El lago de los cisnes, la eterna lucha del bien y el mal - Alfa y Omega

Durante la fiesta por el vigésimo cumpleaños del Príncipe Sigfrido, su madre la reina le presenta un grupo de hermosas muchachas, con la intención de casarle con una de ellas. Sin embargo, el príncipe las rechaza y se enamora de Odette, una bellísima mujer convertida en cisne por el hechizo del malvado cisne negro. Amor, traición, confusión y la eterna lucha del bien y del mal dan lugar al intenso argumento de esta bellísima pieza.

La coreografía es maravillosa, tanto de los solistas como el ballet en grupo. Todos tienen su momento para lucirse, por corto que sea. El papel más sobresaliente lo ofrece la solista femenina, que destaca por encima de todos, por la dulzura exquisita de sus movimientos, y esa manera de hacer fácil lo difícil. Además del solista principal en el papel del príncipe, destaca el arlequín, que da vida al espectáculo y da juego al público para animar dando palmas. Después de ver este espectáculo, no me imagino una bailarina cuyos movimientos no recuerden a los cisnes, tal es la simbiosis.

El vestuario es muy vistoso: rojo pasión para comenzar, vestimentas de princesas y cortesanos, y por supuesto, el tul blanco inmaculado de los cisnes. Incluye una escena con dos sevillanas y dos toreros, adornados con abanicos y castañuelas, en claro homenaje a su actuación en España. La escenografía es relativamente sencilla, dibujos en los cortinajes y el paisaje proyectado al fondo, pero suficiente para situarnos en Palacio y a la orilla del lago.

Esta compañía de ballet clásico ruso está formada por 45 bailarines de distintas escuelas: la escuela de ballet de Moscú, la escuela Vaganova de San Petersburgo y muchas más. Sin embargo, todos comparten las tradiciones de la escuela rusa de ballet y un gran amor por el teatro y el arte de la danza.

Conviene aclarar que han surgido muchas compañías de ballet clásico en Rusia en los últimos años, no todas con la misma solera que el Ballet Imperial Ruso o el de San Petersburgo. En palabras del director de esta compañía, Hassan Usmanov, «el ballet es un arte vivo, crece y busca nuevos caminos y públicos». Tal vez ninguna sea comparable a las grandes compañías como Bolshoi Ballet y Mariinski. En este caso, los más puristas podemos estar tranquilos, ya que la coreografía se mantiene fiel al francés Marius Petipa, el alma de la gran compañía Mariisnki, cuya revisión escenográfica ha triunfado durante el siglo XX.

La compañía ofrece El Lago de los Cisnes del 8 al 19 de mayo, Giselle del 22 al 26 de mayo y La Bella Durmiente, del 29 de mayo al 2 de junio, todas en el Teatro Nuevo Apolo, en Tirso de Molina.