El campo sobre el que llovían las estrellas - Alfa y Omega

El campo sobre el que llovían las estrellas

La ruta que desde hace siglos atrae a miles de peregrinos de todo el mundo protagoniza la exposición Camino. El origen, una selección de 150 piezas que incluye obras maestras de artistas como Durero o Murillo, procedentes de reconocidas instituciones —desde la Galería de los Uffizi al Museo del Prado, Patrimonio Nacional o la catedral de Santiago—. Un homenaje a la ruta de peregrinación más emblemática de Occidente, que se puede visitar hasta el 13 de septiembre en la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela

Eva Fernández
Santiago Apóstol, de Bartolomé Esteban Murillo. Foto: Manuel G. Vicente

Desde la cumbre del Monte del Gozo se atisba el fin del Camino. Atrás queda el sonido de las pisadas rasgando el amanecer o en busca de cobijo al caer la tarde, de las confidencias con otros caminantes, de búsquedas y respuestas. Santiago de Compostela marca el fin y el comienzo de un fenómeno religioso, histórico y cultural que perdura hasta nuestros días.

El desembarco del cuerpo de Santiago Apóstol, del Maestro de Astorga

La exposición Camino. El origen invita al visitante a que viva su propia experiencia alrededor de un camino imaginario, que emula aquel que arrancó en el 820, cuando, según cuenta la Concordia de Antealtares —el primer testimonio escrito de los hechos, datado en 1077—, un ermitaño llamado Pelayo, que vivía en el bosque de Libredón, se quedó perplejo al observar durante varias noches resplandores misteriosos. Inmediatamente informó del hallazgo al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, quien, al comprobar este extraño fenómeno, mandó excavar el Campus estellae, el campo donde llovían estrellas, y allí encontraron un sepulcro con tres cuerpos, que se atribuyeron desde el primer momento a Santiago el Mayor y a sus discípulos Teodoro y Anastasio.

Santiago Apóstol, de Alberto Durero. Foto: Manuel G. Vicente

El rey Alfonso II el Casto mandó construir una pequeña iglesia, que fue el germen de un proceso imparable de peregrinaciones hasta el lugar donde descansan los restos del Apóstol, hijo de Zebedeo y hermano de Juan el Evangelista.

Santiago el Mayor, el hijo del trueno

La tradición sobre el descubrimiento del sepulcro señala el conocido como Edículo apostólico, el lugar en el que fue localizado el enterramiento y que se encuentra actualmente bajo el altar mayor de la catedral de Santiago. Los visitantes de esta muestra pueden contemplar grabados realizados en este sepulcro, en el que aún se intuyen los restos en el reducido espacio de la cripta que acoge la urna con las reliquias del Apóstol. Muchas de las piezas exhibidas remiten a Santiago el hijo de Zebedeo, a su oficio de pescador, a ese rasgo apasionado de su carácter que le llevó a enfadarse con los samaritanos, hasta el punto de llegar a preguntar a su Maestro: «¿Quieres que digamos que baje fuego del cielo y los devore?» Por algo fue apodado por Jesús como hijo del trueno. Pero su fidelidad le llevó a estar presente en momentos clave como la Transfiguración y la oración en el Huerto de Getsemaní. Algunas escenas de su vida quedan plasmadas en un retablo realizado en Inglaterra en el siglo XV y en cuadros singulares como El desembarco del cuerpo de Santiago Apóstol, del siglo XVI, atribuido al Maestro de Astorga. No obstante, el cuadro más relevante de esta exposición es el retrato de Santiago Apóstol realizado por Alberto Durero en el siglo XVI, una obra prestada por la Galería de los Uffizi de Florencia, donde se puede ver habitualmente, y que protagoniza, en exclusiva, una de las salas.

Retablo con escenas de la vida del Apóstol, en el Obradoiro de Nottingham

Otra de las piezas más singulares es la conocida como el Gallardete de Lepanto, una insignia, de 17 metros de tela pintada a témpera, que ondeaba en la nave capitana conducida por Juan de Austria en 1571 durante la batalla de Lepanto. El gallardete está adornado con el escudo del águila bicéfala, acompañado de las armas de las naciones cristianas que participaron en la batalla y los emblemas de la Santa Liga: Cristo crucificado entre la Virgen y san Juan, y también aparece la figura del Apóstol. El estandarte se puede contemplar por primera vez en toda su longitud.

Santiago el Mayor, en la iglesia de Alcoletge (Lérida)

El viaje continúa a través del Camino, en un recorrido que acaba en el propio peregrino, con una última etapa de carácter más intimista, que hace referencia especial a los símbolos del caminante y a los relatos y vivencias personales de la peregrinación. La concha, el bordón, el sombrero, y hasta una intervención artística construida con más de 1.800 báculos dejados por los caminantes a petición de la Oficina del Peregrino. La muestra se completa con once intervenciones artísticas realizadas por jóvenes creadores de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Vigo.

El Gallardete de Lepanto

Todo en esta exposición remite al Camino de Europa que alumbra al mundo. Un camino al que puede, querido peregrino, que acudas solo, pero que sin quererlo te trasciende. Porque entras a formar parte de sendas holladas por miles de peregrinos antes que tú y que será pisado por muchos otros cuando tú ya no estés. Y todos ellos leerán las notas que tu alma dejó escritas en sus recodos y que ya forman parte de la historia del Camino.