La curiosa historia del altar de maíz y cocos donde celebró el Papa en Paraguay - Alfa y Omega

La curiosa historia del altar de maíz y cocos donde celebró el Papa en Paraguay

El último día de su visita a Paraguay, el Papa Francisco celebró en un altar elaborado con maíz, cocos y calabazas. Su artífice, el artista Koki Ruiz, contó con la colaboración de personas de todo el país, que donaron los frutos de la tierra utilizados y llenaron el retablo de miles de mensajes para el Papa

María Martínez López

Uno de los momentos de mayor exotismo en la reciente visita del Papa a América Latina fue la Misa celebrada el 12 de julio, último día de su visita, en Ñu Guazú (Paraguay). Allí, celebró la Misa en un presbiterio elaborado con mazorcas de maíz, cocos, calabazas, y otros frutos de la tierra. La enorme estructura, que representaba el monograma de Jesucristo IHS –adoptado luego como emblema por los jesuitas–, así como una imagen de san Ignacio de Loyola y otra de san Francisco de Asís, es el resultado de dos meses y medio de trabajo de un equipo de 20 personas, lideradas por el artista Koki Ruiz.

Ese mismo día, Koki Ruiz y su equipo pudieron saludar al Santo Padre, que subrayó que el proyecto le parecía emocionante. Unos días antes, Ruiz había explicado el sentido de su obra: «Con ella, estamos rescatando el valor de la tierra. No hay antecedentes de obras con frutos de la tierra, a mi criterio. Se utilizaron 32.000 piezas de maíz y 200.000 cocos. Estamos trabajando por el rescate cultural paraguayo a través de la religiosidad. El retablo del Papa es un homenaje a los guaraníes. Hay que cuidar la tierra».

No es la primera vez que Koki Ruiz construye un altar así. Ha hecho ya varios para el Yvága Rape (Camino al cielo en guaraní), celebración del Viernes Santo en Tañarandy, un lugar a tres kilómetros de la ciudad de San Ignacio Misiones. Curiosamente, Tañarandy significa Tierra de los irreductibles, ya que en ella vivían los indígenas que no aceptaron integrarse en las reducciones jesuitas. Hoy, acoge una de las mayores muestras de religiosidad popular católica de la zona.

El Viernes Santo, unos 12.000 candiles y más de 5.000 antorchas iluminan los tres kilómetros que recorre una imagen de la Virgen Dolorosa, acompañada por la gente y por el purahéi jahe’o (canto lloroso) de los estacioneros. Después, en un anfiteatro al aire libre, un grupo de jóvenes dirigidos por Koki representan algunas cuadros o esculturas sobre la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Homenaje a la Madre Tierra y a los jesuitas

Tras la celebración de este año, le propusieron a Koki que el mismo altar que se habíá utilizado en el Yvága Rape sirviera para la multitudinaria Misa con el Papa. Así lo cuenta el fotógrafo Zenoura, implicado en el proyecto, en un relato que la misionera Carmen Vall ha hecho llegar a Alfa y Omega a través de Obras Misionales Pontificias. Pero no era posible conservar y trasladar el altar, ya que los vegetales utilizados se habrían estropeado para entonces. Por ello, comenzaron a diseñar otro proyecto distinto.

«Koki –explica Zenoura– quiso que este altar evoque no sólo a la Madre Tierra por sus frutos, junto a la espiritualidad, a las imágenes de san Ignacio, de san Francisco y a las manos laboriosas ignacianas [de la ciudad de San Ignacio], sino también al recuerdo de la obra de la Orden de Jesús durante la época de sus reducciones».

Pronto, se convirtió en una iniciativa que ha aunado esfuerzos en todo el país. «Más de 30.000 espigas de maíz fueron donadas por comunidades campesinas de Caazapá, Alto Paraná y otros. Estas espigas son las que no se utilizan para consumo humano, son las que se utilizan solo para que la tierra trabaje en temporadas fuera de las demás cosechas y en algunos casos se usan para alimentar animales. Generalmente se desechan año tras año –explica Zenoura–. Tampoco los cocos no se usan para consumo humano, pero existen compradores y procesadores de aceite de coco. En la zona de Cordillera cada año más de un millón de cocos caen de los árboles sin que se les de utilización».

Este dato lleva a Koki a subrayar que «no se trata de desperdicio de alimentos, al contrario. La cantidad de cocos que no se recolectan es inmensa. Y toda esa cantidad de maíz que usamos no es más que el valor de un celular, media hectárea de maíz».

Koki, durante el Yvága Rape de este año

Miles de firmas y mensajes

Las mazorcas de maíz recibidas se clasificaron por tamaños para formar los dibujos, y se ataron a los paneles. Los cocos se colocaron sobre una masa de papel maché. También se utilizaron calabazas de diversos tipos. Los cuadros de san Ignacio y san Francisco los hizo la hija de Koki, también artista, con pipas de girasol, granos de maíz, soja, lentejas y otras semillas.

El proyecto dio un nuevo giro cuando las personas que iban a visitar el trabajo del equipo de Koki empezaron a escribir en los cocos sus nombres o mensajes cortos para el Papa. Esta posibilidad se ofreció también, a través de Internet, a todas las personas que no pudieran acercarse hasta ese lugar. Desde ese momento, las hijas de Koki y un grupo de amigos se dedicaron a transcribir en los cocos los mensajes que llegaban de paraguayos de todo el mundo.

Cuando todos los paneles estuvieron listos, el altar fue bendecido por el “pa’i” Lino Flores, perteneciente a la cultura avá guaraní. Después, fue trasladado hasta su destino final en una caravana de camiones, que fue acompañada por decenas de coches. Al llegar, «todavía hubo personas que aprovecharon los cocos libres para seguir escribiendo sus nombres y mensajes». No pasaron desapercibidos para el Papa, que se lo comentó a Koki durante su encuentro.