El otro, los otros - Alfa y Omega

¿Quiénes son nuestros colegas, jefes, colaboradores? Son personas. Son el otro.

Emmanuel Levinas es uno de los grandes filósofos que han indagado en el otro. Dice que el otro se nos aparece inicialmente con su rostro, la parte del cuerpo más desnuda y más expuesta a la mirada, y a la que se deberá descifrar en su exceso o en su diferencia con relación a lo que se sabe del prójimo. El rostro configura esa imagen privilegiada del semejante, donde se inscriben todos los movimientos de la subjetividad. Del rostro emana toda la interpelación de las personas. Los semblantes, marcados por las expresiones, nos convocan a una actitud de absoluta responsabilidad por ellos.

Levinas recurre a la figura (no a la metáfora) del rostro para expresar lo que constituye a cada individuo en ser humano. Cada rostro que nos habla tiene una historia, tiene una experiencia. Por eso no acepta la reducción de su identidad, no permite que se le convierta en objeto. El otro siempre es persona.

El instante privilegiado de la confrontación con el rostro del otro impone la máxima autenticidad y la más extrema responsabilidad. De ahí el mandato ético que impone sostener la mirada del otro y dirigir la propia hacia su rostro. El rostro configura la marca singular del otro, la expresión manifiesta de la esencia, la forma que aprehende la realidad.

Se trata de una realidad sobre la cual yo no tengo ningún dominio y se muestra como lo que es: una piel que no está protegida por nada. Desnudez que rechaza todo atributo y que no viste ningún ropaje. Es la parte más inaccesible del cuerpo y la más vulnerable.

¿A qué viene tanta milonga? En mi actividad profesional como consultor, en una sesión acerca de talento para dirigir personas, he tenido que manejar una dificultad no esperada: el respeto a lo profundo de los individuos. La corrección política: la estética, convertida en cosmética, se comía a la ética. ¿Juego de palabras?

Sigo con Levinas: insiste una y otra vez en la responsabilidad absoluta que tenemos por el otro, dado que debemos cuidarlo, apoyarlo en su desvalimiento perceptible en las marcas que se reflejan en la piel desnuda y evidente del rostro.

La ética es entendida por Levinas como responsabilidad por el otro, responsabilidad absoluta e intransferible, de la cual uno no debe desentenderse jamás, y que no demanda ninguna reciprocidad. Levinas hace suyas las palabras de Dostoyevski: «Todos somos responsables de todo y de todos ante todos, y yo más que los otros».

Se trata en definitiva de estar junto al otro, de acompañarlo y de compartir la realidad de la vida profesional con una presencia responsable. Hay que mirar a la cara a las personas.

Final: sigo sin entender por qué la carrera profesional está relacionada con alcanzar posiciones directivas. Para dirigir personas habrá que tener interés por las personas, respeto por las personas.

Digo yo, vamos.