Dios vive en las grandes ciudades - Alfa y Omega

Dice el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium que «es necesario llegar allí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas, alcanzar con la Palabra de Jesús los núcleos más profundos del alma de las ciudades». Hace unos días el Cardenal Lluis Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, presentó tanto en la Ciudad Condal como en la capital de España el libro que recoge las actas del Congreso Internacional sobre «La Pastoral de las Grandes Ciudades», que tuvo lugar en Barcelona el año pasado y que, en sus dos convocatorias (primera la de los expertos y luego la de los pastores) tuvo lugar el año pasado en Barcelona.

El origen de este congreso fue curiosamente una conversación prolongada durante varios días entre el Cardenal de Barcelona y el entonces Cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, previa al Cónclave en el que éste último fue elegido obispo de Roma. Ya Papa siguió muy de cerca la celebración de este Congreso en el que participó activamente ofreciendo su reflexión en una audiencia especial en Roma a sus numerosos participantes: más de cien expertos sociólogos, filósofos, y teólogos de todo el mundo, y 25 arzobispos de las más grandes ciudades de los cinco continentes.

Es más, referencia obligada del congreso fue la Exhortación Apostólica del Papa en la que describe la gran ciudad como un ámbito multicultural donde conviven varias ciudades invisibles, es decir, varias formas de soñar la vida, diversos imaginarios culturales, en los que la iglesia esta llamada por un lado a dialogar con todos y por otro a rescatar a los «ciudadano a medias» o «sobrantes urbanos». Y es que, como también señala el Papa, «la ciudad produce una suerte de permanente ambivalencia, porque, al mismo tiempo que ofrece a sus ciudadanos infinitas posibilidades, también aparecen numerosas dificultades para el pleno desarrollo de la vida de muchos. Y esta contradicción provoca sufrimientos lacerantes». Sin duda, explicaba el Cardenal Sistach, «Dios vive en la ciudad». Antes que llevarlo hay que saber encontrarlo en sus habitantes, a veces solos, perdidos, y alienados. Por eso diálogo y misericordia son necesarios, decía, para estas grandes ciudades en las que ya viven el 52 % de los habitantes del planeta.

Coincidiendo la presentación de esta importantísima reflexión pastoral, los periodistas, más apegados a la actualidad social y política que a la noticia religiosa de la respuesta a un desafío sin igual para la Iglesia, preguntaron en Madrid tanto a su arzobispo, monseñor Carlos Osoro, como al Cardenal de Barcelona, qué que le habían pedido a las dos nuevas alcaldesas de ambas «grandes ciudades». La respuesta fue unánime: nosotros no estamos para pedirles nada, sino para ofrecerles muchas cosas, porque la Iglesia esta para servir no para pedir. Lo único que siempre pide es libertad para poder servir el pan de la Palabra de Dios y la ternura del amor de Dios a sus ciudadanos.