El verano ofrece a todos una oportunidad para aprender a ser misioneros: «¡Lo tengo que contar!» - Alfa y Omega

El verano ofrece a todos una oportunidad para aprender a ser misioneros: «¡Lo tengo que contar!»

Javi tiene 17 años y va todavía al colegio. Su tocayo Javier, de 53, se encontró con Dios hace tres años, durante una evangelización en la calle. No les une casi nada, pero este verano los dos dedicarán parte de sus vacaciones a iniciativas de nueva evangelización en calles y playas

María Martínez López
Jóvenes participantes en Construyendo la nueva ciudad evangelizan en el mercadillo de Silla. Foto: A. Saiz/AVAN

Hace tres años, pasar por una plaza de Alcalá de Henares en verano le cambió la vida a Javier. Era la última noche del primer festival Arde Complutum, organizado por el grupo diocesano Kerygma. David, un sacerdote, «se acercó a mí. Nos pusimos a hablar de Dios. Me preguntó qué tal estaba yo. Le respondí que estaba desesperado, y le conté toda mi historia. Yo estaba casado legalmente con una persona de mi mismo sexo, bebía mucho y tomaba drogas. Estaba cansado de vivir».

Después de un rato de conversación, «me ofreció entrar a ponerle una vela al Señor, y confesarme. Le dije que sí a las dos cosas. Yo he buscado a Dios toda mi vida», y fue decisiva «la manera en que me habló. No me juzgó ni me criticó, se interesó por mí. Yo tenía la imagen de un Dios que me señalaba con el dedo. David me decía que Él me amaba y me estaba buscando. Y en sus ojos vi verdad».

Dentro de la iglesia –añade–, «me dicen que estuve casi dos horas de rodillas delante del altar», donde estaba expuesto el Santísimo, «y confesándome con David, llorando. Yo había perdido la noción el tiempo. Cuando terminamos, me sentía muy bien».

«Estoy deseando hablar de Dios»

Comenzó entonces un camino de muchas luchas, tentaciones y caídas, hasta que una noche hace unos meses se rindió totalmente a Dios. Ahora, a sus 53 años y con mucho bagaje a la espalda, colabora activamente con Kerygma. «Ayudo a organizarlo y me quedo en la iglesia rezando. Todavía no estoy preparado para salir a evangelizar, pero estoy deseando hablar a la gente de Dios. Yo estaba muerto, y el Señor me ha curado. ¡Lo tengo que contar!».

Mª Ángeles y Pedro, con sus hijos, bajo la torre Eiffel, durante el festival Anuncio del año pasado

Kerygma aglutina a personas de todas las edades y estados de vida, que, después de conocer en Francia el festival de evangelización Anuncio, decidieron adaptarlo a la situación de Alcalá de Henares (Madrid). Ayer, después de tres días de formación, el obispo complutense, monseñor Juan Antonio Reig Pla, los envió a tres parroquias. El encuentro concluirá el fin de semana con una gran misión. «Son unos días de mucha gracia de Dios –explica Carlos Cortés, responsable de Kerygma–. Las parroquias reciben un gran impulso, y algunas incluso han empezado a organizar sus propias misiones», echando mano de sus feligreses.

En familia

Otra gran cita misionera del verano, el festival Anuncio, comienza mañana, con misiones en varias playas del Cantábrico, y con un festival final que se celebrará por primera vez en España; en concreto, en Javier (Navarra). Además de misiones protagonizadas sobre todo por los jóvenes, habrá otra con familias en Fuenterrabía (Guipúzcoa). Los coordinadores, Mª Ángeles y Pedro, participaron en el festival el año pasado, porque «siempre hemos sentido una fuerte llamada a evangelizar, y nos gustó la idea de dedicar parte de las vacaciones a anunciar que Dios te quiere a personas que, sin saberlo, lo están esperando. También nos atrae esta iniciativa porque aglutina a gente de distintos carismas», cuenta ella.

En Anuncio Francia, «participan bastantes familias», y aquí se decidió seguir el ejemplo e invitar a la misión a otras familias. «Queremos ser una gran familia de familias que viven su fe, la transmiten a sus hijos, y la anuncian hacia fuera», añade su marido.

Con ellos, se llevarán a sus hijos, Alicia (diez años) y Pedrito (seis). «Es muy importante que sepan que hay que anunciar a Cristo y que ellos pueden formar parte de esa misión. Los niños son espontáneos, van con inocencia, y transmiten mejor que nosotros», reconoce Mª Ángeles. El año pasado –recuerda–, «Pedrito se puso a hablar con dos adolescentes que pasaban por la puerta de la iglesia, y los llevó delante del Santísimo».

Javier prepara una evangelización de Arde Complutum

El festival también ha ayudado a esta familia en su día a día: «Preparar una cosa así nos obliga a estar más unidos a Dios, y cuanto más lo estás, más acabas manifestando sus actitudes en la vida cotidiana», explica.

Los feligreses toman el relevo

Igual que en el caso de Kerygma, los misioneros de Anuncio han sido un revulsivo para las parroquias que los han acogido. Por ejemplo, en Jávea, donde después de dos años de misión, serán los propios feligreses los que la pongan en marcha. Pilar, coordinadora de la misión del año pasado, cuenta que «el párroco nos había pedido que fuéramos para que sus feligreses aprendieran cómo se evangeliza», además de para anunciar el Evangelio a los veraneantes. «Toda la gente se concienció mucho y participaba en todas las actividades. Así conocieron cómo funcionamos, y han dado el salto».

«¿Qué hace un cura de pueblo?»

Estas experiencias demuestran que las iniciativas de evangelización ya no se mueven sólo por pequeños grupos especializados, sino que están siendo asumidas por diócesis y parroquias de todos los tamaños. «En las parroquias y localidades pequeñas hay mucho interés», sólo les faltan recursos. «En una ciudad es fácil, pero ¿qué hace un sacerdote de pueblo?». Habla Antonio Estevan, organizador de Id y proclamad, un encuentro de nueva evangelización que nació en 2009 y es el veterano de España. Este año se ha celebrado del 10 al 12 de julio en Fátima y han participado unas 200 personas, portuguesas y españolas, «de todas las edades y espiritualidades. Casi todas tienen algún tipo de responsabilidad pastoral, y quieren dar el paso» hacia un enfoque más misionero. Además, Antonio ofrece asesoramiento para organizar su propia misión a las parroquias con afán evangelizador pero pocos recursos: «Si hace falta, vamos nosotros. Pero sobre todo les ponemos en contacto con otros grupos».

«Hay que perder la vergüenza»

A nivel diocesano, Valencia ha puesto en marcha –por segunda vez este año– el proyecto para jóvenes Construyendo la nueva ciudad. 200 jóvenes han sido enviados a diez parroquias con alguna realidad especial, por ejemplo de pobreza. A Javi (17 años) y Amparo (18), del colegio Pureza de María, les ha tocado en Silla. Están pintando y decorando el nuevo hogar social de la parroquia. «Vamos al comedor social de Cáritas, y por la tarde hacemos actividades con niños», cuenta él.

Mientras unos hacen eso, «otros salen a la calle, explican la Escritura, invitan a la gente a acercarse a la iglesia y rezar con ellos…», añade Óscar Benavent, responsable de la Comisión de Infancia y Juventud del arzobispado. Para Javi, «todo tiene el mismo objetivo: hacer a la gente de este pueblo un poco más feliz. Y llevarles el mensaje de Cristo es lo más importante. Es una gran experiencia que recomiendo a todo el mundo». A Amparo, al principio, le daba vergüenza abordar a la gente para hablarles de Dios, pero «esto me está viniendo muy bien, porque hay que perderla».

Un vivero de sacerdotes misioneros

Si hace falta una conversión pastoral para lograr una Iglesia de discípulos misioneros, esta conversión debe empezar en los mismos pastores. Esta fue la idea que motivó al matrimonio de Marc y Florence de Leyritz a poner en marcha, hace cinco años en Francia, el itinerario para sacerdotes y obispos Pastores según mi corazón. Fue una de las iniciativas más interesantes de las que se presentaron en el Encuentro de Nueva Evangelización (ENE), que este año se celebró en Astorga del 2 al 5 de julio en torno a los conceptos de discipulado y liderazgo, como condiciones previas para la misión. En Pastores según mi corazón, los sacerdotes participan a lo largo de un año en una serie de siete encuentros en los que reflexionan juntos sobre cómo servir mejor, formar equipos, dar una visión misionera a sus comunidades… Este itinerario lo siguen hoy casi 200 sacerdotes en cuatro puntos de Francia, y ya hay otro grupo en el que están participando más de una decena de obispos.