El viaje a ninguna parte... ¡Señoooooooorito Fernán Gómez! - Alfa y Omega

La recordada película de Fernando Fernán Gómez se pasa al teatro de la mano del Centro Dramático Nacional. Jugando al juego inverso al que se ven abocados los protagonistas de esta comedia trágica de tintes costumbristas, los actores que abandonaron las tablas de tierra o asfalto por los estudios de cine… ahora lo cuentan desde un escenario.

Foto: David Ruano.

Ignacio del Moral, afamado guionista y autor, consigue adaptar magníficamente el texto de lo que, antes de llegar al cine, fue un serial radiofónico y con posterioridad una novela. Con el objetivo de ser fiel al texto literario, además de conseguir una versión teatral libre de imágenes cinematográficas, los diálogos, los cruces de personajes así como los flashbacks, se incorporan de manera cómoda, muy creíble para el espectador teatral.

Aunque textualmente el responsable de la versión dice: “Todo lo bueno que encuentren en el texto se debe al añorado talento de FFG. De lo que les guste menos… pueden echarme la culpa”. Culpa tiene y mucha, del buen sabor de boca que deja tan amargo viaje.

Foto: David Ruano.

La compañía Iniesta Galván camina de pueblo en pueblo recorriendo la geografía de una España de posguerra ávida de risas, ansiosa de modernidad, que cambia con facilidad lo antiguo por lo nuevo, y entre el teatro y el cine, prefiere elegir este último sin comprender que está asfixiando la milenaria tradición de actores de carretera y manta.

Un anciano Carlos Galván, interpretado magníficamente por Antonio Gil, mezcla recuerdos y realidad en un sueño que recorre sus últimos días como actor con compañía propia o directamente… con familia. Su padre (Miguel Rellán), su novia (Olivia Molina), su inesperado hijo (Tamar Novas) o el resto de su grupo aparecen y desaparecen de la cansada mente de Galván… como en una trágica muestra de la necesidad de amor, compañía o aplausos de los ancianos artistas.

Foto: David Ruano.

Con una escenografía muy conseguida, a cargo de Max Glaenzel, la directora Carol López (Hermanas) realiza una delicada e impactante puesta en escena plagada de imágenes que, sin pretender alejarse de la película, consiguen crear un espacio nuevo en la mente del espectador. Unido a esa presencia hay además un espacio sonoro que es acorde a cada momento: la lluvia, la tierra, el anochecer o la soledad están presentes, son palpables.

Un conjunto de factores favorables se unen para entregarnos una magnífica obra teatral, la novela, la adaptación, la dirección, el escenario teatral, la escenografía, la iluminación, la interpretación maravillosa de los actores (no olvidemos a Andrés Herrera, Amparo Fernández o Camila Viyuela)… todo es casi perfecto y eso es algo tan difícil de conseguir, que casi es un milagro del arte.

Foto: David Ruano.

Además se completa el conjunto, pues la simple representación de la vida de la compañía se aleja del costumbrismo para convertirse en toda una reflexión para el público. Ya que hoy, de una u otra forma, seguimos igual, la amenaza de los cambios de eje en el avance imparable de la vida sigue pendiendo de forma constante sobre nosotros, forma parte del juego, y desgraciadamente suele llevarse por delante en primer lugar a los artistas.

Esa casta de locos que vive en las risas y en las lágrimas de aquellos que no viven en ningún otro lugar que no sea el suyo propio. Olvidados y a la desesperada, los Iniesta Galván de hoy, actores de medio pelo, que no suelen serlo, también recorren pequeños espacios teatrales (a veces no son ni eso) para escuchar un aplauso, hacer reír, despertar ideas, iluminar reflexiones y mover a los sueños…

¡Va por ellos! Vámonos todos de viaje.

El viaje a ninguna parte

★★★★★

Teatro:

Centro Dramático Nacional.
Teatro Valle-Inclán

Dirección:

Calle Valencia, 1

Metro:

Lavapiés

OBRA FINALIZADA