración, y después una charla, una conferencia. Y ahora mismo estamos en Madrid en seis parroquias.

En el reciente Sínodo, varios de los padres sinodales abordaron el tema de la Familia. ¿Cómo ve usted esta realidad de la familia en nuestros días?
Pues mira, recuerdo ahora mismo unas palabras del cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María, en el Congreso de las Conferencias Episcopales Europeas que hubo en Sankt Gallen, Suiza, hace algunas semanas, en donde él habló de dos problemas constitutivos de la Iglesia en Europa. En primer lugar las familias y en segundo lugar la vida interior. El tema de las familias es algo fundamental. Fundamental porque es la iglesia doméstica la que garantiza la permanencia de esa fe en la misma Iglesia universal. Es muy importante esta dedicación a los matrimonios, a las familias, para que la Iglesia tenga una verdadera garantía.

La familia es el lugar por excelencia en donde se pueden suscitar vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada así como al matrimonio cristiano. ¿Cree usted que si se evangeliza más a las familias esas vocaciones aumentarían en nuestro país?
Eso es evidente. Hace unos días en Madrid, en la sede de la Conferencia Episcopal Española, el obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, que es el encargado en la CEE de la Pastoral Juvenil, habló en una conferencia de prensa a cerca de esa gran crisis de los jóvenes, y aseguraba que el 50 % de los jóvenes en España no conocen a Jesucristo. Y evidentemente el protagonismo para ese conocimiento de Nuestro Señor se da a través de las familias. Son las familias las receptoras y las trasmisoras de esa Fe que deben dar a sus hijos. Es fundamental que esa claridad esté garantizada en las familias para que trasmitan esa fe adecuada para que los hijos disciernan en su vocación si es para el sacerdocio, la vida religiosa o para constituir un matrimonio y una familia. Pero es fundamental esa presencia evangelizadora dentro de las familias.

¿Qué apostolado hace la Asociación Mater Dei con los hijos de las familias que pertenecen a ella o con las que ustedes trabajan?
Pues ahora mismo nosotros tenemos —nos la cedieron las Hermanas del Amor de Dios— una casa en Colmenarejo. Nos la han cedido por que ellas ya no podían atenderla. Allí tenemos encuentros en donde hay temas de formación, donde hay actividades, donde hay charlas. Y entonces, a la vez que se atiende espiritual y formativamente a los matrimonios, los hijos también son atendidos por grupos de catequistas para que puedan tener la formación adecuada. En las charlas y en las conferencias que damos en distintas parroquias en Madrid, hacemos lo mismo. Siempre hay una garantía de que, o bien los niños participan en esas charlas, o bien son cuidados por otros catequistas, que les atienden formativamente.

Estuvo usted aquí, en Roma, durante todo el Sínodo, ¿qué experiencia ha sacado de allí, y qué es lo que más le ha impactado de estos días vividos en la Ciudad Eterna?
A mí me impresionó especialmente el Santo Padre, en aquella famosa noche organizada por la Acción Católica Italiana, en la Plaza de San Pedro, con las velas, donde hubo un momento de oración, un momento de exposición del Santísimo, un momento también para la celebración del sacramento de la penitencia, y en donde el Papa hablaba no de un pecado estructural, de un pecado del mundo, sino del reconocimiento del pecado personal. Era una llamada al reconocimiento de nuestra debilidad, a nuestra necesidad de reconciliarnos con Dios. Y en definitiva, algo que también algún padre sinodal ha anunciado: es necesaria una llamada a la santidad. Creo que debemos dejarnos un poco de todas estas cuestiones de estructuras, globalizaciones, que pueden ser muy buenas, pero son cuestiones periféricas, si no se tiene en cuenta lo esencial, que es la conversión interior y nuestra relación personal con Jesucristo. En definitiva, es la llamada a la santidad.

Si alguien desea ponerse en contacto con la Asociación ¿cuál es el medio para que un matrimonio o una familia contacte con ustedes?
Nosotros desde un primer momento empezamos a distribuir gratuitamente por correo electrónico lo que denominamos Lañas. Las Lañas son unas consideraciones espirituales de cada día. Y es gratuito a través de la página web www.mater-dei.es. Y después se nos pidió también que lo publicáramos. Hemos hecho ya tres ediciones del primer libro de Lañas, con prólogo de Juan Manuel de Prada, y en el segundo tomo, de Miguel Angel Velasco.

¿Por qué el nombre de Lañas?
Lañas son esos hierros que se ponen a las vasijas cuando se rompen, y entonces se recomponen con pequeñas grapas de hierro para su vuelta al uso. Eso nos recuerda la expresión de san Pablo de que somos vasijas de barro. Pero la gracia de Dios nos puede reconstruir e incluso hacer hermosas vasijas con estas grapas que son verdaderos adornos y que hacen ponernos como capacidad para llenarnos de la gracia de Dios.

¿Tiene entonces la institución de la familia futuro en Europa y en España?
Por supuesto que lo tiene. Fíjese que una cuestión que nos llamó la atención en Mater Dei, y de ahí su nombre, es la cuestión de la maternidad. Maternidad de la Virgen y maternidad de la Iglesia. La Iglesia es jerárquica, pero también es Madre. Y la analogía que hay precisamente entre esta maternidad de Dios y el matrimonio es evidente. Entrañas de Misericordia y experimentar en nuestra vida la misma ternura de Dios que es Padre y que a través de la Iglesia podemos experimentar su maternidad.

José Alberto Rugueles / Gaudium Press